viernes, 6 de abril de 2012

"Carta abierta a Camila Vallejo"

El músico y actor Ismael de Diego ha dirigido esta misiva a la líder estudiantil chilena, quien se encuentra de visita en Cuba
Camila:
Usted es portavoz de un grupo grande de personas que confían en su integridad y tiene con ellos una enorme responsabilidad, el de haber contraído un compromiso con la verdad y la transparencia. En nombre de esos jóvenes que representa y ya que usted sí goza del privilegio de expresar su opinión libremente, le suplico que se informe con objetividad.
Los coches lanza agua, los gases lacrimógenos y demás maquinaria represiva a las que usted está acostumbrada, no son la única forma de represión que existe. En Cuba se aplican otros métodos, en gran medida porque no va dirigida a una muchedumbre que se manifiesta en plena calle y que además responde con violencia, quizás justificada, ante la agresión. Aquí la represión va dirigida principalmente a grupos defensores de los derechos humanos, periodistas independientes, activistas políticos, blogueros, artistas e intelectuales, todas personas de ideas, de ideas incómodas para el sistema, pero de ideas. Personas pacíficas que, hasta la fecha, no han realizado ningún acto público que se asemeje a lo que usted ha experimentado, entre otras cosas, porque no tienen ese derecho. Y es ese, el acto de manifestarse a plenitud en las calles, el mayor temor que mueve al sistema represivo en mi país. Estas personas de las que le hablo son acusadas, en su mayoría, de servir a los intereses de los Estados Unidos. Constituye este el gran argumento acusatorio que esgrime nuestro gobierno y de esa manera se atribuye el derecho de, y le ruego  no se  aburra: intervenir los teléfonos, escuchar llamadas y suspender el servicio de móviles y líneas privadas a su antojo; perseguir hasta la demencia, con agentes uniformados y vestidos de civil, todos los movimientos de su vida privada y pública; intervenir el correo electrónico, regular todo contacto con extranjeros dentro y fuera de Cuba; detener a menudo a la fuerza, encerrar sin acusación por días enteros, en muchos casos sin informar a los familiares; coordinar y alentar turbas civiles para agredir, física y verbalmente a personas violando los más elementales derechos humanos. Así funciona la represión en Cuba.
Todas estas medidas fueron aplicadas en un día, aproximadamente a unas 300 personas durante la visita del Papa Benedicto XVI, acusadas de agitación sin ninguna evidencia. Lo sé de primera mano porque fui uno más de los secuestrados por las autoridades, que desde hace un tiempo atrás me vienen aplicando este tipo de acoso enfermizo. Soy cineasta y mi único delito ha sido ser radicalmente honesto en mis principios y criterios e intentar realizar un documental sobre el grupo de punk contestatario Porno para Ricardo. Eso ha sido suficiente crimen para que se me persiga y se me hostigue hasta el punto del secuestro, y recibir amenazas de privación de libertad por parte de oficiales de la Seguridad del Estado durante mi detención. Como era de esperarse, también fui acusado de actuar en nombre de los intereses de los Estados Unidos, cosa que reto públicamente a demostrar.
Le recuerdo que la organización de jóvenes comunistas de Cuba, por la que usted ha sido invitada a nuestro país, no es una organización independiente como la suya. Al contrario, es una organización creada por el gobierno cubano para representar sus intereses y también, como es de esperarse, las organizaciones estudiantiles comunistas, son las únicas que tiene permiso para existir en Cuba. Así mismo ocurre con todas las organizaciones sociales que gozan el reconocimiento del Estado, sean obreras, campesinas, tanto intelectuales y culturales como regionales y comunitarias, todas creadas por el Partido Comunista y todas de carácter excluyente. Cuando escucha en sus debates, sus opiniones y visiones, críticas sobre nuestra realidad, en verdad está escuchando la opinión del Partido Comunista, opiniones y críticas permitidas y complacientes. Si quiere objetividad, ahí no la va a encontrar.
Espero que comparta la sospecha conmigo de lo extraño que resulta que en toda Cuba no exista un solo movimiento popular que discrepe, aunque sea en un par de aspectos, abiertamente  del gobierno. Ni un grupo estudiantil, de trabajadores de ningún sector de la economía, ni de intelectuales y artistas. De campesinos y obreros, representantes de comunidades, líderes  religiosos. De madres indignadas, despedidos en masa, pensionados miserables, ni siquiera de clientes insatisfechos. No ha existido un solo grupo con reclamos auténticos en 53 años de proceso “revolucionario”, cero manifestaciones legítimas en más de medio siglo, y casi ninguna persona suficientemente elevada moral y éticamente para cuestionar al gobierno. Y eso es muy raro, al menos para el género humano, tan exigente e inconforme por naturaleza. Las únicas excepciones a esta regla, aquellos que sí han luchado por las injusticias reales de este sistema, han sido, invariablemente acusadas de colaborar, actuar en su nombre, de ser asalariados de los Estados Unidos y desacreditados públicamente y con saña en los medios masivos, todos por cierto propiedad del gobierno. Créame que es imposible tanta coincidencia, particularmente en un país donde se viven tantas carencias de todo tipo, tanto de libertades personales, como económicas y espirituales. Algún reclamo auténtico debe haber.
Las demandas que se hacen desde el delicado margen de la disidencia no son aspectos que tocan a un solo sector social sino a todos los cubanos. Y hablan de la libertad de viajar fuera de nuestro país sin requerir un permiso especial por parte del gobierno. De permanecer en el extranjero más de 11 meses sin caer en la categoría de “quedado” y perder nuestra nacionalidad y nuestras propiedades. De tener libre acceso a internet y gozar, a la par del gobierno, del acceso a la información noticiosa de nuestra preferencia. Del derecho a la privacidad y a la participación social en todos los niveles sin condicionantes ideológicas. De poder asociarnos y tener una opinión política abierta, sea la que sea, y de que no se encarcele a nadie por su pensamiento. Podría seguir, pero pretendo ser breve. Como ve, no son nimiedades, son todos derechos fundamentales del ser humano y que no dudo, usted y los jóvenes de su país, sí disfrutan.
Le recuerdo también que detrás del rostro amable y preocupado de la Revolución Cubana, se esconde una dictadura militar en su más estricta definición. La resistencia durante las sangrientas dictaduras del pueblo chileno y argentino han sido y son un ejemplo para todos los cubanos, de lucha, de integridad y de valor ante la injusticia. Los atropellos de los que somos víctimas actualmente en Cuba, también ocurrieron en su país y son considerados una abominación y condenados en estos días de democracia por muchos sectores, precisamente por haberlos sufrido en carne propia. Justificarlos sería muy irresponsable. Todos conocemos los horrores a los que fueron sometidos estos pueblos en las décadas de los 70 y 80, pero muy poco se conoce en el mundo el historial represivo de esta “Revolución” que persiguió a los religiosos de todas las creencias, se ensañó con furia con los homosexuales hasta llegar a excluirlos de sus ocupaciones, golpearlos y encarcelarlos. Persiguió a todo aquel que escuchara una música extraña o tuviera gustos no comprendidos por el esquema de la época, acusados de “diversionismo ideológico”. Recogió, encarceló, procesó y deportó a sus provincias de origen a miles de cubanos por el infame delito de visitar la capital de su país. Miles fueron despojados de su vida en purgas colectivas acusados de cualquier cargo de moda donde usted podía ser culpable de tener “una risa pequeño burguesa”, “una conducta impropia” o un “pariente quedado” y así ha sido desde los primeros años este proceso revolucionario, cuando fue respaldado por miles de cubanos llenos de esperanzas, que se fueron diluyendo entre torpezas y decisiones arbitrarias.
Aún existe una fascinación incondicional por la Revolución Cubana en Latinoamérica, en gran medida por el desconocimiento de nuestra realidad, gracias a que los medios de denuncia han sido eficientemente silenciados a lo largo de todos estos años, tal vez por la generosa actitud con la que se muestra hacia fuera el gobierno de Cuba. He notado la tendencia a idealizar nuestro sistema, quizás porque durante los años que ustedes vivieron bajo la represión fueron perseguidos por ideas que parecían materializarse aquí, creando tal vez una ilusión romántica de justicia. Pero sepa también que esta dictadura encuentra crédito y se justifica con esas complicidades ante su pueblo, y es certificado de credibilidad la inocencia ciega con la que muchos apoyan a este gobierno, sin cuestionamientos esenciales, sin que prime la verdad.
Así que le pido, no se deje engatusar por las caras sonrientes y pregunte. Pregunte por la UMAP, por la parametración, por los ”actos de repudio” de ayer y por los de hoy, por las brigadas de acción rápida y la condición abiertamente declarada de “vigilantes” de los CDR y sus siniestras “verificaciones”, con menos glamour televisivo pero con igual costo humano. Y ya que quizás a usted sí le den alguna respuesta, pregunte por favor, por el hombre desesperado que gritó solo, no en una manifestación, sino solo, un par de opiniones en la misa que ofició el Papa en Santiago de Cuba y que fue golpeado a puños limpios, no con agua, desaparecido y hasta el sol de hoy nadie sabe dónde está. Y cuando tenga algunas respuestas, acudiendo a su criterio, pregúntese, por mí y por los millones de cubanos que queremos saber, si las cosas no podían haber sido de otro modo.
Ismael de Diego


