viernes, 5 de septiembre de 2014

Mayor del MININT retenido en Bahamas acusa de narcotráfico a altos oficiales cubanos

'Yo participé en por lo menos cuatro operaciones', dice Ortelio Abrahantes Bacallao. Añade que eran dirigidas por jefes de la DNA y de Tropas Guardafronteras.
Ortelio Abrahantes Bacallao.
Ortelio Abrahantes Bacallao, el mayor del Ministerio del Interior que escapó de la Isla y permanece desde hace cinco meses en un centro de detención migratoria de Bahamas, acusó a dos altos oficiales cubanos de participar en operaciones de narcotráfico para llevar droga a Estados Unidos.
"Esas operaciones eran dirigidas por el teniente coronel José Luis Aro, jefe de la DNA (Dirección Nacional Antidrogas), en la provincia de Ciego de Ávila; coronel Servando, jefe de Tropas Guardafronteras, en Ciego de Ávila", dijo Abrahantes Bacallao en declaraciones al canal TV Martí, desde Carmichael Road.
Añadió que las operaciones se denominaban "Aché" y consistían en la recogida de bultos de cocaína y mariguana, que dejaban caer aviones procedentes de Colombia, para llevarlos a un almacén en Cayo Coco.
"Yo participé en por lo menos cuatro operaciones. Mi tarea era asegurar el combustible y el mantenimiento de las embarcaciones que iban a buscar la droga", dijo.
Abrahantes Bacallao, quien era jefe de Transporte Terrestre y Marítimo del MININT en Ciego de Ávila cuando escapó de la Isla, dijo que, desde el almacén de Cayo Coco, la carga era transportada en lancha hasta el canal viejo de Bahamas, donde se hacía el trasbordo a otras embarcaciones que la llevaban a Estados Unidos.
La grave revelación sobre el supuesto tráfico de drogas hacia Estados Unidos podría convertir al cubano en un testigo de interés para la agencia antidrogas de ese país (DEA), pero James A. Shedd, oficial retirado de esa entidad, advirtió que el proceso sería "difícil y prolongado".
David Álvarez, abogado de Abrahantes Bacallao en Miami, dijo que ha recibido muestras de interés del Gobierno estadounidense en su cliente.
"Me entrevisté con representantes de agencias gubernamentales de Estados Unidos, que no puedo revelar, y mostraron interés en hablar con mi cliente, pero para los efectos es necesario el permiso del gobierno del país insular", afirmó.
"He enviado correos electrónicos al Ministro de Exteriores (de Bahamas), el honorable señor Fred Mitchell, indagando por la situación de Abrahantes pero hasta el momento no he recibido respuesta", agregó.
La Habana estaría haciendo presión en el caso. Según TV Martí, una fuente conocedora del tema, que pidió el anonimato, dijo que la situación de Abrahantes Bacallao habría estado sobre la mesa en una reunión que sostuvo esta semana Yoslaidy Clemente, tercera secretaria de la embajada de Cuba en Nassau, con el ministro bahamés de Inmigración, William Pratt, en ocasión de una recepción a la que también asistió el embajador cubano, Ernesto Soberón.
La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha recomendado al Gobierno de Bahamas "que tome en cuenta la solicitud de asilo presentada por Ortelio Abrahantes".
El organismo internacional consideró que Abrahantes Bacallao "debe recibir protección internacional", según un correo electrónico enviado al abogado Álvarez.
El exmilitar salió el 24 de marzo del norte de Ciego de Ávila en un barco de velas, propiedad del estado cubano, rumbo a Estados Unidos, pero fue interceptado por una embarcación del Servicio de Guardacostas de Estados Unidos (USCG) que lo entregó a las autoridades de Bahamas.
Una vocera del USCG en Miami, Marilyn Fajardo, indicó, sin embargo, que en sus primeras averiguaciones no encontró el nombre de Abrahantes Bacallao en la relación de personas rescatadas y entregadas a Bahamas entre el 24 y el 27 de marzo último.



