Golpe bajo

La dieta debía ser respaldada por un certificado médico emitido por especialistas de la Salud Pública que laboraran en hospitales. En este certificado debían constar detalles sobre las enfermedades del paciente, de modo que pudiese ser valorado el tipo de dieta que se le asignaba.
Desde luego que muchos lograban conseguir esta dieta sin estar enfermos, a través de amiguismo, compras ilícitas y otras irregularidades. Pero para evitar tales fraudes no era necesario, en lo más mínimo, “cortar por lo sano”, desamparando a los reales necesitados.
Tanto esta dieta 28-20 como otras más sencillas, que también fueron abolidas totalmente, debían ser renovadas cada tres meses por el paciente o un familiar del mismo, para así ser emitidas nuevamente, esta vez por el doctor del consultorio médico, solo después que realizara un exhaustivo análisis de cada Historia Clínica. Toda esta tramitación era revisada ulteriormente por el Director del Policlínico o del Hospital a los que pertenecía el paciente.
Como se puede notar, esta medida llevaba un largo proceso burocrático, con ciclos trimestrales, lo bastante riguroso como para saber quién pudiera o no recibir la dieta. Ahora el grifo del alimento mensual de dichas dietas, con el cual escapaban un poco del hambre los anciano, se encuentra cerrado para todos, tanto para los que desfachatadamente las compraban de modo ilegal, como para los verdaderos enfermos.
Por supuesto que la eliminación de la dieta no estuvo antecedida por un análisis profesional que permitiera conocer cuáles son los pacientes que verdaderamente la requerían, algo que resulta fácil de hacer por el sistema de salud nacional, debido a los estrictos controles (a veces policiales) que ejercen sus profesionales sobre la vida en la comunidad.
Popsted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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