sábado, 16 de febrero de 2013

Protestan dos mujeres en el Parque Central el Día de San Valentín

Base Naval de Guantánamo: Testimonio de un éxodo



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 requería  ciertas habilidades, pues de lo contrario no se avanzaba y corríamos el riesgo de naufragar en cualquier momento. Hubo un instante en que  Odelito,  le entregó a otro de los tripulantes, el mando de la vela y ésta comenzó a dar bandazos de un lado para otro, golpeando al propio Odelito. Por suerte el golpe fue leve y  por la altura en que se encontraba no hubo mayores consecuencias, ni otros heridos.
La balsa, en medio de aquel  infinito y embravecido mar, se balanceaba como una hoja de papel en  un turbulento remolino. Constantemente, Andrés corregía el rumbo del recorrido, pues las olas y  el viento nos lo hacían perder... Las olas alcanzaban unos  8 pies de altura. Nos remontaba en su cresta y debajo nuestro quedaba una profundidad que a mi me pareció infinita.
La balsa que venía detrás de nosotros se encontraba a unos 20 metros de distancia. A Pascual, se le ocurrió amarrar ambas embarcaciones con una soga, para evitar perdernos durante la noche .Dejamos de remar, para que, la  que nos seguía pudiera acercarse más y  tirarle una soga. Se nos acercó tanto que tuvimos que separarla con las manos, para evitar un choque, pues de haber una colisión entre ambas balsas, los resultados hubieran sido catastróficos para ambos grupos. Sinceramente no creí salir ileso de esta situación. En las condiciones que se encontraba el mar no era posible controlar a ninguna de las dos embarcaciones. Decidimos alejarnos y  desistir de la idea de navegar juntos. Comenzamos a remar desesperadamente; éllos a su vez, dejaron de hacerlo, para posibilitar nuestro alejamiento. De haberse producido un choque entre ambos navíos las cámaras se hubieran  explotado y nos habríamos hundidos inexorablemente. Podemos decir que esa tarde “navegamos con suerte”.
En el transcurso de la travesía se produjeron varias discusiones, pues algunos se hacían los remolones a la hora de remar, aduciendo que estaban cansados, etc. Entre los que mas sobresalían estaban dos gibareños llamados: Daniel y “El Caco”. Habia que estarlo llamando constantemente para que se pusieran a remar. El relevo debía hacerse frecuentemente para evitar males peores. Fue inútil tratar de hacerles ver la necesidad que había de seguir remando, debíamos llegar al corredor antes de que anocheciera. Continuaron tirados en el piso, como si con ellos no se estuviera hablando. Los pocos que quedábamos con disposición  de remar no teníamos fuerzas para hacerlo, no obstante continuamos aferrados a los remos, que era como aferrarnos a la vida. Nuestra meta inmediata era llegar al corredor de la “vida”, que para mí,  en esos momentos, era el corredor de la muerte. En realidad nunca supimos cuando llegamos al corredor, pues en el mar no existen puntos de referencia y no podíamos orientarnos. Ese día no volvimos a ver más barcos.
Ya había  anochecido y sobre las 8 de la noche acordamos no seguir remando. Dejaríamos la vela y al de la brújula de guardia, para continuar avanzando y  poder descansar algo. El mismo que guiaba la brújula debía guiar el timón, estaba pautado que cada media hora se llamara al relevo. Esta tarea la hacíamos: Pipo, Andrés, Pascual y yo. El resto de la tripulación venía descansando o durmiendo, a  pesar que el agua inundaba la pequeña nave.


(Continuará)

viernes, 15 de febrero de 2013

Damas de Blanco en la Terminal La Coubre antes de ser golpeadas

De Menoyo a Contreras: ¿Regresará el exilio a la Isla?


LA HABANA, Cuba, febrro, www.cubanet.org -Una de las decisiones más contradictorias de Eloy Gutiérrez Menoyo, tuvo lugar cuando, en 2004, decidió regresar a Cuba para no irse jamás. Todo indica que fue engañado una vez más por los Castro Ruz, quienes le hicieron creer que podría desarrollar aquí una actividad política independiente.
Fue una decisión audaz, que lamentablemente vino acompañada por sus desatinados comentarios contra la oposición política en la Isla. Fuera de ese triste error,  Menoyo marcaria una de las diferencias claves en los procesos democráticos. El retorno del exilio, interesado en actuar en política.
Diferente a Eloy piensa el músico Meme Solís, quien, ante la oportunidad de realizarse un homenaje a su persona y su obra, hace pocas semanas, dejó claro que no volvería a la Isla mientras esté gobernada por los hermanos Castro.  No es el único.  Si bien los últimos emigrados se mueren por regresar con “pacotilla y baros” para “ligar la jevita” a la que nunca tuvieron acceso, o para ir a tomar cerveza con sus “socios” del barrio. La mayoría, para los cuales el exilio es un trago amargo, prefiere no regresar hasta que no termine el régimen que les forzó a cambiar el destino de sus vidas.
La reflexión viene por el reciente viaje a la Isla del estelar lanzador del béisbol de grandes ligas José Ariel Contreras.  La enfermedad de su anciana madre fue el motivo y las nuevas regulaciones migratorias fueron la oportunidad. El ídolo de Las Martinas, campechano y millonario, se paseó por el centro de la ciudad de Pinar del Rio, entre una multitud de admiradores y amigos que se acercaron para saludarlo y tomar fotografías para la historia.
Un punto a su favor es que en sus años más allá del Estrecho, cuando hizo fortuna y ganó el anillo de campeón del big show, Contreras cultivó el afecto a los amigos y familiares y la solidaridad hacia los más necesitados.
Si imponente son las imágenes de su entrada en Pinar (ver en convivencia.org), su llegada a la Peña del Parque Central causó euforia entre los aficionados que se reúnen en el céntrico parque habanero, frente al Gran Teatro de La Habana, a polemizar sobre beisbol o sobre cualquier otro deporte. El emulo habanero del Hyde Park de Londres vibró a la llegada del estelar atleta. Vilipendiado y condenado por Fidel Castro Ruz a que nunca volvería a pisar su patria, hace diez años, cuando abandonó la selección nacional y se fue a jugar a las Grandes Ligas, Contreras fue recibido como un héroe por una multitud que lo aclamaba.
Por supuesto que los medios de comunicación oficiales omitieron cualquier palabra sobre el trascendente hecho. La señal de cambio de la sociedad es muy fuerte para el bunker conservador, y tal simbolismo debía ocultarse.
¿Se imaginan la llegada de Aroldis Chapman a Antilla, o la de Yoani Céspedes a Campechuela? ¿Cuál sería el impacto social al ver a esos colosos del deporte llegar de regreso a sus terruños?
Lo que no podrá ocultar la prensa oficial es cuando miles de patriotas cubanos que viven en el exilio decidan regresar y reclamen su derecho a incorporar sus intelectos, conocimientos, fortalezas, relaciones internacionales, a la transición pacífica para la democracia.
Si Menoyo dio un primer paso en esa dirección, hace diez años, Contreras, y otros varios, definen la tendencia. El exilio tiene la palabra. ¿Participa en la construcción democrática desde aquella o desde esta orilla del Estrecho?


