viernes, 22 de febrero de 2013

Orlando Zapata Tamayo: Un antes y un después


Orlando Zapata Tamayo: el hombre que develó a la bestia

 | Por Odelín Alfonso Torna
LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -A las 3: 15 pm del 23 de febrero de 2010, con tan solo 42 años de edad, dejaba de existir físicamente el prisionero de conciencia Orlando Zapata Tamayo, después de ochenta y dos días en huelga de hambre y sed. El tan promocionado sistema de salud cubano y el confort de uno de los mejores hospitales del país, el capitalino Hermanos Ameijeiras, no pudieron remediar a última hora su asesinato político.
Aquel hombre, del poblado de Banes, en la provincia oriental de Holguín, se inmoló por los derechos de la población penal en Cuba, suceso que avivó el lado oscuro de una tiranía, dada a exteriorizar sus “logros” en materia de derechos humanos y a vender su modelo a otros gobiernos de Latinoamérica.
Zapata entró a prisión por treinta y seis meses, días antes de la llamada Primavera Negra, en 2003. Fue un recluso admirable y respetado por su forma de proyectarse ante los abusos y desmanes de los carceleros. Tras las rejas, su condena ascendió a 46 años de privación de libertad, más de los que había vivido.
El ayuno de Orlando Zapata, un albañil negro, no fue del todo voluntario. Su irreversible decisión inquietó a las autoridades del penal, quienes resolvieron llevarlo a una celda de castigo y retirarle el agua durante 18 días. Aún así, él no desistió de la huelga. La falta de líquido en su cuerpo lo dejó inmunológicamente expuesto y sin esperanzas de recuperarse, lo que en lenguaje médico llaman “punto de no retorno”.
¿Convenía dejar morir a Orlando Zapata Tamayo? La alta dirección del régimen cubano no pudo mantenerse al margen de lo que estaba ocurriendo. Ciertamente arregló todo lo concerniente al sepelio, tal y como sucedió después con las muertes extrajudiciales de Wilfredo Soto, Laura Pollán y Wilmar Villar Mendoza. Convirtieron a Zapata en un delincuente común, y apuntalaron de forma grotesca la manipulación mediática orquestada por la Seguridad del Estado durante y después de su ayuno.
En Cuba, nunca antes un prisionero político fue tan despreciado por la combinación de sus ideas y el color de la piel. Ni siquiera a la partida terrorista que asaltó el cuartel Moncada, en 1953, organizada por Fidel Castro, el dictador Fulgencio Batista le violó todos sus derechos en prisión.
Horas después de la muerte de Zapata Tamayo, y en medio de una visita de negocios del ex mandatario brasileño Luís Ignacio Lula da Silva, el prop io Raúl Castro lamentaba irónicamente la tragedia.
El gobierno cubano quiso aislar a Zapata del grupo de los 75 prisioneros de conciencia, arrestados durante la Primavera Negra, en marzo de 2003. Con ello solo consiguió que el valeroso joven compartiera titulares con el grupo prodemocrático en prisión, incluso el reconocimiento de Amnistía Internacional.
Orlando Zapata Tamayo develó a la bestia criminal del totalitarismo en Cuba, exponiéndolo en toda su maldad. A partir de su muerte, muchas cosas cambiaron en el panorama de entendimiento entre el régimen de la Isla y la comunidad internacional auténticamente democrática.
A tres años de la triste pero reveladora tragedia de este humilde cubano, la sociedad civil, multiplicada y consciente de que tendrá nuevos mártires, reedita la lucha pacífica en las calles.


Posted by: Comité Pro Libertad de Presos Politícos Cubanos"

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