
Ernesto Londoño
LA HABANA, Cuba -El joven periodista Ernesto Londoño debe sentirse
profesionalmente muy gratificado: no solo ha logrado levantar una
enconada polémica mediática en las últimas semanas a partir de sus
insólitos editoriales aparecidos en el New York Times (NYT), a favor de
un acercamiento entre los gobiernos de EE UU y Cuba, aupando el
levantamiento del Embargo, entre otras propuestas a tono con el discurso
oficial cubano; sino que por estos días anda en un “viaje de trabajo”
en la Isla y ha sostenido varios encuentros con algunos medios, entre
ellos el más oficial de todos, el Granma, en cuya sede fue cordialmente
recibido el pasado lunes 24 de noviembre por el equipo de redacción,
encabezado por su director. Londoño publicó varias fotografías de la
ocasión en su cuenta de Twitter.
Por su parte, el martes 25 la revista OnCuba lo recibió en su sede de
La Habana, donde “dialogó, preguntó y respondió a nuestras
inquietudes”, según entrevista publicada por la referida revista, en la
que se afirma que Londoño se encuentra realizando un trabajo de
investigación que le permitirá continuar desarrollando el tema Cuba en
el NYT. La página abundó en fotografías que testimonian el encuentro,
donde se muestra un Londoño risueño y distendido.
Y en efecto, todo indica que la intención de Londoño y de sus jefes
editoriales es recopilar la mayor cantidad de información posible de
sectores de opinión muy diversos en este controvertido viaje. Al menos
así lo evidenció su llamada telefónica del viernes 28 a la directora de
14ymedio.com, Yoani Sánchez, solicitando reunirse con ella, quien aceptó
realizar un encuentro en el que debían participar además otros miembros
del equipo, entre ellos el editor jefe, Reinaldo Escobar; los
reporteros Luzbeli Escobar y Víctor Ariel González; la responsable de la
página cultural, Rachel Vázquez; y los columnistas Eliecer Ávila y esta
escribidora, Miriam Celaya. La premura del encuentro impidió la
presencia de los corresponsales de provincias.
Hotel Saratoga, ¿un espacio “neutral”?
El sábado 29 de noviembre, a las 11 de la mañana, previo acuerdo de
ambas partes, nos reunimos con Ernesto Londoño en un espacio tan
“neutral” como el mezzanine del hotel en que se hospeda, el Saratoga,
sito en Prado y Dragones, justo frente a la Fuente de la India y aledaño
al Parque de la Fraternidad y al Capitolio, y desde el cual en
ocasiones (cuando es forzoso) algunos nos conectamos a Internet por el
astronómico precio de 12 CUC la hora, para sufrir la angustia de un
servicio lento y repleto de “bloqueos”. De hecho,
casualmente, durante nuestra conversación de cerca de tres horas con Londoño no hubo conexión.

Londoño en la redacción de ON CUBA
A nuestro alrededor, el mal disimulado movimiento de los agentes de
la policía política en sus ridículos personajes de “huéspedes”,
empleados o clientes de la cafetería del lugar, nos recordaba que bajo
regímenes totalitarios la neutralidad siempre es una quimera. Tampoco en
todo ese tiempo se nos acercó siquiera una camarera para preguntarnos
si deseábamos ordenar al menos un café; algo notorio en un país en el
que los nativos no podemos permanecer sentados ocupando una mesa si no
vamos a “consumir”.
De cualquier modo, todo aquel despliegue policial fue un desgaste
inútil: allí los desobedientes no fuimos a compartir secretos ni a
fabricar componendas, sino a expresarnos tan libremente como solemos
hacerlo en nuestros textos, así que no nos tomamos siquiera el trabajo
de bajar la voz.
La primera impresión, tras las presentaciones con el
periodista-revelación del momento, fue decepcionante: Londoño no podría
responder a las preguntas que cada uno de nosotros le tenía preparada
porque para ello “debía solicitar la aprobación” de sus jefes del NYT.
El requisito imprescindible sería que se las enviásemos por escrito y
esperásemos la respuesta. Tampoco podríamos tomarle fotografías durante
el encuentro. Cualquier criterio que él expresara personalmente en
aquella reunión no debía ser publicado por nosotros.