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Otro subsidio en peligro


| Por Odelín Alfonso Torna
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubane.org -En el año 2005, ante las delegadas al V Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), el creador por excelencia de programas para “¿beneficio social?”, Fidel Castro, arremetía contra los viejos equipos electrodomésticos norteamericanos y soviéticos, de alto consumo de energía, que gracias a la inventiva del cubano suplieron las necesidades de muchos hogares por más de 30 o 40 años.
En medio de aquel aquelarre de ahorro de energía montado por el delirante Castro, cada delegada de la FMC recibió una flamante olla arrocera. Surgía así la llamada Revolución Energética, afortunadamente una de sus últimas “geniales ideas” antes de retirarse en 2006. Un regalito de despedida, como para que no lo olvidáramos nunca.
Los viejos equipos consumidores de energía serían sustituidos por nuevos y eficientes electrodomésticos fabricados en China. Aunque la medida gubernamental fue opcional y la nueva “revolución” consistía simplemente en venderles a las personas, al contado o a crédito, los nuevos aparaticos –previa entrega de los viejos equipos satanizados-, muy pocas familias se resistieron a la novedad y las presiones.
En marzo de ese mismo año, Fidel Castro daba curso al llamado “Pacto Social”, una medida que despojó a muchas familias cubanas de los contratos para acceder al gas licuado cada 24 ó 30 días, también a la cuota de queroseno racionado vendido mediante la libreta de racionamientos. De esta manera, el uso de ambos combustibles quedaba prácticamente eliminado y los viejos equipos que con ellos funcionaban eran sustituidos por electrodomésticos. El desembolso familiar por el nuevo “modulo” que incluía  una olla arrocera, una olla frijolera, una cocinita eléctrica y un calentador, fue de 597 pesos (23 dólares), casi dos meses de salario promedio.
Después de siete años, y con miles de deudores morosos en los pagos de sus créditos, montañas de electrodomésticos chinos destartalados por su mala calidad, falta de piezas de repuestos, reparaciones “estatales” a precios prohibitivos y el aumento de la tarifa eléctrica, este capítulo de la desastrosa Revolución Energética, otra de las muchísimas “brillantes ideas” del Comandante, parece estar llegando a su fin.
En cambio, algo nuevo se cuece en las alturas. Desde mediado de 2011 la comercializadora estatal de combustibles CUPET, prevé eliminar el subsidio del gas licuado, el combustible doméstico más demandado en Cuba.
Aunque los pronósticos del expresidente Fidel Castro hablaban de ahorro energético, comodidad y frijoles ablandados en tiempo record, la realidad fue que la familia cubana terminó gastando más dinero en electricidad y con un montón de cacharros de malísima calidad que comenzaron a romperse tan rápidamente como nos prometieron que se ablandarían los frijoles. La venta del gas licuado se mantiene hasta hoy en los vericuetos de la ilegalidad. El precio de la llamada balita de gas o calabaza, en el mercado informal, oscila entre 120 y 150 pesos (casi 8 dólares), equivalentes a dos semanas de salario para la mayoría de los cubanos.
Un segmento, en el Noticiero Nacional de Televisión (NTV) del martes 3 de abril, a cargo de la periodista oficialista Talía González, dejó claro que el mercado informal, que se abastece gracias a la rampante corrupción que impera en todo el país, es el gran beneficiado con la eliminación de los contratos de gas licuado ideada por nuestro infalible Comandante jubilado. “Lo más lamentable es que al no tener otra opción, muchos consumidores prefieren que continúe la venta de gas en el mercado negro”, descubrió la sagaz Talía.
Como quien no quiere la cosa, la periodista sugirió: “Ante ese panorama, sería beneficioso poner en práctica, a corto plazo, uno de los lineamientos aprobados por el VI Congreso del Partido, sobre la venta liberada de combustible doméstico y de otras tecnologías de cocción, a precios no subsidiados”.
De nuevo, el pueblo es el gran perdedor que termina pagando los errores (jamás reconocidos) de los “iluminados” que desde hace medio siglo guían a los cubanos por los caminos del socialismo.
El costo de una balita de gas, oscila entre 11 y 14 dólares. Sin embargo, los clientes que mantienen contratos de gas con  CUPET,  pagan solamente 7 pesos por balita (0.35 centavos de dólar).
Ahora que el gobierno cubano se prepara para eliminar este otro “subsidio”, queda por ver, cuál será el precio de una balita “liberada” de gas. Aunque sabemos de antemano quien será el gran perdedor.
Otro subsidio está en peligro y el comandante de las “regalías” y los “proyectos de beneficio social”, está reflexionando, fuera de combate, incapaz de defenderlo. En cuanto a las “otras tecnologías de cocción a precios no subsidiados” (vaya frasecita rimbombante para llamar a una hornilla) a que se refiere Talía González, ya Raúl Castro se ha encargado de colocarlas en las Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD) para que la pague el que tenga moneda convertible, cuando le llegue la remesa mensual desde Miami.
odelinalfonso@yahoo.com