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jueves, 4 de septiembre de 2014

La aduana ladrona



Los aduaneros estan de fiesta, pueden satisfacer sus escaseces a costa del despojo a sus compatriotas
Aduana oficial 600LA HABANA, Cuba -En las últimas semanas los medios de prensa oficiales han sido prolíficos en la divulgación de notas, artículos y reportajes relacionados con las Resoluciones 206, 207 y 208 de la Aduana General de la República (ARG), que limitan aún más las posibilidades de los cubanos a importar artículos desde el extranjero.
A medida que se acercaba la “hora cero” que legitima el nuevo despojo a los viajeros cubanos, los reportajes de los noticieros de televisión se esforzaban inútilmente por mostrar las  bondades de las regulaciones, subrayando su importancia para cerrar el camino a las ilegalidades relacionadas con el mercadeo con fines de lucro (transgresiones que, como se sabe, son prerrogativas exclusivas del gobierno). Sin embargo, la mayoría de los testimonios de los viajeros entrevistados en diferentes aeropuertos de la Isla denota inconformidad y disgusto con las nuevas regulaciones, e incluyen críticas al comercio oficial minorista.
Los criterios de los entrevistados apuntan a la naturaleza extensiva de estas regulaciones, que afectan por igual a las personas que “emplean los márgenes de importación no comercial establecidos hasta ahora, con el propósito de ingresar al país altos volúmenes de mercancías destinadas a la comercialización y el lucro”, y a todas las familias cubanas que se benefician de los artículos y bienes de consumo importados por sus familiares que viajan o que residen en el exterior.
El disgusto general que han despertado las nuevas medidas indica que las nuevas Resoluciones de la AGR son las más impopulares de las regulaciones dictadas hasta ahora por el gobierno del General-Presidente, Raúl Castro.
Otra Hidra de Lerna
aduana oficiales dosSondeos informales reflejan un consenso de la población sobre la responsabilidad del gobierno por el tráfico comercial ilícito. Nadie importa un producto que no necesite o que pueda comprar fácilmente en el mercado de su propio país. No por casualidad muchos cubanos prefieren adquirir sus prendas de vestir y otros artículos en el mercado informal, que comercializa a mejores precios y generalmente con una mayor calidad y variedad de la oferta que el mercado oficial.
A lo largo de décadas de monopolio mercantil, las redes comerciales estatales han adolecido de escasez en la oferta, altos precios y mala o insuficiente calidad de sus productos. El centralismo extremo estableció la compra mayorista en el exterior a través de funcionarios que manipulan los capitales personalmente y suelen realizar operaciones fraudulentas en zonas de libre comercio, invirtiendo el grueso de esas finanzas en grandes volúmenes de mercancías por largo tiempo almacenadas (en detrimento de su calidad y ya “pasadas de moda”) que –previo acuerdo con el vendedor– son liquidadas a bajos precios, mientras oficialmente declaran un valor mayor de los productos adquiridos. De esta forma el “excedente” de la transacción queda en poder del funcionario, que se enriquece a costa del erario público.