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Base Naval de Guantánamo: Testimonio de un éxodo


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La presencia de esta criatura nos produjo el mismo miedo que le  hubiera causado a unos náufragos, nos sentíamos indefensos ante la bestia marina.
Los que nos encontrábamos despiertos no hicimos ruidos ni comentarios, para que no cundiera el pánico entre el resto de la tripulación. En esa noche lúgubre, pude darme cuenta que, para emprender un viaje como este había que estar preparado física y psicológicamente.
Amaneció, era la mañana de lunes 30 de agosto de 1994. Todos íbamos mojados, y la frialdad  de la noche transcurrida  hacía temblar de frío a muchos compañeros, incluyéndome a mí.
Odelito, junto a otro amigo, se dedicó a reparar la vela y el remo; Andrés,  me entregó la brújula  y  hacía lo mismo con el  timón y la “horsa”. Por suerte todo quedó arreglado en poco tiempo. Sólo quedaba la cámara baja de aire, la cual no quise ni tocar para no preocuparme.
Ahora la balsa se movía más rápida, pues eran cuatro los remos. Continuamos  nuestro recorrido, orientados siempre hacia el norte y a 30 grados de latitud.
La vela se soltó, pues comenzó a soplar un viento que venía del suroeste.
Dada la escasez del agua y el azúcar, nos vimos en la necesidad de racionarlas a un puñado de azúcar por persona y ½ vaso de agua. Desde este momento quedaba eliminada el agua con azúcar.
Curiosamente no tenía ni sed, ni apetito. Al parecer, la tensión de la travesía, las preocupaciones y la zoozobra vividas contribuía a esta condición, Por otra parte, la tripulación sólo la bebían cuando realmente la necesitaban.
Este día avistamos varios buques, pero se encontraban muy lejos de nosotros, veiamos un puntito en el lejano horizonte. Al parecer este era una ruta marítima, pues pasaban con mucha frecuencia.
-Andrés, vamos a apurarnos, para ver si podemos llegar al corredor antes de que anochezca- le dije.
-No vayas a creer que es fácil llegar hasta  allá, está bastante lejos de nosotros- me dijo.
-Si hacemos el intento, lo logramos- le repuse. Realmente no se le podía pedir más al personal, ya que estábamos muy agotados y las manos inflamadas de las ampollas y el salitre, además la falta de alimentos cada vez se hacía sentir con mayor severidad.
En un último intento por lograr el sentido del deber y la obligación del sacrificio ante el inminente peligro que  corrían nuestras vidas, les dije a los que remaban en esos momentos:
-¡Arriba muchachos, que la libertad está frente a nosotros y nos está llamado!- Todo fue inútil. Mi arenga no tuvo respuesta. El agotamiento, el hambre y el cansancio pudieron más que el instinto de conservación.
Detrás, no muy lejos, venia la otra balsa.
Sobre las 2pm, el mar comenzó a encresparse. Las olas se hicieron más grandes y fuertes. El viento comenzó a soplar con fuerza de 35 a 40 kmts. por hora. El encargado de maniobrar  la vela (Odelito) se las ingenió para no naufragar. Esta era una actividad que

(Continuará) 

Protestan en Placetas miembros de la Resistencia

jueves, 14 de febrero de 2013

Represión en el natalicio de Laura Pollán

Detenidas Berta Soler y otras 30 Damas de Blanco

Su voto: Ninguno (3 votos)
Las mujeres estaban este jueves en paradero desconocido, al igual que el exprisionero político Ángel Moya.

