LA HABANA, Cuba, octubre,
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-Esta entrevista ocurrió el pasado domingo 21 de octubre, en el
apartamento de Eloy Gutiérrez Menoyo, en un barrio de San Agustín de
edificios descoloridos, ruidosos y amontonados como a la buena de Dios,
muy lejos del centro de la ciudad. A pesar de que ya sabía de su estado
de salud, que lo obligaba a ingresar al día siguiente en un hospital, y
me habían dicho que posiblemente esa fuera la entrevista que pudiera
conceder antes de morir, me encontré con un hombre que, aunque
desgastado y muy envejecido, se mostraba todavía fuerte, con movimientos
firmes, completamente lúcido y alerta y, por momentos, con una voz
enérgica y un ánimo vivísimo. No obstante, lo primero que había dicho,
con lo que le quedaba de su ceceo natal, era: “Me quedo sin voz y por
eso no estoy dando entrevistas”.
Cuando salí de allí, me resultaba imposible suponer que no muchas
horas después del encuentro aquel hombre ya no existiría físicamente.
Cuando supe la noticia, ni siquiera había terminado de transcribir la
larga entrevista, que, como me advirtieran, resultó ser precisa y
desgraciadamente, la última que pudo ofrecer.
Como se conoce, Eloy Gutiérrez Menoyo era un personaje político
sumamente controvertido, que fue acusado de traidor y “dialoguero” por
quienes no estaban de acuerdo con él, que a veces dejaba a su paso más
interrogantes que respuestas. Alguien lo llamó “hombre de luces y
sombras”. No hay dudas, sin embargo, de que algunas etapas de su vida
fueron épicas y de un heroísmo difícil de comparar, desde que fundó el
Segundo Frente Nacional del Escambray en noviembre de 1957 hasta que
desembarcó cerca de Baracoa para enfrentar la dictadura pro-soviética de
Fidel Castro en diciembre de 1964. Aunque no fue fusilado, tuvo que
sufrir veintidós años de severa prisión.
A partir de 1986, cuando fue liberado, su historia pareció
desdibujarse. Desde entonces su imagen de héroe, convertido ahora en
opositor pacífico partidario del diálogo con el gobierno cubano, ha sido
atacada con fuerza desde casi todos los bandos. Pero el viejo Gallego,
como le llamaban, no se quedó corto en sus opiniones también contra casi
todos los bandos. Pese a todo, nunca le han faltado defensores o
respetuosos de sus posiciones. De manera que es trabajoso hacerse una
imagen serena y justa de él, y ha de ser labor de futuros sudores la de
quienes se entreguen a investigar vida y hechos de este hombre para
esclarecer su verdadero lugar en la historia de nuestro país, después de
unos inicios —como bachiller inconcluso y luego estibador de harina
para los camiones de la compañía Duquesne, en el Barrio Obrero de San
Miguel del Padrón—, que no parecían prometer ninguna epopeya.
Por lo pronto, cualquiera que sea el veredicto, y opinemos nosotros
ahora lo que opinemos, ya Eloy Gutiérrez Menoyo no podrá replicar ni
defenderse nunca más. Así que estas respuestas suyas para las preguntas
de Cubanet —más allá de que aclaren o enardezcan el debate— pueden
servir, al menos, para ver cómo ponía en palabras sus ideas este viejo
luchador unos días antes de callar para siempre.
He aquí la primera parte de la entrevista.
Cubanet – Uno de los hechos más admirados en su historia como combatiente contra las tiranías fue su regreso a Cuba en una expedición
armada.
¿Cómo ocurrió este episodio? ¿Es cierta la anécdota de que Fidel Castro
lo convenció personalmente para que se rindiera a pesar de que usted
tenía una granada en cada mano?
Eloy Gutiérrez Menoyo – Eso es fantasía. Donde haya
combate directo, tú no puedes pensar que va a estar Fidel Castro.
Hicimos un campamento de entrenamiento en República Dominicana. De allí
vine en el primer grupo y desembarqué por punta Caletas. Se sucedieron
una serie de combates durante varios días. Metieron el Batallón 50, la
Milicia Serrana, el Batallón Fronterizo, hasta que caímos presos después
de múltiples combates, porque diariamente había uno o dos, y hasta tres
combates. Éramos cuatro gatos contra miles de soldados y milicianos.

Ya
preso yo, Fidel Castro me fue a ver. Le dije: Ustedes fueron los que
empezaron a hostigarnos, regando la imagen de los “comevacas” del
Escambray. Mira, yo combatí en Banao, en Michilena, en La Diana, en
Charco Azul (y enumeré todos los lugares en donde combatí, a veces
cuerpo a cuerpo, y como estaba convencido de que me iba a fusilar, no me
importaba decirle lo que me diera la gana). Y tú, que yo sepa, el único
tiro que disparaste fue desde una loma para que empezara el ataque al
Uvero. Esto fue delante de todos los altos mandos militares de Cuba,
porque los citó para el interrogatorio conmigo pensando que a lo mejor
había alguno que tenía algún contacto y no iba. Entonces, cuando le digo
yo eso, me dice él: Bueno, pero yo era jefe de un frente. Y le digo:
Espera, es que yo
era jefe de otro frente. Tú terminaste con
tres mil y pico de hombres, yo también. Así que el hostigamiento fue de
ellos, constante. ¿Temor? Habíamos participado para vencer la
conspiración trujillista, lo que había dirigido yo; habíamos movido un
montón de hombres del II Frente sin que hubiera una filtración. Y eso a
Fidel le inspiró seguramente un temor para el futuro, porque vio que
nosotros teníamos un equipo de gente muy unido que podíamos mover.