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Trato cruel, inhumano y degradante

| Por Laritza Diversent
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -Laura Álvarez Rojas, una cubana residente en Sudáfrica, en menos de 9 meses perdió dos de sus seres queridos. Su hermano, Alberto Álvarez Rojas, residente en la isla, pero de paso por Sudáfrica, falleció el pasado día 13 de marzo, en un accidente automovilístico.
“Aun sin reponerme del dolor por perder a mi madre, me vi ante la muerte de mi hermano, desarmada y terriblemente deprimida”, escribió Álvarez Rojas en una carta para algunos amigos. Decidió llevar sus restos a la tierra natal y compartir tan dolorosa pérdida con sus familiares en Cuba.
Realizó todos los trámites burocráticos que exige Inmigración y Extranjería para entrar en la isla. Prorrogó su pasaporte, legalizó el certificado de defunción de su hermano y pagó todo los aranceles consulares. El pasado 23 de marzo, salió del continente africano y aterrizó en Cuba, a las 6 de la tarde del siguiente día.
Se sorprendió cuando una funcionaria de inmigración le dijo, en la taquilla, que no estaba permitida su entrada al país y no sabía los motivos. En una oficina aparte pidió que revisaran su nombre. En el año 2011entró 2 veces a Cuba, sin problemas. No vino a vacacionar. Su madre tenía cáncer terminal de hígado.  “No puedes entrar, y punto, tu embajada en Sudáfrica es la responsable de explicarte los motivos”, contestó la funcionaria.
La oficial intentó descubrir por qué le negaron la entrada “¿Pagaste tus importes, en emigración, en Cuba?”, preguntó.  “Sí”, contestó Laura. “¿Te fajaste con alguna persona?”, volvió a preguntar. “Nunca, ni antes ni después”, rebatió. “¿Saliste a pasear por algunos lugares?”, continúo interrogándola. “Mis paseos fueron al hospital, para transfundir a mi madre, a emigración, y al aeropuerto”.
En un bolso estaban los restos de Alberto. “A las personas que se le niegan la entrada a Cuba, no se les permite pasar equipaje”, agregó la funcionaria de inmigración. “Pídele a la embajada que mande los restos de tu hermano por valija diplomática”, le aconsejó la mujer.
Desesperada, llamó a su esposo, un médico “desertor” del sistema de salud cubano, que lleva aproximadamente 10 años trabajando en Sudáfrica. También llamó a su hermana, que la esperaba afuera, y al cónsul de su embajada. “Apaga el teléfono, no te puedes comunicar con nadie más”, le advirtió la oficial, quien, además, “Entró en rabia y me arrebató el teléfono”, agrega Álvarez Rojas.
Laura no dejó de insistir: “Me vieron como loca, hablando con todos los funcionarios, me encerraron en una oficina, y fue cuando alguien me cogió por el cuello, rompiéndome mi rosario”.
A pesar del maltrato y las agresiones físicas, continuó en su empeño: “Me arrodillé y les imploré que le dieran los restos de mi hermano a mi otra hermana, que estaba afuera. A mí, que me regresaran a Sudáfrica, no me importaba”.
Laura no lo consiguió. La montaron en el vuelo KL 02724, el mismo día, en el mismo avión que había llegado. Al piloto le informaron que era una ilegal, por delincuente, en Cuba. El hombre se enfureció cuando la joven le mostró sus papeles en orden, las cenizas de su hermano y el certificado de defunción de la embajada.
El piloto se quejó. No era la primera vez que pasaba. “Me mandaban para atrás sin pre-ticket para que en Holanda tuviera que pagar de nuevo mi ticket hacia Sudáfrica”, explica Álvarez Rojas. Pero el piloto se negó a montarla en el avión sin el boleto y advirtió que reportaría a Cuba ante su línea aérea, por abusos frecuentes a sus ciudadanos.
La tripulación se esmeró en atenderla. “Me hicieron sentirme como persona, ya que el tratamiento que recibí en mi país fue el de un animal. Yo no llevaba un perro muerto, yo llevaba a una parte de mi corazón”, afirmó Laura en un intento desesperado por buscar comprensión y solidaridad ante lo sucedido.
“No me dejaron llorar mi dolor con mis seres queridos, no dieron el derecho de abrazar a mi hermana, que lloraba desesperada del otro lado, y fui obligada a volver aquí con los restos de mi hermano, el corazón desarmado, la esperanza rota y la decepción más grande de mi vida”, concluyó.
Laura insiste en buscar una explicación en la embajada de Cuba en Sudáfrica, aunque sabe que no existe razón para lo inexplicable. Sin embargo, se equivoca cuando afirma que nadie puede entender lo que siente. Las autoridades cubanas tratan así a muchos de sus nacionales. Sin dudas un trato cruel, inhumano y degradante, pero habitual.


