sábado, 23 de febrero de 2013

Base Naval de Guantánamo: Testimonio de un éxodo


(26)


-Yo sé como está la situación en Cuba, pero eso no justifica que arriesguen la vida de esta manera. ¿Cuántos son ustedes?- me pregunto- 13 le respondí, pero detrás viene otra balsa con 11 personas más-
-Vengan para acá, para enseñarles algo- Me acompañaban Sandra y Tony. Nos acercamos  a la mesa de trabajo. Comenzó a  hacer medidas con sofisticados medios de navegación, los cuales manejaba con maestría...
Un puntico rojo se desplazaba sobre un intrincado jeroglífico de rayas, semejando un mapamundi.
-Mira, desde este lugar, donde salieron ustedes, hasta este lugar, donde los recogimos, hay 70 millas, y de este lugar a este otro, que es Nuevitas, hay 30 millas, lo que quiere decir que jamás hubieran llegado a ningún lado- nos señalaba para el mapamundi-De continuar con el rumbo que llevaban hubieran ido a parar al Canal Viejo de las Bahamas y nunca más se habría sabido de ustedes. De variar el rumbo hacia el noroeste hubieran recalado  en  la costa de Cuba, arrastrados por la corriente-
-¡Capitán, vamos a recoger a otros balseros!- dijo el que miraba con los catalejos. Nos acercamos a él y pudimos ver como trataban de  tirarle la soga a la balsa que nos siguió durante todo el recorrido. Hubo momentos de tensión y peligro, pues al lanzarle la soga desde el barco, esta no fue alcanzada y dos balseros se tiraron a las turbulentas aguas al  rescate de la soga. Por suerte no hubo mayores consecuencias, más que el susto. En esta balsa también venían dos mujeres.
-Mira, necesito que me hagas un favor y le cojas el nombre y dirección a la gente, así como la dirección de los familiares que tengan en USA. Espérate un momento- me dijo y salió hacia un camarote cercano, trayendo consigo dos cartones de cigarros “Marllboro”, papel y bolígrafo.-Toma, para que  le repartas cigarros y anotes aquí los datos-me dijo.
Bajé a cubierta, repartí los cigarros y le dí la tarea a Sandra, de tomarle los datos al personal, mientras yo me bañaba. Tony, me prestó un short y de esta forma pude lavar la ropa que traía puesta.
Cuando salí del baño, Sandra había terminado el trabajito. Por mi mente pasó la idea de excluirme de la lista, esconderme en  cualquier lugar apropiado y entrar como polizón a USA, pero no quise defraudar a mis amigos. Subí de nuevo a la cabina y le entregué los datos al capitán. Me brindó Coca-Colla, la cual me supo a gloria. Después de mirar la lista me dijo:
-Sabes que es la primera vez que, desde que estoy navegando, que me encuentro con balseros. Hice una apuesta con mi segundo, de pagarle 20 dólares por cada balsero que recogiera. ¡Mira tú que lío me he buscado!- me dijo, arrascándose la cabeza-
-Mira, lo mejor que puedes hacer es echar la apuesta para atrás, pues vas a perder todo el dinero del mes- le dije-
Continuamos charlando animadamente. Su nombre es Enrique Figueroa, hacía 2 años que había salido de Cuba por motivos políticos, en una causa donde le pedían 20años de prisión. Ahora se encontraba radicado en Miami, junto a su familia y trabajaba para una empresa naviera panameña, cuyos dueños eran cubanos. Tenía la orden de sus empresarios de recoger a todo balsero que encontrara en su recorrido.
-¿Para donde van ustedes ahora-pregunté?-


(Copntinuará)

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