Damas de Blanco en la terminal La Coubre. La Habana, 13 de febrero de 2013. (CIHPRESS)
Unas 29 Damas de Blanco, entre ellas su portavoz, Berta Soler, fueron detenidas en la madrugada de este jueves en la terminal La Coubre, de La Habana, tras un día de intensa represión contra el grupo, informó a DIARIO DE CUBA Roberto de Jesús Guerra, director del independiente Centro de Información Hablemos Press.
Las mujeres realizaron el miércoles un homenaje a su fallecida líder Laura Pollán, quien debía cumplir este 13 de febrero 65 años de edad. Para participar en el encuentro, se trasladaron a la capital Damas de Blanco de Guantánamo, Santiago de Cuba, Holguín y Villa Clara, entre otras provincias.
Este miércoles, como es usual, la Seguridad del Estado desplegó operativos alrededor de la sede del grupo para impedir la llegada de sus integrantes.
Según Guerra, una veintena de mujeres habrían sido interceptadas. Muchas de ellas fueron golpeadas y liberadas en lugares lejanos.
"Recibí golpes en la cabeza, espalda, brazos, estoy mareada", dijo en su cuenta en Twitter la activista Sara Marta Fonseca, arrestada dos veces en el mismo día.
Otra de las interceptadas, Rosario Morales la Rosa, fue "amenazada de muerte con pistola rastrillada en su cabeza por dos policías", dijo en la misma red social el exprisionero políticoIván Hernández Carrillo. Guerra confirmó esa versión.
DIARIO DE CUBA intentó este jueves varias veces comunicarse con Morales, pero su teléfono estaba apagado.
Pese a los operativos, unas 50 Damas de Blanco lograron reunirse en su sede y celebrar el homenaje a Pollán, tras el cual las que viajaron desde provincia se trasladaron a la terminal habanera La Coubre en busca de transporte hacia sus lugares de residencia.
Las acompañaron la actual líder del grupo, Berta Soler, y su esposo, el exprisionero político Ángel Moya.
Guerra dijo que en la terminal, abarrotada de pasajeros, la Seguridad del Estado cercó a las mujeres, unas 29.
"La policía política las estuvo amenazando y diciéndoles que tenían que irse de allí de dos en dos, que no las querían en grupo", afirmó José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU).
"Las mujeres no aceptaron esta demanda, dijeron que se iban a ir juntas de allí y que ellos lo que debían hacer era poner transporte a los pasajeros que allí estaban aglomerados, a ellas y a todo el que necesitase viajar", añadió.
Las mujeres y Ángel Moya fueron arrestados tras varias horas en la terminal. Este jueves por la mañana se desconocía el paradero del grupo, alertó Guerra.


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Base Naval de Guantánamo: Testimonio de un éxodo


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Las dos mujeres se ocupaban de preparar y distribuir el agua con azúcar, era el único alimento que nos quedaba. Sobre la 1pm, se repartió un vaso de agua con azúcar, esto constituia nuestro desayuno y almuerzo. Las golosinas se  agotaron.
El sol se encontraba encima de nosotros y sus fuertes rayos  hacían más dificultosa nuestra travesía. Teniamos las manos desbaratadas de los remos, las ampollas de las manos se reventaban y el agua salada las hacia más dolorosas.
Íbamos agotados y sudorosos, a pesar de que el agua entraba por un lado y salía por el otro, mojando a los muchachos que se encontraban sentados en el piso.
Me quité la camisa y me la puse en la cabeza. Me remangué los pantalones más arriba de las rodillas, a medio muslo. Esto me trajo quemaduras de tercer grado en la pierna izquierda.
Ese día, en nuestro recorrido, avistamos unos 6 buques más, pero pasaban muy lejos de nosotros, por lo que ninguno nos vió, al menos eso pensamos. De más está decir la alegría y el alboroto que formábamos cuando veiamos uno de estos navíos. Nos pasaban por los cuatro puntos cardinales y ninguno se percató de nuestra presencia, a pesar que le hacíamos señas. Cada vez que avistábamos uno de estas naves, se decían cosas fantasiosas: que venían rumbo a nosotros, que si nos iba a pasar por encima, que se había detenido para esperarnos, etc. Así, infinidades de versiones salvadoras, que no eran más que fruto de nuestra imaginación y desespero. El mar inquieto y cambiante, imponente y misterioso ha dominado la imaginación del hombre a través de los tiempos.
Seguimos avanzando lentamente, pero firmes. La violencia peculiar del océano todavía no había llegado, por lo que las olas venían suaves, sin gruñir.
Sobre las 6 y media de la tarde nos dieron nuestra correspondiente ración de agua con azúcar.
La noche nos sorprendió sin darnos cuenta. No había luna y no teníamos siquiera una fosforera para prender un mechón. A los que fumaban se les había mojado los fósforos, por lo que  pasamos toda la noche a oscura, tan oscura que no nos veiamos uno a otro.
Sentí un fuerte y largo chasquido por la popa de la balsa y acto seguido una brillante estela fosforescente,  que se dejó ver como una llama azul en las negras aguas, las cuales eran cortadas como afilado cuchillo.
-Pedro, yo creo que es un tiburón- Me dijo Andrés, el cual se encontraba sentado en esa misma parte de la balsa. El resto de los compañeros venían durmiendo en el piso de la balsa y no se dieron cuanta de lo sucedido.
Súbitamente hubo otro fuerte chasquido y  otro largo centelleo de luz  azulosa, esta vez por uno de los laterales de la precaria embarcación. Pude ver una enorme aleta avanzar velozmente,  como una sombra,  sobre la superficie de las oscuras aguas, lanzando espuma por la superficie cristalina y dejando un rastro largo y luminoso.
-¡Andrés, lo vi, es un tiburón enorme!- grité.
-¡Hace falta petróleo para alejarlo de nosotros!- dijo Pipo, el otro remero que hacía de pareja conmigo. A tientas, Andrés localizó el petróleo y comenzó a verterlo en el mar. Pero ni así, el cetáceo se marchaba de las cercanías de la pequeña embarcación.
Al frente, en la proa, por un lado o por el otro a intervalos largos o cortos avanzaba el rayo largo y luminoso, como un certero proyectil que deja escuchar su sonido de muerte.