Súbitamente, lo que pensamos sería un encuentro entre colegas de dos
medios diferentes en el que intercambiaríamos opiniones y debatiríamos
sobre temas de interés crucial para los cubanos, se había convertido en
una cita “clandestina” con cierto sabor a adulterio, una suerte de
conspiración mediática
destinada a nutrir y diversificar el conocimiento (de él) sobre la
realidad cubana, pero sin que divulgáramos sus puntos de vista, sus
motivaciones sobre nuestro país o a dónde se dirigía su interés.
En fuerte contraste con su estancia en el periódico Granma y su
visita a la revista OnCuba, la reunión con 14ymedio tendría un corsé
(¿embargo?) impuesto precisamente desde el paladín anti-embargo, el NYT.
¡Vivir para ver!

Londoño visita el diario Granma. Aquí en el departamento de fotografía, ante cámaras antiguas
No obstante, allí acordamos que los representantes de 14ymedio.com le
ofreceríamos a Londoño nuestras opiniones acerca de todo lo que le
interesara conocer de nuestro país, pero seríamos libres de publicar lo
que expresáramos por nuestra propia cuenta… Porque tales son las
ventajas de quienes no necesitan pedir permiso para expresarse.
Así, atendiendo a cuestiones rigurosamente éticas y honrando el
compromiso contraído, solo presentaré aquí un resumen con mis
impresiones y comentarios sobre el encuentro y en ningún caso las
preguntas y opiniones del visitante foráneo.
Un regalo al NYT
Resulta imposible resumir en pocas palabras la variedad temática de
la conversación vespertina del sábado, aunque sí me atrevería a afirmar
que a Londoño debe haberle sorprendido descubrir un grupo tan variopinto
de edades, profesiones y opiniones, agrupado en un mismo proyecto. Sin
dudas debe haber reparado en la ausencia de “coros” monocordes, acuerdos
unánimes o titubeos entre sus contertulios, y con seguridad, tampoco
debió percibir en otros encuentros un flujo de ideas tan crítico, libre y
espontáneo: no hubo agenda ni orden para opinar, ni temas tabúes, nadie
lideraba la reunión, nadie moderaba y nadie censuraba, un verdadero
regalo para un visitante que pretenda acercarse a una realidad donde
reina una arraigada autocensura social.
Política, economía, sociedad, historia, legalidad, relaciones Cuba-EE
UU, nuevas legislaciones, mitos y realidades de las “reformas”
raulistas y sus resultados hasta el momento, pasos necesarios para que
se produzcan cambios verdaderos en Cuba, qué querríamos ver reflejado en
los editoriales del NYT, qué clase de periodismo queremos los cubanos,
qué le recomendamos a los investigadores extranjeros si realmente
quieren conocer a Cuba, fueron varios entre un sinfín de tópicos no
agotados, pero que seguramente marcaron la diferencia entre lo que somos
y lo que le habían dicho que éramos a Ernesto Londoño.
En todo caso, pese a las limitaciones y a lo desafortunado de lo que
ha escrito hasta ahora en sus casi perversos editoriales, sobre los
cuales le ofrecí mi sincera opinión, la que he expresado en varios
artículos publicados por Cubanet, me alegra que este joven periodista
haya tenido la oportunidad de escuchar hasta ahora criterios desde
posiciones y compromisos tan diferentes como las barricadas de la prensa
oficial o la libre espontaneidad de al menos una parte de las voces de
la prensa independiente. Es de desear que sepa palpar el pulso de los
cubanos a ras del suelo, esos que sobreviven en los barrios cercanos a
su caro alojamiento. Supongo en lo sucesivo sea más responsable, o al
menos asuma las consecuencias de sus textos.
Celebro que haya estado también con los hacedores de publicaciones
“críticas” tan light que gozan del privilegio de trabajar en oficinas
legales en La Habana, otro “milagro reformador” que delata el tipo de
cambios que el gobierno cubano ha implementado y que constituye una
clara señal del largo camino que debemos recorrer los cubanos para
defender nuestros intereses, tan diferentes de los de la larga dictadura
cubana y de los que el propio Ernesto Londoño ha defendido con tanta
pasión como ignorancia desde los sesgados editoriales del NYT
Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"