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Sobrevivientes

| Por Víctor Manuel Domínguez
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -El arte de sobrevivir tiene como escenario cualquier calle o centro de trabajo en Cuba. Es más, interactúa o se complementa en esos sitios, como el arco y las cuerdas de un afinado violín. Sin uno, los otros no tienen cómo realizar su función.
Por eso está obsoleta la pregunta que se hizo Fernández Retamar en un poema al triunfo de la revolución: “¿Nosotros, / los sobrevivientes, / a quiénes debemos la sobrevida?”
Si el poeta fuera un cubano de a pie  no dudaría en responder: a la bolsa negra, al trapicheo, a la venta del cuerpo, a una canción, y en último caso, aunque bastante frecuente, a la mendicidad.
Si visitas una sala de maternidad, encuentras vendedores de talco para el bebé, ojitos de Santa Lucia contra el mal de ojo, pañales, lociones y ropitas traídas de un pulguero de Miami o Ecuador.
De ir a una funeraria, tropiezas con quién vende oraciones para la resignación, tabacos contra el estrés, cuentos de velorios que aligeran la espera, y hasta un traguito de ron para olvidar.
Cuando hay misas en la catedral, es necesario eludir bastones y muletas, cajitas con santos, prótesis de una mano o un pie, colocados en el piso, junto al dueño, que pide una monedita para mantenerse vivo.
Pero donde más convergen esta y otras manifestaciones del arte de sobrevivir, es en las carpitas instaladas por la Corporación Habaguanex S.A., frente al Castillo de la Real Fuerza y de espaldas al mar.
Allí se reúnen, para cazar turistas, las prostitutas de menor nivel (ajadas por la edad), otras muy jóvenes aún para debutar, y los proxenetas que todavía no pasan del Where you fron?, Come here y Yes.
También pulula en torno a las instalaciones un variado muestrario de vendedores de maní, chicles, alusil contra la acidez, viagras “fin de semana”, fotos, caricaturas, películas y todo cuanto puedas necesitar.
Como si fuera poco, las ofertas se hacen entre músicos ambulantes que, agrupados en dúos, tríos, o cuartetos de voces, maracas, guitarras y acordeones, complacen la más exigente petición.
No importa si quieres una ranchera, un bolero, un joropo o un vals. Ellos, entre sus números básicos (La guantanamera, el Chan-Chan y Hasta siempre comandante), ejecutan lo mismo una fuga que un reggae. La cuestión es que les den algo para comer y beber.
Mientras tanto, los empleados de las carpitas se las ven grises para laborar. Al deterioro de las instalaciones (una se derrumbó), deben añadir la carencia de insumos y la irregularidad en el suministro de bebidas y alimentos para vender. Trabajan 12 horas, en días alternos, por un salario de 248 pesos cubanos (10 dólares) al mes, más 10 dólares de “estímulo”, si no tienen ausencias o llegadas tardes al centro laboral.
Además, deben usar el único baño existente para más de cien consumidores de pollos y cerveza, que, como promedio, ocupan cada día estas tres cafeterías de Habaguanex.
Pero el colmo de los colmos es que deben alejar a cuanto loco, alcohólico, mendigo, músico y vendedor se adentre entre las mesas de la instalación, aunque no esté contemplado en su contenido de trabajo. No les resulta fácil. Porque la necesidad es mucha, y en no pocas ocasiones los sobrevivientes se ponen violentos cuando los empleados les piden que abandonen el lugar.
Rusos liberados por la perestroika, argentinos admiradores del Che, y nórdicos que arrojan las sobras a los perros, entre otros extranjeros, miran sin indignarse a quienes venden, para sobrevivir, lo poco que les queda, incluida su vergüenza.
En las carpitas de la Corporación Habaguanex S.A, se siente tanta vergüenza como en cualquier otra instalación, también hija bastarda del sistema, pero sin dólares para perpetuar el show.
vicmadomingues55@gmail.com


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martes, 3 de abril de 2012

Damas de Blanco piden una "acción urgente" para detener la "brutalidad"

Represión
'Condenen la ferocidad de un régimen que, en sus últimos estertores, golpea, hostiga y encarcela sin piedad a indefensas mujeres', señala un mensaje del grupo.
Las integrantes del Movimiento Damas de Blanco Laura Pollán pidieron este martes una "acción urgente" para detener las "brutalidad" del régimen de La Habana contra la disidencia interna.
"Llamamos a las organizaciones defensoras de los derechos humanos, a los gobiernos democráticos y a la opinión pública para que tomen una acción urgente que detenga las brutalidad del régimen cubano contra los activistas pro democracia", señaló un comunicado de la organización.
Decenas de opositores pacíficos, entre ellos el exprisionero de conciencia José Daniel Ferrer y la representante de las Damas de Blanco en la zona oriental, Belkis Cantillo, fueron detenidos por la policía en la provincia de Santiago de Cuba.
"Las viviendas de varios activistas fueron allanadas, saqueadas y dañadas por los cuerpos represivos", añadió la denuncia, firmada por Berta Soler, portavoz del grupo.
Las Damas de Blanco señalaron que durante los últimos meses el régimen de Raúl Castro ha incrementado las amenazas y los encarcelamientos arbitrarios contra ellas "y contra todos los que luchan por instaurar en nuestro país un gobierno democrático".
"Pedimos la solidaridad internacional y a los primeros mandatarios de todos los países que condenen la ferocidad de un régimen que, en sus últimos estertores, golpea, hostiga y encarcela sin piedad a indefensas mujeres y a defensores de los derechos humanos y la democracia", finaliza el mensaje.