(Continuará)

Esta es la esencia del comunismo: Ni dan, ni dicen donde hay


 | Por Martha Beatriz Roque Cabello 
LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -Uno de los problemas más críticos que tiene en estos momentos Cuba es la vivienda. Son muchos los factores que han influido en que no exista la posibilidad de que gran parte de los cubanos no posea un lugar propio donde residir. Ello influye incluso en el envejecimiento poblacional, ya que las mujeres no quieren parir, entre otras razones, por no tener un hogar para formar una familia.
Durante años, el régimen ha prometido una y otra vez solucionar este problema. Pero ya en la década de los 70 era crítico, prueba de ello son estos párrafos del discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, en la plenaria provincial de la CTC, septiembre de 1970, donde al respecto expresó:
“Al principio de la Revolución había decenas de miles de apartamentos y casas disponibles en espera de arrendatarios dispuestos a pagar sus  inaccesibles alquileres. La Ley de Reforma Urbana fue en aquel instante un remedio a la situación.  Muchas familias pudieron obtener una vivienda y súbitamente para millones de personas el inmueble donde residían, dejó de ser una obsesión y un instrumento de explotación.  Sin embargo, hoy la situación es diferente. Ha crecido la población, no se ha podido construir paralelamente un número de viviendas; hay unas tensiones tremendas. En esta situación, el funcionario administrativo, o peor aún, el dirigente político, que obtiene preferencia para recibir una vivienda que se desocupa, a la vista de miles de gentes que no tienen ni un cuarto, y de todo el pueblo, le infieren a la autoridad y prestigio de la Revolución un tremendo daño:  de inmediato sale el gusano, sale el desafecto, sale el vago, sale el lumpen, salen todos los enemigos del trabajo a utilizar aquello como argumento contra la Revolución y desmoralizar a los revolucionarios”…
“Hay dos problemas tremendos en este momento: uno de ellos es la vivienda,…  El gobierno, los órganos de dirección del país, los que manejan la economía, todos, tenemos que ver de qué manera a la cuestión de la vivienda, que se está convirtiendo en supercrítica,… le buscamos alguna solución, algún paliativo en estos dos, tres o cuatro próximos años, mientras creamos las nuevas capacidades industriales, y damos solución definitiva al problema”.
Al igual que la gran mayoría de las promesas que hizo Fidel Castro, ésta no se cumplió, pasaron los 3 ó 4 años y 40 más, y todavía el pueblo espera una casa decente donde vivir, mientras los dirigentes mantienen sus privilegios, residiendo en barrios donde aún las casas que se heredaron del capitalismo se consideran buenas, a pesar de los años que tienen, pues les han podido dar mantenimiento, aspecto técnico del cual se olvidó completamente la dictadura en lo que respecta a las casas del pueblo.
Las personas ponen sus vidas en peligro habitando en lugares prácticamente en ruinas. Hay edificios que están parcialmente derrumbado, pero se pueden apreciar por las noches luces en las últimas plantas donde aun habitan personas. Por ejemplo, en la calle Belascoaín y San Rafael, en el Municipio de Centro Habana, se cayó parte de un edificio y no han terminado de derrumbarlo, es un peligro pasar por esa esquina, pero a pesar de tener dos plantas huecas totalmente, hay personas viviendo en la tercera, lo que implica que están en inminente peligro de muerte, algo que obviamente no les interesa a los responsables del gobierno municipal.
Contradictoriamente, mientras permiten que haya ciudadanos viviendo en estas situaciones de riesgo, hay numerosas personas que están amenazadas de ser desalojadas de los lugares que han creado, con iniciativa propia, con recursos mínimos y sin ayuda alguna, para al menos subsistir.
En casi todas las provincias del país, ciudadanos de a pie se acercan a los comunicadores comunitarios de la Red Cubana, para solicitarles que divulguen internacionalmente su situación, pendientes de ser “extraídos”, eufemismo que usan los que detentan el poder para eludir la palabra desalojo, ya que sería una negación del Programa del Moncada, escrito en La Historia me Absolverá, el alegato de Fidel Castro para el juicio a los asaltantes al Cuartel Moncada.
Los desalojos froman hoy una gran ola que se extiende desde Pinar del Río a Guantánamo, apenas con la concesión, en algunos casos, del término de 72 horas para abandonar el sitio, que posteriormente las autoridades demuelen. Y en casi todos los casos en los que interviene con sus denuncias la Red Cubana de Comunicadores Comunitarios, otra consecuencia es la detención de sus miembros por hacer público el atropello.
El gobierno no resuelve los problemas de vivienda que tiene el pueblo, que son casi tan viejos como el propio sistema, pero tampoco permite que sea solucionado por aquellos que al menos parcialmente puedan hacerlo de forma particular. Como reza el refrán popular, el régimen es como el perro del hortelano: ni come ni deja comer.