CN – ¿Podría contar los detalles de su regreso a
Cuba como opositor pacífico? ¿Cómo se explica que usted sea el único al
que se le ha permitido eso?
EGM - Cuando estaba preso, habían hecho gestiones
por mi libertad personalidades como el Papa, Jimmy Carter, Carlos Andrés
Pérez y presidentes de varios países; pero el que logra mi libertad es
Felipe González. Anteriormente había venido a Cuba el presidente de
gobierno español Adolfo Suárez, que pidió mi libertad, pero no se la
concedieron. Soy ciudadano cubano desde mucho antes de 1959, pero este
gobierno ha desaparecido mi ciudadanía, que no aparece por ningún lado.
Legalmente, soy un extranjero. Cuando regresé no vine a hacer oposición.
Yo siempre fui opositor. No disidente, porque nunca cobré el
ejército, aunque estaba en las planillas; no ocupé ningún cargo, no fui
miembro del Partido Comunista. Por lo tanto no soy disidente, sino
opositor, porque hice la revolución para algo que no era esto ni nada
parecido. Contra mí han tomado represalias que no han tomado con muchos
disidentes, a la chita callando, como hacen las cosas. Ponen obstáculos y
obstáculos. Mi residencia en Estados Unidos la perdí porque soy el
único opositor en Cuba al que gobierno norteamericano le ha enviado una
carta en la cual le dice que está sujeto a doscientos cincuenta mil
dólares de multa o diez años de prisión. Por lo tanto, ante esa
situación, entré en Estados Unidos por Chicago y, cuando me fueron a
celebrar juicio, resultó que como español me pueden quitar la
residencia, pero no me pueden poner una multa ni meterme preso. O sea,
que he sido sometido a represalias, yo te diría, por ambos lados.
Algunos periodistas me dicen que no he tenido obstáculos. ¿Qué más
obstáculos voy a tener? No necesito que el gobierno diga si estoy
viviendo legalmente o no aquí. Este es mi país.
CN – Usted
ha sido respetado como revolucionario que luchó firmemente primero
contra Batista y luego contra Fidel Castro, y soportó sin flaquear
veintidós años de prisión. ¿Considera que su actitud luego como opositor
de este régimen está a la altura del radicalismo que lo caracterizó
siempre o que ha sido más conservadora?
EGM - Los años pasan y surgen una serie de
enfermedades que no estaban en el programa. Ahora estoy tranquilo porque
estoy enfermo, en proceso de recuperación. Yo creo que lo que tenía que
hacer lo hice. Estando preso, realicé una docena de huelgas de hambre.
Una de ellas, en la peor época del presidio político, fue de cinco
meses. Los dos primeros, a pelo limpio. El tercero, en el hospital, tres
tomas de dextrosa diaria porque si no me amarraban. El cuarto mes, de
nuevo a pelo limpio. El quinto mes, tres tomas de té diarias. Cuando
terminé, los médicos militares y la alta oficialidad fueron a verme y me
preguntaron cómo yo resumiría aquella huelga. ¿Cómo? De la siguiente
forma: Si me dan la libertad por que haga una huelga similar, no la
puedo hacer. Eso se hace una sola vez y punto.
Una vez recibí una golpiza enorme. Salí vivo de milagro. Culatazos,
patadas, golpes contra las piedras. Me partieron todas las costillas, me
rompieron el ojo derecho y perdí la visión por completo en ese ojo, me
dañaron el oído izquierdo a tal extremo que perdí la audición. Había
orden de no ingresarme en el hospital y entonces me entizaron todo el
tronco, desde el cuello hasta la cintura, con tape, porque no podía
respirar.
A mí me da risa, porque la posición mía es independiente. Hablando
claro, yo no nací para ser agente ni de España, ni de Estados Unidos, ni
de Cuba, ni un carajo. Pero eso tiene su precio. Ni le sirves a la
derecha ni a ningún otro factor. Eso es una política errónea de ellos.
Aunque William Morgan no haya sido de tal organización o de tal otra de
su preferencia, hablen de él, porque lo de William fue un asesinato.
Pero no lo hacen.
CN - Usted conoció personalmente a Fidel Castro y
tuvo un encuentro con él cuando regresó a Cuba desde el exilio. ¿Cree
que él ha sido uno de esos líderes a quienes el poder corrompe? ¿Cómo
describiría el papel que ha jugado en la historia de la república
cubana?