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Los negocios del Cardenal


La Iglesia Católica de Cuba controla un fondo inmobiliario amasado a partir de sus asilos de ancianos.
Cardenal Jaime Ortega Alamino. (GETTY)
El asilo de ancianos de la Iglesia de Paula, en la barriada habanera del Mónaco, no tiene nada que envidiarle a un hostal para turistas. Ahora mismo, los ancianos toman el sol o leen un libro mientras recuerdan el pasado. La atención que reciben por parte de las monjas y el personal médico es de primera. La ropa de cama la cambian diariamente. Desayunan, almuerzan y comen y pueden tomar jugo o leche, de merienda o antes de dormir. Y los fines de semana, las esforzadas monjitas los llevan a pasear en un monovolumen de la entidad religiosa.
Todo a cambio de ceder sus casas y sus pensiones a la iglesia.
Los hospicios para mujeres y hombres de la tercera edad administrados por la Iglesia Católica, dirigida por el cardenal Jaime Ortega, marcan una diferencia brutal con respecto a sus similares estatales.
No muy lejos del Mónaco, en el antiguo Hogar del Veterano, en San Miguel y Agustina, hay un asilo estatal que da grima. Los viejos, sucios y legañosos, se la pasan pidiendo dinero y cigarrillos sueltos. La comida es un sancocho repugnante. Y muchos de los ancianos, con sus achaques a cuestas, mal vestidos y peor calzados, salen a la calle a intentar buscarse un puñado de pesos, recogiendo latas vacías, vendiendo periódicos o cucuruchos de maní.
Estos ancianos no están en ese destartalado asilo porque lo desean. El problema, y es la gran diferencia, es que ellos no tienen propiedades para ofrecerle a la Iglesia a cambio de esperar la muerte con dignidad.
Las teorías del catolicismo conmueven a cualquier ser humano. Ayudar al prójimo, a los necesitados y a quienes sufren. No está mal. Pero en la práctica, al menos en Cuba, la realidad dista a ratos de esos valores cristianos.
Hace dos décadas, Teresa, beata incorregible, después del fallecimiento de su hermana, al sentirse sola y triste, decidió esperar sus últimos días en un asilo de la Iglesia Católica. Eran los años duros del "período especial" y, antes de pasar hambre y penurias, Teresa prefirió donar al Arzobispado su pensión de jubilada y su apartamento de tres habitaciones, dos baños y amplia terraza, en la calle Carmen, a un costado del Paradero de la Víbora (en el actual mercado inmobiliario, el precio de ese apartamento es de unos 25 mil dólares).
Una decisión personal que merece respeto. Cada cual decide a quién o quiénes cede sus bienes. El punto es lo que después pueda hacer con esos bienes la Iglesia Católica.
A los pocos días de dejar Teresa su apartamento, una brigada de obreros de la construcción del Arzobispado comenzó a repararlo, con materiales de calidad. Según los vecinos, que como en todo barrio están al tanto de lo más mínimo, el apartamento le fue otorgado a una "sobrina" recién casada del cardenal Jaime Ortega, una muchacha que en realidad era la hija de un primo, pues Ortega no tuvo hermanos.
Buen regalo de bodas. Luego ella y su esposo se marcharon del país, igual que muchos de los "hijos de papá" que gobiernan en la Isla, y el piso le fue transferido al hermano del esposo de la "sobrina" del cardenal.
Recuerden que en Cuba el 60% de las viviendas están en mal estado técnico. Y que un 80% de las jóvenes parejas suelen vivir con cuatro generaciones diferentes bajo el mismo techo.
Pero Jaime, el pastor de Dios en la Isla, puede darse tales lujos. No es un caso aislado. La Iglesia tiene un fondo habitacional que suele usarlo a su conveniencia, sin que nadie se lo cuestione.
Rebeca, licenciada en enfermería laboró cinco años en un asilo gestionado por la Iglesia. "Fue una jugada calculada. La hice para obtener una casa. Yo dormía en una colchoneta en el suelo de una vivienda pequeña y desbaratada donde residíamos nueve personas. Una monja amiga mía me consiguió un trabajo en un asilo. Y con el tiempo, habló con el párroco a ver si podían cederme un apartamento vacío que tenía la Iglesia".
Cuando usted le pregunta a Rebeca si conoce de alguna donación del Arzobispado a familias cubanas que hayan perdido sus techos debido al paso de ciclones, sonríe: "No, no conozco ningún caso. Las casas casi siempre son repartidas entre el personal civil que trabaja en las instituciones eclesiásticas".
Aunque quizás, para estar a tono con el diálogo fluído que la iglesia mantiene con el general Raúl Castro, el templo del Mónaco cedió un terreno al Estado y en estos momentos una microbrigada levanta allí un edificio de apartamentos.
Por supuesto, esos negocios con el fondo de viviendas a su disposición no son prácticas exclusivas de la Iglesia Católica. El Estado lo viene fomentando desde hace 53 años.
El régimen dispone de innumerables casas, apartamentos, mansiones, de personas que decidieron emigrar, y reparte ese fondo entre generales, ministros, tecnócratas y asesores, entre otros. Muy pocas de esas viviendas van a parar a los verdaderos necesitados.
Mientras en voz baja la Iglesia y el Estado trafican con inmuebles en beneficio de familiares, amigos o fieles, en público pronuncian discursos a favor de los desposeídos.
Durante los últimos diez años, varios huracanes azotaron con fuerza la Isla. Todavía muchas familias viven en sórdidos albergues que nada tienen que envidiarles a las duras prisiones.
No hay nada más parecido a una autocracia que el Vaticano. La edad de retiro de cardenales, arzobispos y monseñores es a los 75 años, pero suelen estar activos hasta la muerte o hasta que una enfermedad los incapacite. Como en las autocracias, existe corrupción, falta de transparencia e intrigas. El Vaticano ha sufrido diversos escándalos debido a casos de pederastia de algunos obispos en Estados Unidos, Alemania, Irlanda...
Ante esto, tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI han preferido callar. En su visita reciente a México, el papa alemán no se reunió con las víctimas de abusos sexuales cometidos desde los años 40 por el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel. A pesar de las numerosas evidencias, gracias al silencio del Vaticano, Maciel falleció en 2008 sin ser procesado judicialmente.
La Iglesia Católica mundial necesita urgentes reformas acorde con los nuevos tiempos. La de Cuba no se queda atrás. Está por ver si esa institución milenaria desea cambiar.


