lunes, 11 de febrero de 2013

Elecciones en Cuba, un acto ilusionista


LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -Desde hace decenios, las autoridades cubanas realizan actos ilusionistas para jugar a la democracia, en búsqueda de legitimación internacional, sobre todo desde que América Latina erradicó las dictaduras tradicionales.
Los rimbombantes ejercicios efectuados el 3 de febrero para convertir a 612 nominados en 612 diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, más la designación de otros 1 269 nominados en delegados a las 15 asambleas provinciales, son las elecciones democráticas en las que los ciudadanos, citados por los Comités de Defensa de la Revolución, votaron “libremente” por los candidatos asignados a su colegio electoral, a los cuales quizás habían visto de cerca alguna vez con anterioridad, cuando aparecieron por la zona en relampagueante visita de campaña.
Pero es irrepetible un nuevo milagro de multiplicación de panes y peces. La mayoría de los cubanos, desde hace tiempo decidió también simular en esas engañifas, para evitar la acusación de contrarrevolucionarios y la consecuente represión de la policía política. El entusiasmo por las elecciones solamente estuvo en las páginas de los periódicos, las ondas de radio y las pantallas de televisión.
Supuestamente, los diputados y delegados provinciales fueron nominados por los 14 537 delegados a las 168 asambleas municipales resultantes de las elecciones de diciembre pasado. Pero en realidad todos son determinados por la cadena de mando del partido comunista, del cual son militantes casi todos.
Para asegurar el estricto control de los votantes, aunque su participación no es legalmente obligatoria, funcionaron 29 957 colegios electorales, de ellos 209 especiales en terminales de viajeros, instalaciones de concentración de trabajadores para que las personas alejadas de su zona de residencia sufragaran de todas formas, así como se llevaron las boletas hasta las camas de hospitales.
Varias pruebas para comprobar la eficiencia de los mecanismos comiciales se realizaron previamente. En el proceso se movilizaron 226 000 autoridades electorales, cerca de 150 000 de las cuales se desempeñaron en las mesas electorales, y se anunció que las comunicaciones y la información funcionaron óptimamente.
Los datos preliminares de los comicios se demoraron hasta el 5 de febrero.  Evidentemente, se requería tratar de cuadrar los resultados de una asistencia a las urnas inferior a lo esperado.
Aun así, el 89,68% de votantes se aleja del 98,0% de la época triunfalista. Según lo informado, en total 8 868 600 personas estaban inscritas en los registros. De ellas, comparecieron 7 877 906; fueron validas 7 418 522 boletas (94,17%), en blanco 364 576 (4,63%), y anuladas 94 808 (1,20%).
Más de un millón y medio de cubanos (aproximadamente el 16.0%) no concurrió a votar o dañó la boleta, de manera que votaron en contra de las amañadas elecciones. Si bien para los estándares internacionales aun la cifra no resulta elevada, de acuerdo con la tradición de los pasados decenios en Cuba, es síntoma de la pérdida de credibilidad del gobierno y de la disminución del miedo por parte de la ciudadanía.
Seguramente en la próxima sesión de la Asamblea Nacional se ratificará a Raúl Castro como presidente del Consejo de Estado -nombrado por el dedo de su hermano, el 24 de febrero de 2008-, y si hubiera algunos movimientos del vicepresidente, los cinco vicepresidentes, el secretario y los 23 miembros estarían convenientemente orientados desde el entorno del general presidente.
En cuanto a la Asamblea Nacional, se nombrará un nuevo presidente, ya que Ricardo Alarcón de Quesada no fue nominado candidato a diputado, con lo cual cesará prácticamente el único personaje allegado a Fidel Castro que todavía ostentaba un elevado cargo, sin ser un dirigente histórico. No obstante, ese nombramiento, junto al de vicepresidente y secretario, carece de importancia, pues  la institución legislativa en Cuba es totalmente inoperante, sus debates siguen los guiones de una mala obra teatral y aprueba los dictados del partido comunista, siempre por unanimidad.
Con este proceso, las autoridades de Cuba maquillan su compromiso de respeto a los valores democráticos y los derechos humanos, como presidente pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), confiadas en que los homólogos de la región procuran la unidad en la diversidad para avanzar en la integración política, económica, social y cultural, y habiendo garantizado incluir en la Declaración de Caracas “…el derecho que tiene cada nación de construir en paz y libremente su propio sistema político y económico …”, (Artículo 23).
En la jornada del 3 de febrero, las novedades consistieron en el recorrido y votación del presidente Raúl Castro por Santiago de Cuba, ciudad y provincia arrasada por el huracán Sandy, cuya población manifiesta gran descontento por la precaria asistencia gubernamental a sus calamidades, a pesar de ser enarbolada como “cuna de la revolución”.
La otra novedad fue la reaparición de Fidel Castro en un colegio electoral, después de meses sin siquiera publicar las notorias Reflexiones. Su imagen no se diferenciaba en mucho a la del sistema creado por él: un anciano encorvado, que no es ni la sombra del enérgico y soberbio Comandante en Jefe, aunque llamó a continuar los sacrificios, y a la muerte frente a los enemigos.

Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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