Así las cosas, resulta que es el extremo centralismo del comercio el que fomenta en su máxima expresión la “comercialización y lucro” ilícitos, habida cuenta que los altos burócratas comisionados por el gobierno para encargarse de dichos negocios gozan de una impunidad casi total, al menos en tanto demuestren su adhesión política al sistema. Cierto que cada tanto trasciende que éste o aquél  funcionario comercial ha caído en desgracia “por corrupción”; pero lo usual es que en tales casos se trate de un escarmiento público que enmascara algún imperdonable pecado de infidelidad política. Solo entonces, y si es estratégicamente indispensable, se hace público el “escándalo” de corrupción, y el chivo expiatorio de ocasión es sustituido por otro burócrata que muy probablemente incurrirá en el mismo delito, cerrándose un círculo vicioso que se ha tornado ya institución.
aduana-PC chinoPor su parte, las sucesivas medidas que ha estado implementando el gobierno en diferentes esferas de la economía, no solo no han logrado normalizar el comercio, sino que han potenciado y diversificado las redes ilegales. Cuanto mayor es la persecución a éstas tanto más se refinan sus estrategias de supervivencia, porque los códigos con los que operan las redes de comercio clandestinas son fuertes y se basan en una realidad económica incuestionable: el sistema cubano es inviable y demostradamente incapaz de satisfacer las necesidades de la población; sin contar con la pérdida del capital de fe que antaño permitiera el relativo sostenimiento de las estructuras.
De hecho, las frecuentes redadas desatadas contra los comerciantes ilícitos que hormiguean por todo el país han demostrado su ineficacia, a la vez que los relativamente altos salarios y otras prestaciones del nutrido cuerpo de inspectores estatales y de la policía pesan sobre una economía ya demasiado maltrecha. Los propios reportajes televisivos de los últimos días no han podido ocultar el malestar de una población que declara casi sin ambages su disposición a solucionar sus necesidades de consumo a como dé lugar.
Se trata, en resumen, de una fórmula económica elemental: en un sistema donde el mercado, por demás monopolio de un poder político, no es capaz de satisfacer la demanda, proliferará el comercio ilícito. No será con resoluciones aduanales, con discursos políticos, con restricciones absurdas en todos los órdenes ni con ejércitos de inspectores improductivos con los que se eliminen las amplias redes comerciales clandestinas. Porque el mercado negro en Cuba es como la Hidra de Lerna: le brotan dos cabezas allí donde se le cercena una.
Con seguridad, a partir del pasado 1ro de septiembre de 2014, esa fauna tan despreciada entre los cubanos, los aduaneros, estarán de plácemes. Podrán cebarse con mayor saña sobre las valijas de los nativos que ingresen en la Isla, y así satisfacer sus propias escaseces a costa del despojo a sus compatriotas. Porque si en algo ha demostrado una capacidad infinita el sistema cubano es en la producción de corruptos.