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miércoles, 13 de febrero de 2013

¿Una generación de afeminados?

 | Por Julio Cesar Álvar

LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -León tiene 46 años. Es un hombre muy velludo. “León el oso”, le decían en la escuela al campo. Pasó el servicio militar sirviendo en las tropas especiales, donde conoció y aplicó las técnicas de supervivencia en la guerra, en el centro de entrenamiento “El Cacho”, en las lomas de Los Palacios, en Pinar del Rio. Fue destinado a la extinta Brigada de Destino Especial, una brigada de desembarco y asalto, conocida popularmente en Cuba como los “Boinas Azules”.
Después de cumplir con las obligaciones militares, empezó a laborar como mecánico en un taller del Estado. Más tarde fue chofer de ómnibus urbanos. Conducía la ruta 13, y cuando lo cesantearon por falta de ómnibus, en el Período Especial, vendió maní frente a una heladería del barrio habanero de la Víbora.
Construyó su casa con sus propias manos, ladrillo a ladrillo. Ahora conduce un ómnibus para transportar turistas, y, aunque le va muy bien económicamente, no ha perdido la costumbre de hacer las cosas por sí mismo. Es lo que aquí suelen llamar un tipo rudo.
Al rudo León le molestan mucho las nuevas costumbres y modas de una gran parte de la juventud cubana. Piensa que esta generación de jóvenes es una generación de afeminados: “¿Qué es eso de afeitarse el pecho, los sobacos, y teñirse el pelo como si fueran mujeres?”, pregunta malhumorado.
Recuerda su época de estudiante en la escuela al campo, cuando tener pelo en el pecho y en el pubis eran signos de hombría. Los lampiños evitaban ir a las duchas a la misma hora que los demás, porque la falta de vello era objeto de burlas y comentarios hirientes. Cree también que las nuevas generaciones son perezosas. “Los jóvenes ahora agarran más tiempo en sus manos una cuchilla de afeitar, que un martillo o una pala”.
Pero para Claudia, una joven de 20 años que trabaja en el sector de la salud, las nuevas costumbres de los jóvenes nada tienen que ver con la falta de hombría. Los viejos paradigmas de la apariencia masculina ya han dejado de ser un faro para ella. “A mí me gustan los hombres que no tengan pelos en el cuerpo.  Me da asco esa pelambrera”.
Y no son sólo los más jóvenes los únicos en sumarse a esta moda del afeitado y el tinte. Otros no tan jóvenes ya forman parte del club, como Olga y Omar, de 38 y 41 años, respectivamente. Aunque dicen no afeitarse todo el cuerpo, sí se rasuran ambos el vello púbico. Él se tiñe el pelo para esconder las prematuras canas en su cabeza. “Hemos leído que es más higiénico afeitarse. Nos sentimos más cómodos así. Además, el tinte le sienta muy bien a mi esposo”.
La opinión “científica” sobre el asunto viene de Carlos, un médico cincuentón que atiende el consultorio 45, de la Víbora: “Los vellos de nuestro cuerpo no están ahí por gusto. Bañarse bien creo que resolvería el problema higiénico”.
Y Liany, una sicóloga recién graduada, cree que todo hombre también tiene un lado femenino, por más que a León le resulte sospechoso y no tolere que los hombres se afeiten y se tiñan.
En lo que sí coinciden ciento por ciento las mujeres de los “sin pelos” es en que sus hombres, aunque afeitados y teñidos, “siguen siendo machos”.