EGM – Soy el único opositor —no recuerdo a ningún
otro— al cual Fidel recibió. Ah, que no llevó a cabo mis peticiones, eso
de antemano ya yo lo sabía. Fidel Castro es un enfermo, con un ego
impresionante, despiadado con sus adversarios. Conmigo no solo ha sido
despiadado, sino injusto. Yo luché contra Batista para lograr la
libertad de Cuba, para restablecer el ritmo constitucional del país;
pero si hubiera tenido maldad política… El 1º de enero, el que entró
primero con la tropa en La Habana fui yo. Además, pude tomar Matanzas,
pero Batista se cayó y se fue, ¿para qué vamos a tomar el cuartel?
Aunque salieron los guardias a entregármelo, en nombre de Fidel, que era
la cabeza visible. Pude tomar Ciudad Libertad. Cuando yo entré, aquí no
estaban ni Che ni Camilo. Pude tomar La Cabaña.
Pude tomarlo todo y no lo tomé.
Entonces Fidel, como ente político, debió haberse dado cuenta de que
aquel muchacho no tenía ambición ninguna. Le evité la pugna en que
podíamos haber entrado si yo llego a tener poder. Hubiera sido
peligrosísimo para él, porque hasta de Pinar del Río, cuando yo entré en
La Habana, me avisaron para que enviara tropas y entregar la provincia.
Así que pude tomarlo todo y luego vamos a ver a cómo tocamos.
El día 3 entraron Guevara y Camilo. El 8 entró Fidel. En Ciudad
Libertad me dijo: Oye, Menoyo, quiero conversar contigo. ¿Qué quería
conversar? Lo que en mi mente ni estaba. ¿A qué aspiras? ¿Qué quieres?
Yo, nada. A lo que sí aspiro es a que los que están bajo mi mando que
quieran quedarse en el ejército no tengan problemas y se puedan quedar.
Me dijo: Bueno, yo no les doy nada; ellos se lo han ganado. ¡Coño, y a
los pocos meses me manda a Guevara y a Camilo allí, al Estado Mayor, a
depurar porque yo tenía muchos oficiales! No jodas, si es lo único que
se te ha pedido. Como les dije: Miren, yo tengo ciento cincuenta
oficiales. Vamos a darle ciento cincuenta oficiales al Directorio. Vamos
a darle al Partido Socialista ciento cincuenta oficiales. El Movimiento
26 de Julio ciento cincuenta, seiscientos. ¿Quién tiene los miles de
oficiales? ¿Ustedes? Depuren ustedes entonces. Yo no tengo un carajo que
depurar. O sea, que lo único que pedí a los pocos meses ya lo estaba
violando. Y empezaron a difamar la organización que yo había presidido.
En fin, que fueron ellos, el propio Fidel Castro, quien empezó a
hostigar.
El que lo conocía desde antes sabía que ya era un dictador por
dentro. Es un individuo con un ego enfermizo. Yo no quería nada, a no
ser restablecer el ritmo constitucional del país. Nací bajo una
dictadura, conocí la dictadura franquista desde niño y no apoyaría jamás
otra tiranía. Y eso lo sabía Fidel. Ahora, su ego no le permite admitir
que pueda haber alguien que le discuta el poder, o más inteligente que
él. Hoy sigue siendo un individuo que solo cree en él mismo. No tiene
ninguna ideología. Usa lo que le sirva. Lo que tiene es una filosofía
del despojo: quitarlo todo y controlar mando, inteligencia, medios de
difusión: todo lo abarca y la historia se la coge para él solo. Pero
entiendo que en Cuba hay historiadores inteligentes. Averiguan la
verdad, saben que no la pueden decir y callan. Sin embargo, desaparecido
todo este proceso, los historiadores se darán a la tarea de poner las
cosas en su lugar, porque el pueblo de Cuba tiene derecho a saber la
verdad. Castro es un individuo al que no se le pueden quitar algunos
méritos. No puedes decir que es valiente, pero es osado.
Sin embargo, ha habido otros con tantos o más méritos que él. El
hecho más audaz que recuerda la historia no lo llevó a cabo el
Movimiento 26 de Julio, y es el asalto al Palacio Presidencial. Le guste
a él o no le guste, el que lo organizó y lo dirigió se llama Carlos
Gutiérrez Menoyo, le guste o no le guste ese apellido. Cuando llega el
13 de marzo se habla de José Antonio Echeverría, que tiene un mérito
tremendo porque le encomendaron la toma de Radio Reloj; pero no es el
hecho verdaderamente histórico, porque José Antonio no dirigió el asalto
al Palacio. Aunque quiera enterrar el apellido Gutiérrez Menoyo, aunque
quiera ocultar a la figura política de ese asalto, que fue Menelao
Mora. El Directorio Revolucionario (y me consta, porque yo fui enlace en
el asalto al Palacio) fue invitado a última hora. Era un grupo muy
positivo, gente joven, de la federación, pero no organizó el asalto. Así
que llegará un momento en que la historia será puesta en su lugar.
Nota al lector: Lea mañana en Cubanet la segunda parte, y final, de esta entrevista
Posted by: "Comité Pro Libertad ded Presos Políticos Cubanos"