lunes, 11 de febrero de 2013

Base Naval de Guantánamo: Testimonio de un éxodo


(16)


Con la lluvia y la oscuridad, se tornaba difícil saber dónde se encontraban nuestros amigos. A tientas llegamos a una de las casitas que se encontraban alejada unos 60 o 70mts de la carretera. Volvimos a llamar y  escuchamos, claramente, la voz de Paquito, quién respondía a nuestro llamado.
Al llegar a la casa, observamos que todos estaban durmiendo en camas o en el suelo, sobre colchonetas y sacos de yute, eso si todos estaban secos.
Tony les dijo:-¡Esto es una mariconada, como unos van a estar mojados hasta los huesos y otros durmiendo cómodos y secos!  ¡O nos mojamos todos o todos venimos para acá!- Todos se levantaron  y salieron sin decir una palabra, comprendieron que Tony, tenía razón.
Sobre las 3 y 10 de la madrugada, cesó la lluvia y Pascual, quien era uno de los principales del grupo, no aparecía. Tony, ordenó recoger todas las cosas y llevarla  a la balsa.-Si cuando todo esté recogido, Pascual no aparece se queda- dijo Tony.
Poco a poco fuimos llevando todo para la balsa. Teniamos que meternos  en el agua hasta la altura del pecho. Por suerte el mar estaba  en calma. Cuando se recogieron las cosas, apareció Pascual.
Las primeras en subir  fueron las dos mujeres, luego fuimos subiendo  uno a uno, ordenadamente  al “artefacto” aquél. Pude darme cuenta, que cada vez que montaba uno a la balsa, apenas se movía. Esto me inspiró cierta confianza, pues, al menos, tenía estabilidad. Estaba sostenida por cinco cámaras de autos y de camión, por lo que unas eran mas grandes que otras. Medía unos 5 pies de ancho por 9 pies de largo, el piso estaba cubierto con tablas de playwood. En todo su alrededor tenía una baranda soldada con cabillas de hierro de ½ pulgada y una altura de 1 pies de alto, para evitar que alguien se pudiera caer al agua en caso de movimientos bruscos, además de servir de sostén para los remos. La vela tenía un mástil de unos 6 pies de altura, el cual iba clavado en el centro de la balsa. La vela estaba recogida, pues en los momentos de la partida no había brisa alguna. También  llevábamos  4 remos caseros. Como alimento: pan, azucar, galleticas y agua. Esta última iba escasa,  pues a uno de los tripulantes se le quedaron dos recipientes con el preciado líquido.
Cuando hubo subido el último hombre, comenzamos a remar. Dos lo hacían por un lado y dos por el otro, tratando de sincronizar los movimientos para poder avanzar más rápido y llevar el rumbo.
La mayoría de los que nos encontrábamos allí, jamás habíamos tenido un remos en nuestras manos, sólo Odelin, Pascual y Andrés lo habian hecho alguna vez en sus vidas.
Poco a poco nos fuimos alejando de la costa cubana. Apenas nos dábamos cuenta del avance de la embarcación, el movimiento era imperceptible.
Íbamos contentos, como si fuéramos para una fiesta. Muchos dejaron volar su imaginación y se veían en los Estados Unidos, rodeados de mujeres, fortuna y manejando lujosos autos.Todos estos sueños se desvanecieron cuando se rompió uno de los remos. Habíamos avanzado unos 3 kmt. y  ya comenzábamos a tener problemas. El paso de la balsa se hizo más lento.


(Continuará)

No hay comentarios:

Publicar un comentario