
LA
HABANA, Cuba. — Hace 12 años leí un hermoso artículo de homenaje al
centenario de la República, del poeta y escritor Rafael Alcides. Lo
tituló La Princesa Dormida, metáfora que encerraba los anhelos de muchos
cubanos que preferimos creer que nuestra República, que tanto
sacrificio costó a varias generaciones decimonónicas, no ha muerto, sino
que yace sumida en un largo y profundo sueño del que deberá despertar
alguna vez con un beso de amor.
Desde entonces, cada 20 de mayo evoco esperanzada el texto del poeta y
me pregunto cuánto habrá de tardar todavía el esperado beso que nos
devuelva a la Princesa-República. Su letargo ha sido demasiado
prolongado; su ausencia, devastadora.
Los cubanos que discurren por su séptima década o más, recuerdan el
20 de mayo como una fecha de jolgorio nacional donde la gente celebraba
cada año el nacimiento de la República con espontáneo júbilo. Cuba
entera se vestía de banderas y había fiestas en todos los pueblos y
ciudades, porque el 20 de mayo de 1902 se había arriado la bandera
estadounidense de las astas oficiales y por primera vez en la Historia
ondeaba solitaria la enseña de los cubanos.
La maldición de la bruja
Pero, así como en el cuento infantil, nuestra Princesa-República
también recibió su maldición. La Bruja-Revolución llegada al poder en
1959, estaba resuelta a reescribir la Historia de la Isla bajo un nuevo
paradigma que debían seguir en lo adelante todos los cubanos. El dogma
verde olivo, dictado desde la oligarquía militar en el poder, se
consagró a escarnecer con particular saña el pasado republicano.
Desde entonces la autocracia nos adoctrinó en la negación: antes de
enero de 1959 no habíamos tenido una República, sino que –por inflación
verbo-revolucionaria– el lapso transcurrido entre 1902 y 1959 habíamos
sido una seudo-República o, preferiblemente, una “república
mediatizada”, subordinada a EEUU y a los intereses del capital foráneo
que expoliaba las riquezas nacionales y despojaba de sus legítimos
derechos soberanos a los cubanos. Un discurso que, paradójicamente, cada
vez se parece más a la realidad actual.
Tras medio siglo de adoctrinamiento y despojo “revolucionario”, de
“República”, Cuba apenas conserva el nombre, que solo aparece en ciertos
documentos timbrados y en los malos billetes de un papel moneda que –a
diferencia de los que circularon durante la breve democracia republicana
de la primera mitad del siglo XX– no tienen valor alguno. Gracias a la
“revolución mediatizada” que solo fue un medio para que una casta
militar asumiera el poder absoluto, sepultara todo vestigio de avance
republicano y secuestrara los derechos ciudadanos, la mayoría de los
cubanos de la Isla han olvidado que el 20 de mayo y no el 1ro de enero
es la fecha celebración de la democracia.
Un Judas para un falso beso
Pero he aquí que la nueva realidad que aspira a construir el régimen,
en virtud de la cual el paradigma vuelve a ser el capital foráneo,
precisa de una imagen diferente, más parecida a las sociedades prósperas
que hoy son convocadas a la piñata de la Isla. Para ello no basta con
el despliegue de seudo-legalidad de un puñado de “reformas” que
confieren dudosos derechos a los esclavos de la plantación y conservan
el derecho de pernada de la castrocracia. Es preciso que la dotación se
crea el discurso de los cambios, las promesas de una prosperidad que
(¡por fin!) está al doblar de la esquina.
También urge sofocar cualquier escrúpulo de los potenciales
inversores-salvadores del régimen, así que ahora precisan despertar a la
Princesa-República, aunque sea por la fuerza. En primer lugar hay que
ir redibujando el pasado y revisando la Historia, para preparar
(reparar) un discurso que, más que obsoleto, ahora resulta incómodo. Va y
en definitiva no fue tan mala la República; quién sabe si, después de
todo, no era tan mediatizada, sino solo un poquito.
Solo así se explica que un heraldo tan fiel a los Castro como el
conocido cantautor Silvio Rodríguez nos haya traído la novedad de
proponer desde su blog “Segunda cita” retomar la celebración del 20 de
mayo, puesto que –con sus defectos y virtudes– ese día nació la
República de Cuba. Obviamente, el otrora inconforme rebelde trovador,
devenido burgués gentilhombre gracias a sus estrechos vínculos con el
poder, ha vislumbrado desde su atalaya el regreso de la Princesa, y la
quiere de regreso, probablemente cubierta, no con la bandera tricolor,
sino con los atavíos verde olivo de sus amos. Habrá que reconocerle a
Silvio que esa Trova sí que es Nueva. Porque en principio, recuperar la
celebración sería cosa buena; pero antes sería preciso rescatar la
República, que no es en realidad la intención de Silvio, ni de los
Castro.
Confío en que, desde su sueño profundo, la Princesa no confunda el
beso de este Judas y permanezca dormida. Contrariando mis propios
deseos, que son los de muchísimos compatriotas de todas las orillas,
prefiero que ella siga dormida y despierte solo con aquella caricia que
traiga consigo la realización de una República que hasta hoy es una
quimera: el culto de todos los cubanos a la libertad plena.
Fotos del 20 de mayo de 1902
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Carta del Rey de España a Don Tomas Estrada Palma felicitándolo por la independencia de Cuba
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Maximo Gómez arría la bandera estadounidense y sube la cubana
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El gabinete del presidente Estrada Palma en 1902
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Arrían la bandera estadounidense en el Morro de La Habana
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Los cubanos desde el malecón de cuando se iza la bandera cubana en el Morro
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La
multitud en la Plaza de Armas, frente al viejo palacio de los Capitanes
Generales, asiste al momento en que se iza la bandera de la estrella
solitaria
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Plaza de Armas con la bandera cubana en alto en 1902
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Carta del Rey de España a Don Tomas Estrada Palma felicitándolo por la independencia de Cuba
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Maximo Gómez arría la bandera estadounidense y sube la cubana
Posted by: "COMITE PRO lIBERTAD DE PRESOS POLíTICOS CUBANOS"