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martes, 2 de septiembre de 2014

Extorsionados por la policía


Bicitaxistas pedalean entre las ruinas, alquilan el puesto de trabajo y esperan turistas generosos

Foto-reportaje de Ernesto Pérez Chang
LA HABANA, Cuba – Junto a los “almendrones”, esos autos viejos anteriores a los años 60 que aún sirven de alquiler, abundan en las calles de La Habana los llamados bicitaxis, triciclos de pedal para dos pasajeros, que cubren pequeñas distancias por un precio que oscila entre 1 y 5 dólares. Tengamos en cuenta que 1 dólar es lo que pudiera ganar un profesional en dos largas jornadas de trabajo al Estado.
El negocio se encuentra entre las labores que el gobierno permite realizar por cuenta propia. La tasa de impuestos de la Oficina Nacional de Administración Tributaria (que para este tipo de oficio no rebasa los 20 dólares mensuales) no es tan elevada en comparación con la de los almendrones (por encima de los 80 dólares y con recargos anuales que pueden alcanzar los 1000, incluso más). También tiene la ventaja de que, al no necesitar la tracción por motor, quienes los operan no deben invertir en combustible ni en la compra de piezas demasiado costosas. No obstante, tras las aparentes felicidad y rentabilidad de este negocio, hay entresijos que hacen ver que el oficio transcurre en un escenario verdaderamente agobiante.
Tengamos en cuenta que la mayoría de los equipos que operan en la ciudad no son propiedad de sus conductores, sino que pertenecen a personas que administran hasta más de un centenar de triciclos, la mayoría de fabricación artesanal y valorados entre los 300 y 700 dólares.
Sobre los pormenores de este singular oficio y de cómo se decidió a ejercerlo, nos comenta Eriberto Sánchez, que lleva más de un año pedaleando en las calles de La Habana. Llegado de El Paradero Lugareño, Minas, en Camagüey, de donde salió con apenas 22 años, obligado por la miseria y la falta de oportunidades, para sobrevivir ha tenido que aceptar un empleo que apenas le rinde para pagar el alquiler, y en ocasiones enviar algún dinero a sus padres.
-Hay días en que hago un extra, sobre todo cuando alquilo a turistas. Pero a veces la policía me quita una parte de lo que hago. Estoy ilegal en La Habana y ellos lo saben, nos chantajean. Hay algunos que no, pero la mayoría vive de nosotros […]. Un primo mío me consiguió este trabajo […]. El bicitaxi no es mío. No me alcanza para comprar uno, aunque estoy reuniendo. Este es de un tipo que me lo alquila desde el mediodía hasta las 7, después lo coge otro. Termino y lo llevo al parqueo y ese mismo día le pago entre doscientos y trescientos pesos (aproximadamente entre 8 y 12 dólares), según como esté la cosa. Los domingos no se hace mucho, pero aun así hago unas carreras […]. Vivo alquilado en Casablanca […] pago 2 CUC (aproximadamente 2 dólares) diarios por el cuarto y soy yo y mi mujer […]. No alcanza para mucho lo que gano con esto pero estoy mejor que en Minas. A veces hago amistad con los turistas y ellos, antes de irse, me regalan ropa y cosas que no se van a llevar. Eso es lo mejor de este negocio. Lo demás se lo lleva el dueño del bicitaxi.
Manuel Salazar describe una situación muy similar a la de Eriberto. Llegó de Guantánamo con la esposa y dos hijos. Vive en un cuartucho que construyó él mismo en el Cotorro, con el escaso dinero (unos 900 dólares) que obtuvo de la venta de su casa en Imías. Aún no ha podido legalizarse y el del bicitaxi es el único empleo digno que ha podido mantener, con su condición de ciudadano de segunda que le imponen las absurdas y segregacionistas leyes migratorias internas en Cuba que impiden a los cubanos de otras provincias visitar o vivir en La Habana sin un permiso oficial.
Una buena parte de lo que gana en el día debe dárselo al dueño del vehículo e igualmente cede ante el chantaje de las autoridades para evitar la deportación a su provincia. Para palear su cruda realidad, mientras no consigue pasajeros, recoge latas de refresco vacías para venderlas como reciclaje.
Roberto Carmenate, otro conductor de bicitaxis, es un anciano al que, como a la casi totalidad de los jubilados, no le alcanza la pensión. Vive en La Habana legalmente pero, para sobrevivir, ha tenido que apelar a ese oficio “mientras la salud me acompañe”, dice.
-No creas. Lo que gano en esto no me alcanza para mucho, pero al menos puedo pagar la luz (electricidad) y comer un poco mejor […]. Es verdad que no gastamos en gasolina pero para pedalear hay que comer bien y la cosa está muy dura. […] Yo creo que tendré que morirme dando pedales… y yo que creía en que tendría un futuro en este país y mira cómo estamos…
En los últimos años, en La Habana como en las principales ciudades del país, ha proliferado este transporte alternativo ante el desastre que constituye el servicio público y la falta de soluciones inmediatas por parte del Estado, que no desea soltar las riendas de un sector que él mismo, con sus despropósitos, ha conducido a un callejón sin salida.


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lunes, 1 de septiembre de 2014

Adios a las "Mulas"


