LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -Nunca se me olvidará una crónica titulada Mi problema es el tornillo, del colega Reinaldo Cosano, donde contaba su odisea para arreglar sus espejuelos en una óptica estatal. Me viene a la mente porque por estos días se anda hablando en la prensa oficialista sobre la galleta de sal, un gran problema para la Revolución.
En el periódico Tribuna de La Habana se publicó una extensa y detallada entrevista, hecha por Raquel Sierra, al responsable máximo de las galletas de Cuba, algo así como nuestro ministro de la galleta.
Después de leer dicha entrevista, cabe señalar que sería más fácil averiguar si hay vida o no en Marte, que responder por qué durante más de cincuenta años, la galleta ha sido un problema para la Revolución.
Vieja amante que soy de las buenas galletas, como aquellas que hacían todos los panaderos de mi pueblo villaclareño y hasta los chinos culíes de forma rudimentaria –por cierto, excelentes galletas de ajonjolí-, no dejo de recordarlas y añorarlas.
Las explicaciones que ofrece Eduardo Díaz, jefe a nivel nacional de las galletas revolucionarias, son dignas de ser analizadas por un equipo de destacados intelectuales, para ver si logran entender en qué consiste el problema de la Revolución con la galleta, algo muy parecido al perfeccionamiento del socialismo en Cuba, con su indisciplina, improductividad, descontrol, chapucería, corrupción, derroche, etc.
En dos palabras, tal como dice la periodista de Tribuna: Si vendieran las galletas con el empaste de las muelas, porque son duras como palo, encontraríamos la solución al problema.
Pero el señor Díaz, jefe supremo posiblemente de las galletas más malas que se producen en nuestro continente, ofrece una perorata explicativa tan lacayuna y laberíntica, que trataré de traducirlas brevemente a ustedes. Dice, por ejemplo, que el problema de la Revolución con la galleta recae en que los paquetes son muy grandes y que la población los quiere más chicos, que el desabastecimiento se debe a la falta de envases, a las deudas con otras empresas, al polietileno, a la moneda nacional, a la divisa, a la falta de financiamiento, al convertir la galleta en un producto liberado, a los inventarios, a las interrupciones por deudas, a los compromisos de pago, a las intermitencias productivas….
También, y aguántense queridos lectores: El problema de la Revolución con la galleta se debe sobre todo a la tecnología, que data de los años treinta y a la mala situación de los hornos, por falta de “albañiles reverberistas”.
Por último nos da una explicación, rotunda, definitiva, categórica, más clara que el agua: ¡La ciudad incumplió!
Si alguien ha entendido, por favor, me lo hacen saber.
Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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