viernes, 26 de abril de 2013

Un consejo al ministro de la agricultura

| Por Orlando Freire Santana
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -En días pasados, en un encuentro con productores de frutas tropicales del sector cooperativo y campesino,  efectuado en la localidad matancera de Jagüey Grande, el señor Gustavo Rodríguez Rollero, ministro de la Agricultura, llamó a incrementar la producción de ese renglón en el país, como parte de la estrategia de seguridad alimentaria que intenta impulsar el gobierno.
El funcionario, tras mencionar algunos avances en ese sentido, reconoció que aún falta mucho por hacer en temas como la aplicación de nuevas tecnologías, la creación de viveros comerciales que cumplan con las regulaciones establecidas para aumentar los niveles de posturas, así como resolver la escasez de cajas plásticas y bolsas. El Ministro expresó que, además de los surtidos más representativos, como la fruta bomba, la guayaba, el mango, el aguacate y el coco, se trabaja en la siembra de las frutas exóticas o de poca presencia, como el níspero, el caimito, el mamoncillo chino y el marañón.
Ah, claro, el señor Rollero se lamentó de que ahora no sucede como antes -antes de la revolución castrista-, cuando todos los espacios en linderos, caminos, arboledas y patios de las casas, eran sembrados de árboles frutales. Cabría preguntarle al Ministro acerca del porqué de semejante mutación. ¿Es que acaso los cubanos somos hoy más perezosos que antaño?  No lo creo así. Lo que sí resulta evidente es que la culpa de ese desdén recae, principalmente, en el propio gobierno al que sirve Rodríguez Rollero.
Porque durante buena parte de estas más de cinco décadas de régimen comunista, a cualquier persona que pregonara limones, aguacates u otras frutas en la calle, le decomisaban la mercancía, la multaban, y hasta podía ir a prisión. No importa que la población afrontara una aguda escasez de esos  productos. Y mientras eso sucedía, los productores reconocidos por el gobierno veían cómo sus cosechas se perdían en los campos debido a que la empresa estatal de acopio -única autorizada para su comercialización- era incapaz de efectuar su labor con eficiencia. Si a todo lo anterior añadimos el creciente robo de cultivos y animales que enfrentan nuestros campesinos, ¿qué estímulo pueden haber tenido los hombres del campo, y la población en general, para sembrar y producir durante todos estos años?
El ministro Rollero es un hombre relativamente joven, y tal vez desconozca que antes florecían por doquier los puestos de chinos que ofertaban todo tipo de frutas; y por la calle, por ejemplo, un vendedor de mamoncillos podía vendernos un racimo de más de 50 unidades por solo un centavo. Por supuesto, en ese momento no existían obstáculos para la libre comercialización de las frutas.
Creo que estamos en condiciones de hacerle una sugerencia al Ministro con el objetivo de que aumente la presencia de frutas a precios asequibles en nuestras calles: es preciso que todo aquel que posea un espacio de tierra disponible, y decida sembrar frutales en ella, tenga la certeza de que podrá comercializar sus frutas sin dificultades. Y el problema de los precios es muy importante, pues aunque últimamente hemos observado más frutas en los mercados -especialmente en los de oferta-demanda-, y también con la oferta de los carretilleros, todavía sus precios no satisfacen al ciudadano promedio.
La abundancia de frutas y de otros productos del sector agropecuario no depende tanto de los grandes planes estatales. Al contrario, pensamos que mientras menos se involucre la burocracia estatal, todo debe fluir de manera más expedita.


Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Politicos Cubanos"

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