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Una enfermedad incurable

 | Por José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -Una vecina, anciana con algo más de 70 años, anda muy desconsolada en estos días porque le negaron la visa para ir a reencontrarse con su hijo, en Miami. Casi en la misma proporción en que le dolió esa negativa, le ha contrariado y ofendido y hasta enfurecido que sí le concedieran visado a su exmarido.
Ella es, desde siempre, una fidelista de rasga y rompe: militante, colaboradora de la policía, miembro de las Brigadas de Respuesta Rápida y todas las demás taras con que se cuece aquí la identidad revolucionaria. Él, un ex-digerente del régimen, tronado desde hace muchos años, es alcohólico y vagabundo impenitente.
El único hijo de ambos vive en los Estados Unidos desde hace 14 años, cuando abandonó una misión internacionalista, en la que laboraba como enfermero, para escapar en busca de nuevos horizontes. Nunca más pudo volver a la Isla, el régimen se lo ha prohibido, razón por la que mi vecina no sólo estaba feliz ante la perspectiva del viaje, también estaba segura de que le certificarían el visado, pues, según sus palabras textuales, la reunificación de la familia es un derecho humano que el gobierno estadounidense no debía negarle.
No seré yo quien juzgue su caso. No me interesa el papel de juez, algo que –no sé si por suerte o desgracia- siempre están dispuestos a hacer con gusto mis paisanos. Además, supongo que a estas alturas sería redundante condenar a mi vecina al infierno, puesto que como tantos otros (ancianos o no, pero sobre todo ancianos), lleva ya el infierno dentro de sí, cayéndose a pedazos, desilusionada pero incapaz de reconocerlo, por lo que se enrosca en sí misma como las cochinillas, insensible a todo lo que no sea sobrevivir a cualquier precio.
Debe ser angustioso volver la vista atrás, desde la vejez, y no ver sino caos y equivocaciones. Pero nunca lo será tanto como mirar hacia adelante y no ver nada.
Tal es hoy el drama de mi vecina y el de muchos otros como ella, rastrojo de la desintegración moral que fría y metódicamente cultivara el totalitarismo fidelista en Cuba. Alguna vez, en el futuro, sus biografías quizá resulten útiles para los historiadores y para los psicólogos sociales. Mientras, y como no es posible agregar algo nuevo a lo que ya se ha dicho sobre el asunto, me parece más provechoso, y hasta saludable para el espíritu, enfocar la atención hacia otro objetivo.
Pongamos por caso el epifenómeno de su exmarido, y de tantísimos otros como él, que después de haberse roto el lomo durante toda la vida trabajando para el régimen (y en no pocas ocasiones entregándole su integridad cívica y su honor), resulta que ahora vuelan hacia los Estados Unidos –el cubil del Enemigo-, en busca, no sólo de la reunificación familiar, por la que nunca antes se interesaron, sino, sobre todo, de garantías para la vejez que aquí no encuentran.
De esta forma no es al régimen por el cual echaron al tragante su moral y todas sus fuerzas vitales, sino a los contribuyentes del repudiado capitalismo estadounidense, a quienes ahora les toca asegurarles una vejez sin sobresaltos, digna, con atención médica y medicamentos gratuitos al alcance de la mano. Y sin que hayan disparado jamás un chícharo por el bien de esa sociedad.
Conozco el caso de otra señora con más de 65 años de edad que se ha instalado en Hialeah, luego de pedir residencia mediante la Ley de Ajuste Cubano. Por haber trabajado durante más de 40 años en la Isla, recibía aquí una pensión equivalente a unos 10 dólares, la cual, por cierto, le fue suspendida (violando la ley de seguridad social) tan pronto cumplió 11 meses de estancia en los Estados Unidos y las autoridades del régimen supieron que no regresaría. Pero ni falta que le hacen esos 10 dólares, pues allá recibe un subsidio más de veinte veces superior, sin contar las jugosas ventajas del Medicaid.
Esa señora, cuyo caso no es excepcional sino la media dentro de miles de ancianas y ancianos cubanos que han emigrado últimamente hacia el norte, y que continúan emigrando, ha venido ya dos veces de vacaciones a la Isla, en menos de tres años, y ahora mismo espera que le asignen allá una vivienda de bajo costo. Es decir que en rigor vive mejor en Norteamérica que cientos de miles de jubilados norteamericanos que, por devengar salarios modestos, no pudieron contribuir con grandes sumas al Seguro Social, así que, por ejemplo, hoy sólo tienen acceso al Medicare, con menos beneficios gratuitos que el Medicaid.
Y encima, para colmo, hay que oír cómo se manifiesta esa señora en sus visitas a Cuba, mostrando una actitud crítica y arrogante contra el sistema capitalista, lo que sospecho tampoco debe ser excepcional entre casos como el suyo.
¿Será cierto eso de que la vejez (o al menos la de los fidelistas cubanos) es una enfermedad incurable para el alma? ¿Será que, como reza la canción, los viejos tienden a la más dura de las dictaduras? ¿O es que no hay razón para esperar que aquellos que no tuvieron vergüenza de jóvenes, la adquieran ya ancianos?


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El contubernio cómplice de la UNEAC