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lunes, 2 de abril de 2012

LA CORRUPCION Y LA MORAL DEL SOBREVIVIENTE

Economía
A partir de 1959, la corrupción se hace fenómeno generalizado y amenaza en convertirse en cultura.
Tienda en Santiago de Cuba, 21 de marzo de 2012. (GETTY)
La corrupción —acción de corromper— es resultado de múltiples causas, que van desde las conductas personales hasta el sistema político-económico de cada país; es un fenómeno social antiquísimo que en mayor o menor medida se manifiesta en todas las sociedades y ha estado presente a lo largo de la historia de Cuba.
En la Colonia, el obsequio por la clases criollas de un ingenio al Gobernador Don Luis de las Casas, el desvío de los fondos para la construcción de La Cabaña, el garito y la valla de gallos que el gobernador Francisco Dionisio Vives tenía en el Castillo de la Fuerza para su esparcimiento. En la primera mitad del siglo XX, la conducta de la élite político-económico-militar, emergida de las guerras de independencia, que hizo uso de las posiciones públicas para fines individuales, un cuadro que reflejó Carlos Loveira en su novela Generales y Doctores. Luego, entre 1940 y 1958, políticos y funcionarios convirtieron  la corrupción en uno de los peores males, hasta el punto que  Eduardo Chibás asumió el ataque a este flagelo durante la campaña electoral para las elecciones presidenciales que debían celebrarse en 1952. Y en la segunda mitad del siglo XX, la corrupción, que había estado circunscrita a la esfera político-administrativa, devino un fenómeno social generalizado.
Por tanto, la corrupción no es nueva ni surgió con la Revolución de 1959, lo nuevo es su presencia en todos los estratos y esferas de la sociedad y el surgimiento de una moral negativa y predominante que amenaza con convertirse en cultura. La razón de esta transformación está en el deslizamiento hacia el totalitarismo que debilitó la responsabilidad ciudadana. Lo cual, unido a la implantación de un sistema económico incapaz de establecer una relación adecuada entre salario y costo de la vida, generó la frustración y la desesperanza.
¿Cuál fue el dilema de la familia cubana en esas condiciones? Pues sobrevivir. Si además esa conducta se fue aceptando socialmente y cada familia de una u otra forma se vio obligada a emplearla, entonces tenía que predominar. Ante el fenómeno, la  respuesta gubernamental se limitó a reprimir, vigilar e inspeccionar. Es decir, se limitó a acciones sobre los efectos sin atacar las causas, como está reflejado en la prensa oficial durante la primera década del presente siglo.
Ejemplos de corrupción reconocidos por la prensa oficial
Del Juventud Rebelde, del 22 de mayo de 2001, en "El cazador de engaños": un inspector popular encargado de detectar las violaciones en el comercio explicaba que, al detectar el delito, los infractores le decían: "Hay que vivir, hay que luchar". Y narra que cuando él trataba de reivindicar el derecho de los ciudadanos, "éstos defienden a su propio victimario".
El mismo diario, los  días 1 y 15 de octubre de 2006, en "La vieja gran estafa", informó que de 222.656 inspecciones realizadas entre enero y agosto de 2005 por inspectores integrales, se encontraron violaciones de precios y alteraciones en las normas de los productos en el 52% de los centros examinados y en el caso de los mercados agropecuarios en el 68%.
El diario Granma, 28 de noviembre de 2003, en "Violaciones de precios y la batalla de nunca acabar", dice que en los primeros ocho meses de ese año, en el 36% de los establecimientos inspeccionados encontraron irregularidades. Que en los mercados, ferias, placitas y puntos de venta agropecuarios el índice estuvo por encima del 47%, y en gastronomía el 50%.
Ese mismo diario, el 20 de febrero de 2004, en "Enfrentar eficazmente irregularidades y delitos económicos": la ministra de Auditoría y Control, Lina Pedraza, expresó: "están bien identificadas las causas y condiciones propiciadoras del delito y otras violaciones", entre las que mencionó un conjunto que va desde "la insuficiente confirmación del origen o destino final de los productos" hasta "la insuficiente supervisión al sistema de auditorias".
Al año siguiente, el 24 de diciembre, Granma informó que en la sesión ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Pedro Ross, entonces Secretario General de la CTC, "comentó y dijo que hay trabajadores que reaccionan, pero otros no y siguen justificando el robo y otras conductas indebidas".
El 16 de febrero de 2007, en "Caníbales en las torres", se abordó el robo de los angulares que sostienen las redes de transmisión eléctrica de alta tensión y se reconoció  que las "medidas técnicas, administrativas y legales aplicadas hasta el momento no han frenado el bandidaje".
En "El precio de la indolencia",  publicado el 26 de octubre de 2010, se informó que en el municipio de Corralillo, en Villa Clara, se edificaron más de 300 viviendas con materiales y recursos sustraídos, para lo cual se desarticularon 25 kilómetros de líneas férreas y se emplearon 59 angulares de las mencionadas  torres de alta tensión.
Por informaciones oficiales, medios de prensa alternativos y rumores que circulan, se mencionan a organismos y empresas del Estado y a altos funcionarios relacionados con casos de corrupción entre los años 2010 y 1011. Entre ellos, la Industria del Azúcar, la Industria Básica, la Industria Alimentaria, Turismo, la Aeronáutica y el transporte aéreo, el Comercio Interno, la Industria Tabacalera, la Biotecnología e Industria Farmacéutica, el Deporte, y la Informática y Telecomunicaciones. En muchos de esos casos están implicados altos funcionarios y miembros del Partido Comunista.
Corrupción y propiedad
En una entrevista realizada por la periodista Patricia Grogg al politólogo Esteban Morales, este consideró la "corrupción como un peligro  extraordinario" por su "poder corrosivo", lo que la convierte en un  asunto de "seguridad nacional". Es decir que, a pesar del ejército de inspectores y de los inspectores de los inspectores, de los cientos de trabajadores y funcionarios condenados por sobornos, desvíos, hurtos y robos, y de las leyes y resoluciones, la corrupción continuó su marcha.
En una entrevista publicada en Juventud Rebelde los días 19 y 26 de febrero de 2012, Gladys Bejerano, Contralora de la República, planteó: "Por nuestra experiencia, las causas de la corrupción van desde el hecho de que no había control de los contratos, porque el que tenía que hacerlo no lo hizo, y el que tenía que revisarlo tampoco lo revisó, o si lo revisó no lo hizo con profundidad".
Es sabido que los contratos y sus revisiones conforman un mecanismo importante para la eficiencia, pero ese aspecto no agota las causas de la corrupción. Si este mal antes de 1959 se mantuvo esencialmente en el ámbito político-administrativo, habría que preguntarse qué factores causaron su generalización. Desde mi punto de vista, lo nuevo está en la desaparición de los miles de propietarios que velaban por la propiedad y su sustitución por el Jefe y por el concepto de propiedad de todo el pueblo, lo que unido a la insuficiencia salarial, condujo al robo, al hurto, al cohecho y a otras manifestaciones negativas.
En otro momento de la entrevista, la Contralora expresó: "Si para la Revolución es un problema de vida o muerte luchar contra la corrupción, velar por los recursos del Estado y, además, trabajar por una mayor eficiencia, si eso es así, y ¿quién hizo la Revolución?, el pueblo, pues con el pueblo hay que luchar, con el pueblo hay que defenderla".
El hecho es que si el pueblo hizo la Revolución, no la hizo para ser desposeído de la propiedad ni para que el salario fuera incapaz de satisfacer las necesidades más elementales, lo que explica que ese mismo pueblo haya tenido que asumir la moral del sobreviviente para subsistir, o en su lugar escapar hacia otras regiones del planeta.
Si de cambiar todo lo que sea necesario se trata, entonces no hay otro camino que entrar en materia de derechos y libertades para que los cubanos, como cualquier otro pueblo, además de recibir un salario que se corresponda con el costo de la vida, pueda participar en la economía de su país, no solo como obreros, sino también como propietarios e  inversores, para que realmente muchos cubanos, junto al Estado, velen por su propiedad y no "por la propiedad de todo el pueblo". Sin ello, la corrupción seguirá un camino indetenible



Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

domingo, 1 de abril de 2012

ESTUVE PRESO, COMPAñEROS



Como el lenguaje cubano mismo (ese imposible), como la indigencia en que ha caído aquí la imaginación, como los restos de la cultura insular (por suerte ya balcanizada, sin orígenes ni teleologías de castidad), como nuestra insultante ignorancia de lo civil, como nuestra infantilizada institucionalidad (la grosería como una de las bellas artes y el despotismo como medida de todas las cosas), como nuestra diplomacia pedestre y nuestra gobernabilidad de palo (a palos), como la Cuba en sí, la Inteligencia de este país perdido para siempre no tenía por qué ser la excepción: la policía política no sabe pensar bien y en consecuencia actúa mucho peor. De la represión al ridículo.
No entremos en estadistismos —cientos de casos en pocas horas—, ese estilo estatal que mientras más informa con datos, menos significados puede mostrar. No entremos en el quejumbrismo costumbrista de tú-violas-mis-derechos-y-yo-hago-una-denuncia-internacional. No entremos en la biografía de dos cubanos que se quieren un poco más, ahora que compartieron una huelga de hambre y sed durante dos días de calabozo extrajudicial, cazados como alimañas en 3ra y 30, Miramar, esposados a tope de velocidad por el Geely 801 de la Seguridad del Estado, hasta desembocar en la Estación Policial de Regla (algún día China tendrá que indemnizar al pueblo cubano por el daño causado por esos vehículos). No entremos en nada. Dejemos correr la memoria en su absoluta y desesperada libertad.
Nunca había oído gritar “Abajo Fidel”. Seguramente ya es un poco tarde para tumbar a ese nombre en pasado perfecto, pero igual nunca había oído gritar “Abajo Raúl”. Pastor, Emilio y Judit, tres de los trece ex-ocupas de la iglesia de La Caridad el 13 de marzo, se encargaron de clavar esos alaridos de una punta a otra del barrio, haciendo añicos la solemnidad de muerte de los mil y uniformes de no sé sabe cuántos colores que pululaban allí. Ellos habían ido cruzado media Habana hasta allí, para averiguar sobre el anciano activista Corzo, pero quedaron ipso facto detenidos por un delito de lesa solidaridad. La estación estaba convertida en cuartel. Era obvio que se esperaba una intervención militar (o tal vez Cuba planeaba alguna contra un gobierno enemigo de la región).
No me golpearon (mi mano derecha teclea aún entumecida por unas esposas colocadas no para inmovilizarme, sino para causar daños de irrigación sanguínea: no lo confesé entonces, pero sí, funcionó). Tengo un pacto pendiente con uno de los secuestradores golpistas de Yoani Sánchez el viernes 6 de noviembre de 2009. Un hombre sobrecogedor que pretendió forzarnos hacia un hospital, según él para evidenciar que no había daños (como si existir en Cuba sabiendo que él sigue suelto no fuera ya suficiente daño).
Igual empeñé mi palabra (mi palabra de mercenario mentiroso, como gentilmente me llamó delante de sus subordinados con su complexión de atlas canoso). Hela ahora aquí. No me golpearon. De hecho, más allá de la guapería de un Jefe de Estación que acaso aprovechaba el lance para un ascenso, me sentí protegido por una Policía Nacional Revolucionaria que me confesó no tener nada que ver con aquello, que estaban ellos mismos cautivos de una instancia superior. Lo que no los hace, por supuesto, menos cómplices ni menos violadores del código policial. Jamás me permitieron llamar por teléfono ni avisaron ellos a nadie. Así que tuve que vocear, por un centímetro libre entre los barrotes tapiados, a ver si algún paseante captaba mi teléfono y dirección. La mayoría siguió de largo, supongo. Pero más de un cubano o cubana noble llamó. Gracias. Gracias de corazón. Alguien debiera hacer eso en todas las cárceles de la Isla y el mundo: pasar cerca de las rejas para escuchar y propagar los gritos de los desconsolados.
NO ME GOLPEARON.
El viernes 6 de noviembre de 2009 es historia. No me golpeaste, anónimo oficial que sabes todo de mí y hasta me has protegido de los fundamentalistas islámicos que iban a atentar contra @OLPL por sus twittazos sobre la criminalidad que mana de El Corán (como de La Biblia y de todo libro sagrado). NO ME GOLPEASTE. La pregunta en el aire es: ¿entonces era probable semejante acto mafioso de atrocidad? ¿Qué Dios me protegerá de la ira terrena de la Seguridad? ¿Qué Papa en primera plana con el Presidente General o qué Cardenal al que le queda grande su cargo (de la ineptitud a la herejía sólo hay un paso)?
Estuve preso. Por primera vez en la vida y sin cargos. No vi, ni veré ya nunca, la Santa Misa que en simultáneo simulaba el Sumo Pontífice en la Plaza de la Revolución. Un misa de marionetas materialistas entrenadas hasta para corear en latín. Hablando con la gente a ras de calle (y alquilando como taxi un van estatal de SEPSA), supe de los tres cordones de público coordinado o en plantilla por el Ministerio del Interior (un ministerio que cada vez guarda más mal sus misterios). También de los cientos de centros de trabajo convocados a coagular los cubículos enrejados de la explanada (nada de cartelones, por favor). Y del tráfico secuestrado con más de 24 horas de antelación. Y de la recogida forzosa de mendigos y disidentes, esa mezcla maravillosa. Brillar siendo de los de abajo no sé por qué siempre me llena de una esperanzada ilusión.
No tuve, ni tengo todavía, teléfonos móviles ni de casa. La lenta internet dial-up oficial también se esfumó como por arte de magia (los Tres Reyes Malos: libertad de movimiento, libertad de información, libertad de expresión). Ese jueguito de son-órdenes-de-arriba y quien-paga-manda es técnicamente una irresponsabilidad criminal (como la de la PNR) y tendrá que ser resarcida algún día por ETECSA y CUBACEL a sus respectivos usuarios, estafados por encima incluso del contrato oficial.