El gobierno regresa al monopolio

Los aviones de pasajeros ya no vendrán cargados de mercancías. Se limita el envío de paquetes.
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Centro Comercial La Puntilla del Grupo de Administración Empresarial (GAESA) perteneciente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias
LA HABANA, Cuba. — A partir de hoy, entran en vigor las resoluciones  206, 207 y 208 de la Aduana General de la República y la 300 del Ministerio de Finanzas y Precios. Su único propósito es limitar que los viajeros traigan productos desde el exterior para obligar a los cubanos a comprar en las desabastecidas y caras tiendas controladas por los militares. La normative afecta también a  los envíos de paquetes desde el exterior.
El Grupo de Administración Empresarial (GAESA) perteneciente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que dirige, controla y administra todo el comercio mayorista en dólares en Cuba, no podía permitir que su negocio sucumbiera ante la imparable competencia que le hacían los pequeños negocios privados dedicados a la venta de productos importados.
Apertura y cierre
La flexibilización de la actividad privada en Cuba empezó a materializarse con las resoluciones No. 32 de 7 octubre de 2010 y la 33 de 6 de septiembre de 2011 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social respectivamente (MTSS).
La resolución  32 autorizó  el desempeño de 83 actividades. Luego, la 33 las amplió a 181. En ambas resoluciones  aparecía la actividad de modista o sastre. Los que poseían dicha licencia  la emplearon para justificar la venta de confecciones textiles, calzado y miscelánea importada.
Este negocio floreció en todas las ciudades y pueblos de Cuba. En los portales de las casas,  en áreas públicas y locales arrendados por las autoridades municipales que fueron remodelados y convertidos en boutiques y pequeñas tiendas, se vendían la más diversa gama de productos comprados en Miami, Quito, Panamá, La Paz y México
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Cubanos de Miami a su llegada a La Habana
Las regulaciones aduaneras permitían la importación no comercial de hasta 100 libras de mercancía. Esto dio lugar al trasiego  hacia Cuba de artículos de gran demanda entre la población. Principalmente  los jóvenes dejaron de acudir a las Tiendas de Recuperación de Divisas (TRD), porque  en ellas no encontraban ropa a la moda.  En cambio, si la encontraban en los pequeños negocios privados.
En muchos de estos establecimientos privados, los clientes encargaban  el producto que necesitaban y el dueño les garantizaba que en una semana  podían venir a recogerlo. Esto ocurría con la ropa, el calzado,  herrajes, teléfonos móviles, cosméticos y bisutería en general. Un año después de la entrada en vigencia de la Resolución No. 33, más de 90 mil personas, entre dueños y trabajadores contratados, estaban involucradas en la venta de productos importados.
Adiós a las mulas
Las personas que  se ocupaban de traer esa mercancía eran cubanos que se desempeñaban como “mulas”. Luego se incorporaron a este lucrativo negocio, los “cubañoles” (cubanos con nacionalidad española recién adquirida). Se les contrataba para realizar compras en el exterior. Esta labor algunos la realizaban hasta dos y  tres veces en el mes.
La Terminal 2 del Aeropuerto Internacional “José Martí”, de La Habana, más que una terminal de pasajeros parecía una transitoria de carga por los altos volúmenes de mercancías que declaraban los pasajeros procedentes principalmente de Estados Unidos. Los aviones de pasajeros que venían de Miami, se convirtieron en aviones mercantes.
La oferta de los miles de pequeños negocios particulares que existían en toda Cuba, provocó la estrepitosa caída en las ventas de las TRD y el crecimiento de los inventarios en sus almacenes. El gobierno no podía permitirlo.
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Revisión de paquetes en la aduana del aeropuerto José Martí
El negocio privado
La actividad privada no es prioridad del gobierno cubano. El 26 de septiembre de 2013 entró en vigor la Resolución No. 42, que amplió a 201 las actividades que se podían ejercer, pero dejó  claro que a aquellos con licencia de modista o sastre, se les prohibía la comercialización de ropas de fabricación industrial o importada.
Como los inventarios en poder de los dueños de los pequeños negocios dedicados a la venta de productos importados eran bastante voluminosos,  el gobierno les concedió un periodo de gracia para que pudieran vender hasta el 31 de diciembre de 2013. De esa fecha en adelante se prohibió este negocio.
Con esta acción legal  contra los pequeños empresarios privados y los que laboraban como trabajadores contratados, quedo  claro que al gobierno  le importaba un comino que miles de personas quedaran sin empleo.
Las visitadoras a domicilio
Todo parecía indicar que la venta de artículos importados había llegado a su fin. Pero el negocio continuó, aunque de manera encubierta. Surgió la figura de las visitadoras, que vendían a domicilio, los encargos de sus clientes.
La Terminal 2 del aeropuerto de La Habana, continuó como centro de recepción de carga y los aviones mercantes realizaban ente 10 y 12 vuelos diarios de Miami y Tampa con destino a Cuba.
En el 2013, el valor de las mercancías importadas, principalmente de Estados Unidos, ascendió a 3 506 millones de dólares.
Como las tiendas del estado siguen sin poder competir con los vendedores privados, el gobierno decidió cortar por lo sano y para  complacer una vez más a los militares del GAESA, puso en vigor las resoluciones  206, 207 y 208 de la Aduana General de la República y la 300 del Ministerio de Finanzas y Precios.
Como el gobierno es incapaz de competir recurre nuevamente al monopolio, lo único que siempre ha sabido hacer. Los aviones de pasajeros con destino a Cuba ya no vendrán  cargados de mercancías.
origenesmadiba@gmail.com
Relacionado: Cuba aplicará polémicos cambios aduaneros


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Festejan activistas de Mella III año de vida de la UNPACU