LA BASE NAVAL DE GUANTANAMO (Capítulo IV)
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Al
salir del perímetro urbano, nos desviamos por un terraplén polvoriento.
Después de recorrer 3 o 4 kms, comencé a ver cientos de casas de
campañas a la derecha del camino. A partir de aquí se verían miles de
estas carpas de campañas en todo el trayecto. Muchas se veían habitadas y
todas estaban rodeadas con alambradas de púas, parecidas a las de los
campos de concentración Nazi o Rusos. Nos habíamos alejados de lo que
pudiera llamarse la parte urbana de la Base, y nos adentrábamos en la
parte rural, con la excepción que no habían ni bohíos ni campesinos. Me
llamó la atención lo ralo de la vegetación campestre. No había
arboledas altas, ni palmas reales. Sólo árboles pequeños, como los que
se dan a la orillas de los terrenos áridos que se encuentran cerca de
playas. Su vegetación era escasa y bajita.
Después
de haber recorrido ½ hora, nos detuvimos frente a uno de estos
campamentos llamado “La Lima”. Descendimos en fila india, uno tras otro
y en silencio. Justo a la entrada, nos fueron entregando una bolsa con
ropa de cama, aseo personal y una cajita amarilla para el almuerzo.
Antes
de entrar al campamento los soldados iban clasificando a los hombres
solos y a los que venían acompañados por sus familiares. A los primeros
los enviaban para otro campamento de hombres solos. También a los que
tenían tatuajes visibles en el cuerpo.
Cuando estuvimos frente al oficial que hacía esta clasificación nos preguntó:
-¿Cuantos son ustedes y que parentesco tienen?-
-Somos
cinco- le dije-. El es mi hijastro- señale para Tony- ella es su
esposa, este es primo de mi hijastro-señalando para Alexander, - y este
es primo del primo de mi hijastro –señalando para Paquito- Esto parecía
un trabalenguas. El soldado se quedó anonadado y algo incrédulo al ver a
Paquito tan prieto. No obstante logramos pasar todos juntos como
familia. Lo hacíamos para mantenernos todos unidos y recordando siempre
las palabras que me había dicho Marina, antes de irme de Cuba: ¡Cuídame a
los muchachos!.
Entramos
al campamento. Fuimos ubicados en el bloque “C” y la carpa “C-1” Esta
era la primera carpa del bloque y queda cerca de la puerta principal del
campamento. Habían 6 bloques en total, cada uno con 14 carpas y cada
carpa albergaban a 30 personas, lo que hacíamos un total de 2520
personas en un área relativamente pequeña y limitada por las alambradas.
No
habían áreas de recreación o deportivas. Los servicios sanitarios
constituían letrinas sanitarias portátiles, que a su vez nos servían de
baños.
La
situación más crítica era el agua. Esta era traída en camiones con
“pipas”, las cuales dejaban frente a los bloques. Sólo habían cinco de
estas pipas para todo el campamento. Cuando se agotaba la última “Pipa”
demoraban 2 o 3 horas en traerlas llenas de nuevo. Un soldado se
encargaba de repartir el preciado líquido a un cubo por persona. En la
medida que el campamento se fue completando de personas, se fue
entregando ½ cubo por personas. Permanecí, cerca de 10 días sin poder
bañarme. Había “molotes” para poder ducharse.
Daban
una cajita amarilla para el desayuno y el almuerzo y por la tarde daban
arroz amarillo con butifarra. La comida la repartían cubanos,
supervisados por los soldados. Esta la dejaban de la parte de afuera del
campamento, la servían en platos plásticos, que a su vez se ponían en
una caja, la cual era llevada por Continuará
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