Los hijos que la revolución no quiso
 | Por Víctor Manuel Domínguez 
LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -La historia se repite. Otro escritor cubano será enviado a prisión. Ángel Santiesteban, autor del blog Los hijos que nadie quiso, fue condenado a cinco años de cárcel bajo el supuesto delito de violación de domicilio y lesiones. El Tribunal Supremo Popular ratificó la sanción.
De acuerdo con lo expresado por Santiesteban a martíoticias.com, en el juicio no se mostró evidencia alguna sobre su culpabilidad. Una de las supuestas pruebas descansa en la declaración de una teniente coronel del régimen, quien argumentó que su caligrafía indicaba culpabilidad.
El laureado escritor (por libros como Sueño de un día de verano, Premio UNEAC 1995, Los hijos que nadie quiso, ganador del Alejo Carpentier 2001, y Dichosos los que lloran, galardonado en Casa de las Américas 2006), declaró que ante su condena a prisión sin pruebas procesales, sus ex colegas dentro de Cuba guardan un silencio cómplice, con tal de preservar pequeños privilegios.
No es de extrañar. Tanto el encarcelamiento de algunos escritores que disienten de la ideología oficial, como el silencio y la complicidad de los intelectuales ante las arbitrariedades de la política cultural cubana, han sido una constante en más de medio siglo de revolución.
Desde su fundación, el 22 de agosto de 1961, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), no ha sido más que un “cascarón de figurones”, como la definiera el poeta Heberto Padilla en su polémica con el escritor Lisandro Otero, a través de las páginas del suplemento cultural El Caimán Barbudo.
Ya en 1965, el “sálvese quien pueda” corrió por los pasillos de la UNEAC, y el silencio cómplice y ominoso se instaló como huésped permanente entre sus integrantes, quienes no levantaron la voz ante el envío a las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), del poeta José Mario Rodríguez, acusado de “disoluto y liberaloide”, junto a otros integrantes de Ediciones El Puente.
Tampoco lo hicieron luego de un discurso pronunciado por Fidel Castro, en marzo de 1966, donde arremetía contra los homosexuales de la UNEAC y los amenazaba con enviarlos a trabajar a la agricultura. Mucho menos alzaron su voz los escritores y artistas cuando, en el denominado “Quinquenio gris”, también fueron encarcelados los poetas Lina de Feria y Heberto Padilla, y los escritores José Lorenzo Fuentes, Reinaldo Arenas y Manuel Ballagas, por supuestas difamaciones contra la revolución o por escribir textos subversivos.
Fueron los integrantes de la UNEAC quienes en el prólogo de los libros Los siete contra Tebas (teatro) de Antón Arrufat, y Fuera de Juego (poesía) de Heberto padilla, galardonados con el premio de esa organización, en 1968, los denunciaron como “contrarios ideológicamente a nuestra revolución”.
¿Acaso los miembros del “cascarón de figurones” le salieron al paso a las acusaciones lanzadas desde la revista Verde Olivo contra Antón Arrufat, Heberto Padilla, Guillermo Cabrera Infante y José Triana, entre otros escritores, por un censor oculto bajo el seudónimo de Leopoldo Ávila?
El sentimiento de pecado que les sembró el Che a los intelectuales cubanos que no lucharon contra la dictadura de Fulgencio Batista, más su cobardía personal y algunas prebendas astutamente otorgadas por el régimen, los convirtió en dóciles amanuenses que sólo escriben al dictado del amo.
Los escritores que caen en desgracia son como apestados de los que se alejan los demás, y no sólo se les saca del gremio, sino también del círculo de amistades, hasta que sean reivindicados, si llegan a serlo en vida, por lo que algunos llaman rectificación de la política cultural. Este acto de bajeza lo ilustró el escritor Eduardo Heras en sus memorias sobre las purgas intelectuales, recogidas en una conferencia titulada “Quinquenio gris: testimonio de una lealtad”, dictada como exorcismo contra la censura en el Instituto Superior de Arte (ISA) en 2007.
La prueba de “lealtad”, según Heras, se da cuando se cruza cada día, al regreso del trabajo, con otro señor. Se miran, pero nunca se saludan. Lo único que los une en ese malhadado año 1971, es que ambos son escritores y cumplen un insólito castigo por escribir libros calificados como contrarrevolucionarios. Sin embargo, añade, sólo los unía en ese instante crucial de sus vidas, la capacidad de resistencia ante la injusticia.
De modo que, de acuerdo con lo escrito por Heras León, aguantar humillaciones, abusos, callarse y no tener valor siquiera para saludar a otro marginado, es un acto de unidad. ¿Unidad en la miseria? ¿En la desgracia humana?
Sin embargo, más tarde, ya reivindicados, ¿no firmaron el propio Heras, Arrufat, Arango, Pablo Armando Fernández, César López, Miguel Barnet, Nancy Morejón y compañía, la Demanda de la UNEAC contra la Carta de los Diez intelectuales que pidieron reformas al régimen, el 31 de mayo de 1991?
Según expresaban en sus años de angustia Heras y otros integrantes de la UNEAC, los firmantes de la Carta de los Diez, más que colegas, eran amigos, y compartieron las buenas y las malas en ese proyecto social abierto y democrático que después los devoró. Entonces, ¿por qué  apoyaron con su firma el ataque y marginación a colegas de reconocida trayectoria literaria como Manuel Díaz Martínez, Raúl Rivero, Manuel Granados, José Lorenzo Fuentes y Bernardo Marqués-Ravelo? ¿Les tendieron la mano alguna vez? ¿Los volvieron a saludar? ¿Se atrevieron Heras León o Antón Arrufat a levantar la voz por María Elena Cruz Varela, Roberto Luque Escalona, Fernando Velázquez Medina, Víctor Serpa Riestra y Nancy Estrada Galván, también firmantes de la Carta de los Diez?
Cuando, dos años después, una turba instigada por la Seguridad de Estado obligó a María Elena Cruz Varela a tragarse sus poemas, y fue condenada a dos años de cárcel por firmar la Carta de los Diez y crear el movimiento Criterio Alternativo, ningún miembro de UNEAC protestó. Tampoco lo hicieron cuando el poeta Raúl Rivero fue condenado a veinte años de prisión, en el año 2003, por ejercer un periodismo libre. Todo lo contrario: condenaron en una Carta Abierta todos estos actos que denominaban conspirativos y en contra de la revolución.
Por ello, aunque demuestre ser inocente, el escritor Ángel Santiesteban será enviado a prisión, único sitio, junto al exilio, adónde van a parar los hijos que la revolución no quiso ni querrá. Sus compañeros de la UNEAC, en el mejor de los casos callarán una vez más, si es que “de arriba” no les “orientan” firmar algún documento condenatorio.

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martes, 12 de febrero de 2013

Base Naval de Guantánamo: Testimonio de un éxodo


(17)


