miércoles, 13 de febrero de 2013

¿Una generación de afeminados?

 | Por Julio Cesar Álvar

LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -León tiene 46 años. Es un hombre muy velludo. “León el oso”, le decían en la escuela al campo. Pasó el servicio militar sirviendo en las tropas especiales, donde conoció y aplicó las técnicas de supervivencia en la guerra, en el centro de entrenamiento “El Cacho”, en las lomas de Los Palacios, en Pinar del Rio. Fue destinado a la extinta Brigada de Destino Especial, una brigada de desembarco y asalto, conocida popularmente en Cuba como los “Boinas Azules”.
Después de cumplir con las obligaciones militares, empezó a laborar como mecánico en un taller del Estado. Más tarde fue chofer de ómnibus urbanos. Conducía la ruta 13, y cuando lo cesantearon por falta de ómnibus, en el Período Especial, vendió maní frente a una heladería del barrio habanero de la Víbora.
Construyó su casa con sus propias manos, ladrillo a ladrillo. Ahora conduce un ómnibus para transportar turistas, y, aunque le va muy bien económicamente, no ha perdido la costumbre de hacer las cosas por sí mismo. Es lo que aquí suelen llamar un tipo rudo.
Al rudo León le molestan mucho las nuevas costumbres y modas de una gran parte de la juventud cubana. Piensa que esta generación de jóvenes es una generación de afeminados: “¿Qué es eso de afeitarse el pecho, los sobacos, y teñirse el pelo como si fueran mujeres?”, pregunta malhumorado.
Recuerda su época de estudiante en la escuela al campo, cuando tener pelo en el pecho y en el pubis eran signos de hombría. Los lampiños evitaban ir a las duchas a la misma hora que los demás, porque la falta de vello era objeto de burlas y comentarios hirientes. Cree también que las nuevas generaciones son perezosas. “Los jóvenes ahora agarran más tiempo en sus manos una cuchilla de afeitar, que un martillo o una pala”.
Pero para Claudia, una joven de 20 años que trabaja en el sector de la salud, las nuevas costumbres de los jóvenes nada tienen que ver con la falta de hombría. Los viejos paradigmas de la apariencia masculina ya han dejado de ser un faro para ella. “A mí me gustan los hombres que no tengan pelos en el cuerpo.  Me da asco esa pelambrera”.
Y no son sólo los más jóvenes los únicos en sumarse a esta moda del afeitado y el tinte. Otros no tan jóvenes ya forman parte del club, como Olga y Omar, de 38 y 41 años, respectivamente. Aunque dicen no afeitarse todo el cuerpo, sí se rasuran ambos el vello púbico. Él se tiñe el pelo para esconder las prematuras canas en su cabeza. “Hemos leído que es más higiénico afeitarse. Nos sentimos más cómodos así. Además, el tinte le sienta muy bien a mi esposo”.
La opinión “científica” sobre el asunto viene de Carlos, un médico cincuentón que atiende el consultorio 45, de la Víbora: “Los vellos de nuestro cuerpo no están ahí por gusto. Bañarse bien creo que resolvería el problema higiénico”.
Y Liany, una sicóloga recién graduada, cree que todo hombre también tiene un lado femenino, por más que a León le resulte sospechoso y no tolere que los hombres se afeiten y se tiñan.
En lo que sí coinciden ciento por ciento las mujeres de los “sin pelos” es en que sus hombres, aunque afeitados y teñidos, “siguen siendo machos”.


Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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