No creo en Dios, pero sí en que a pesar de la ausencia divina, el Bien a ratos logra habitar en el Hombre. Es arduo ser uno mismo y estar solo y encima no hacer el Mal de puro miedo y odio contra la realidad (contra nosotros mismos, rasgo único en la biosfera). No creo en Dios, pero sí creo, por ejemplo, en la excomunión del Cardenal cubano que enroló (y enlodó) a Su Santidad Benedicto XVI en una vaticinada vergüenza vaticana, así como en las dos únicas misas de mentiritas de la historia de la humanidad. El libro Guinness amenaza con ser la bitácora póstuma de la Revolución.
De poco servirán ahora retractaciones apostólicas y notitas a medio camino de las Nunciaturas. Los hijos de Cuba vivimos una jornada negra por culpa de la presencia de este sucesor de Pedro, al que tal vez le pesen ya demasiado sus altos atributos de más precio que valor. Su palabra estuvo en cualquier otra parte. No aquí y ahora. Y es lógico siendo de una institución avocada al mito híper-realista de la trascendentalidad.
No sabía que mi cuerpo podía estar bien sin agua y sin comida durante tantas (y tan pocas) horas. De celda a celda le pedí por señas a Silvia que no insistiera. Por señas me dejó saber que su situación allí era mucho más insultante: una Licenciada en Estomatología sin ningún tipo de militancia ni activismo (excepto el docente) estaba presa por error, por amor, por horror. Silvia disimulaba sus lágrimas, pero no su desprecio contra los oficiales (mientras más intimidatorios, más indignantes). Yo no sentía sino infinita conmiseración. Con el tiempo empezamos a hablar en voz alta de celda a celda. Ganamos coraje. Recordamos un clip carcelario de la reguetonera Patry White La Dictadora, metamujer que nos gusta a los dos. Nos pusimos de acuerdo en qué hacer y qué callar si nos separaban. Le pregunté sus deseos para el día después de. Nos lamentamos por nuestros bebés de gato, trancado en casa en estado de inanición involuntaria. Ella me animó con sus retazos de la vida de Steve Jobs y me pidió que la llevara a vivir a un mundo Mac, una planeta de plata y libre creatividad. Yo le conté lo humillante de ver nuestros objetos digitales manoseados con esa curiosidad primitiva, de primate, de violador que no entiende la lógica íntima de la propiedad personal (expusieron sin recato también, por primera vez en décadas, las vísceras vegetales del resguardo de mi padrino de infancia). Asumo que duplicaron nuestras llaves de casa (o que las usaron para un registro sin papeles en ausencia, tal como la intimidaron a ella). Silvia me dijo que Cuba era un país enfermo porque no nacían (ni cabían) seres como Steve Jobs. Yo le conté de nuestro Ipod prendido hasta descargarse pues sus requisadores no encontraron una tecla de OFF (intentaron que fuera yo el que los instruyera, pero me callé el dato en venganza). Eran evidentemente represores con mentalidad analógica, anacrónica, en todo caso del Windows más comercial.
Para extrañeza de mis captores y compañeros, terminé cantando, con eco de tenor de las catacumbas (“de leñador mediastino”, se burlaría de mí Eduardo del Llano), poco a poco perdiendo mi timidez de reo complaciente, desafinando un tema católico de moda sobre esa muñequita a quien todos tus hijos / a ti clamamos / Virgen Mambisa / que seamos hermanos. Y también canciones en inglés de algunos largometrajes de animación, incluido el clásico Voltus V. Como diría Papá Lorenzo en “El Juego de la Viola” de Guillermo Rosales, en verdad a este pueblo le gustan los muñequitos… Nuestra tragedia será ingrávida, nuestro destino es de cartoon.
Nos dijeron que estábamos bajo “investigación” por un “escándalo público” en tiempo futuro o tal vez en modo subjuntivo (los tiempos verbales no son el fuerte de los uniformados). Nos pasaron por el rompecabezas de una “ocupación” de bienes que serían y, de hecho, fueron quisquillosamente devueltos hasta el último cable y el próximo billete (todo era de Silvia, nada mío, incluidos unos paquetes de leche en polvo con tufo a “receptación”). Intentaron un fichaje policial en masa al que nos resistimos en paz nosotros (y con candadazos contra la reja los tres ex-ocupas del Partido Republicano Cubano). Nunca firmamos nada, nunca quisimos reconocer que nos habían violentado a estar abducidos allí (desaparecidos, esa es la palabra, pues al poder no le preocupó nada la angustia familiar llamando a ciegas a los cuerpos médicos de guardia).
Sólo con el despegue del tren de aterrizaje recobramos otra vez de súbito nuestra libertad, ese don indecible.
Imploro al mundo que no usen más a Cuba para ningún magno evento. Ruego que no ocurra nada más significativo en este país, por favor. Un día nos matarán como quien no pudo evitarlo: la cadena de mando es así de indolente (e inocente). Les garantizo que la lista de víctimas ya está redactada, casi consigo leer una de sus páginas en las manos en movimiento de un oficial. Les juro por mi fe en el Hombre que el personal para ejecutarla también está garantizado: yo los vi a lo largo e insomne de esa madrugada de sombras, son casi niños (o ángeles).
No habrá Plaza de la Tahrirevolución en Cuba. El exilio queda ya más lejos que de costumbre. La telefonía digital es sólo eso: dígitos en una nube que sí conserva bien visible el interruptor de OFF. Ni el más incompetente de los contra-inteligentes cubanos podría no reparar en él. Un click y el holocausto tornará a ser a puertas cerradas, digamos como en los 70s pre-internet. Ese botón, reminiscencia no atrofiada del mortífero botón rojo de la Guerra Fría, esa teclita programada acaso desde la Era de Eliecer en la Universidad de Ciencias Informáticas, ese golpecito de bits desatará barbarie de sobra en Cuba, suficiente para borrar la genealogía de una sociedad civil al margen del idilio totalitario que aquí muta y mata sin síntomas de extinción.
Orlando Luis Pardo Lazo
La Habana


Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"