Pude  darme cuenta, por medio del tacto, que una de las cámaras delantera iba baja de aire. No sabía si estaba ponchada o sólo era que se encontraba baja de aire. Esto constituyó una preocupación más para mí. Además de llevar pocos alimentos, escasa el agua, roto un remo, ahora la cámara iba  baja de aire.- ¡Esto es una locura!- pensé
. Si alguien hubiera  planteado regresar, de seguro habría contado con mi apoyo.
Al parecer  nadie se percató de estas cosas y continuamos nuestro camino...
Ahora los remeros éramos dos.Cada cierto tiempo nos turnábamos, para descansar.
Andrés, sentado en la parte delantera de la embarcación,  llevaba la brújula y guiaba nuestro recorrido, y Odelito, era el encargado de guiar la vela, que en esos momentos se encontraba arriada por la falta de aire.  El mar continuaba en calma.
En la medida en que avanzábamos, se nos presentaban nuevos problemas. Ahora era el timón de la balsa, el cuál se había zafado y no funcionaba. Guiábamos la balsa con los remos.La horsa, también se había roto.Esta viene siendo la quilla que llevan los barcos y las lanchas por debajo, para darle estabilidad. En caso de marejadas fuertes podíamos virarnos con facilidad. La vela también presentaba problemas. Se había zafado del mástil y una buena parte de élla iba suelta.
Realmente estaba preocupado con todos los problemas que se estaban presentando y sin poder regresar; la costa de Cuba no se veía. Llegué a pensar que había escogido el día más malo de mi vida para viajar.
Con todos estos contratiempos, creí ir a una muerte segura, no obstante decidí continuar remando hasta las últimas fuerzas de mis ser. Tenía que ganarle la partida a la muerte, que por lo visto venía detrás de mí.
La salida del sólo me sorprendió remando y el mar continuaba en calma.
Detrás nuestro venía la balsa que salió después que nosotros.
Me llamó la atención el color azul marino intenso que tenía el mar en esas profundidaes.Era realmente maravilloso.
Alrededor nuestro saltaban los peces, como si estuvieran jugando en el agua. Alguien dijo que eran  Picuas, otros Delfines y alguien vió tiburones rondando la balsa.
Sobre las 11am, divisamos un barco que traía rumbo Este. Al parecer pasaría cerca de nosotros. La algarabía que se formó fue grande.
Comenzamos a agitar tohallas y pañuelos y a pedir auxilio, como si los del barco pudieran escuchar nuestro desesperados gritos. Era una escena conmovedora de trece personas que luchaban por sus vidas y que, aparentemente, cerca veiamos nuestra salvación.
Pasado unos minutos, todo volvió a la normalidad. El barco se alejaba cada vez más sin percatarse de nuestra presencia, no se percató que éramos trece personas en peligro de muerte real, además de las personas que venían detrás de nosotros.
No sabrán de desesperación y angustia los que no hayan pasado por momentos como estos.
Continuamos remando, no se había dejado de remar ni un sólo instante. Todos, excepto las mujeres, teniamos las manos llenas de ampollas, producto de la fricción de la piel con la madera de los remos.


(Continuará)

El intento de suicidio del comandante Augusto Martínez Sánchez

La mala puntería de Augusto

 | Por Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -¿Por qué el comandante Augusto Martínez Sánchez se disparó un tiro a un costado del corazón, en su propio despacho, en horas tempranas de la tarde del 8 de diciembre de 1964? Es una historia que la prensa oficialista jamás se ha atrevido a divulgar.
Por orden de Fidel Castro, el 16 de octubre de 1959, Martínez Sánchez había sido nombrado Ministro del Trabajo. Cinco años después, el 8 de diciembre, sería destituido, a través de una llamada telefónica, muy ofensiva, que le hiciera el propio Fidel.
En aquellos meses yo comenzaba a hacer mis primeros reportajes en la Revista Trabajo, órgano oficial de ese ministerio. Por esas casualidades de la vida, aquel 8 de diciembre me tocó hacer la guardia de las milicias en el cuarto piso del edificio ministerial, donde el ministro tenía su despacho y de donde siempre salía un sabrosísimo olor a carne de cerdo asada.
Cuando todo estaba en calma aquella tarde, el disparo de Augusto retumbó peor que un trueno en el edificio. Como no podía moverme del lugar, pude presenciar algunos detalles. Vi cuando se llevaban entre dos militares el cuerpo inerte del ministro, también vi el llanto de su bella secretaria, Graciela Tazende, y la perplejidad y conmoción que el hecho produjo entre los cientos de empleados del ministerio
Primero, se decía que lo habían matado, algo que siempre se temió. Augusto, como abogado y fundador del Movimiento 26 de Julio, había sido fiscal militar, responsable de numerosos fusilamientos. Pero pronto se supo la verdad: Fidel lo había llamado por teléfono, para comunicarle que le daba 24 horas para que se largara de allí.
Las razones eran, tal como se decía a puertas cerradas, que las últimas leyes promulgadas, para que los trabajadores que se jubilaran a partir de aquellos momentos recibieran el cien por ciento de sus salarios, habían molestado al máximo líder.
No es cierto, según recuerdo, que se tratara de un caso de corrupción por una vivienda construida por Martínez Sánchez. En aquellos tiempos la nomenclatura castrista no necesitaba construir casas, porque fácilmente se adueñaban de las que abandonaba la burguesía, cuyas residencias eran las más hermosas y sólidas del país.
A la redacción de la Revista Trabajo había llegado la información exacta de la conversación de Fidel con Augusto. Lo que más le había molestado a este último, imponente personaje de la Sierra Maestra, un hombre de carácter fuerte y con una gran dosis de machismo, fue que el líder de la Revolución le dijera ¨comemierda¨ al final de la conversación.
Nunca se pudo saber si la causa de su intento de suicidio fue por humillación o rabieta. Pero lo que sí se supo es que, a pesar de su gravedad, por la herida de bala calibre 45 (aunque no disparada exactamente en el lugar de su corazón, sino mucho más a la izquierda, cerca del antebrazo), Augusto siguió vivo. Luego, nunca más se supo de él.
El pasado sábado 2 de febrero, Augusto Martínez Sánchez murió, a los 89 años de edad. El órgano oficial del partido comunista nada dijo sobre su fallecimiento. Sólo Juventud Rebelde publicó un breve obituario donde aclara, tal vez con alguna maledicencia, que Martínez Sáncez se había unido a la guerrilla en abril de 1958,  solos unos meses antes del triunfo revolucionario.
Como cualquier cubano que conoce bien a Fidel Castro, sé que nunca le perdonó su rabieta de aquella tarde y, por qué no, mucho menos su mala puntería, que hizo que siguiera vivo.

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