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CAPITULO IV
LA BASE NAVAL DE GUANTANAMO
Antes de subir al ómnibus
que nos esperaba, se nos registró las poquitas pertenencias que
llevábamos con nosotros. Posteriormente se nos “cacheo” todo el cuerpo
con un detector de metales. Con estas medidas estaban evitando que
alguien pudiera entrar con armas a los campamentos.
Nos
acomodamos 48 personas en la guagua. El ambiente era agradable: aire
acondicionado, música americana suave, chicles y caramelos.
Se
dió la orden de partida para los campamentos. Ni el chofer, ni el
custodio hablaban español. El único que se defendía algo con el inglés
era Paquito, pero no para sostener uan conversación.
Salimos
del área del Aeropuerto y nos adentramos en el centro del poblado (a mi
me pareció una ciudad desarrollada). Por supuesto se notaba una enorme
diferencia entre esta parte de Cuba y la parte que habíamos dejado
atrás.
Las
calles se encontraban limpias y ordenadas, además de asfaltadas
impecablemente. Las señales del tránsito estaban recientemente pintadas
con pintura fosforescente y los semáforos funcionaban 100%
Por
calles y avenidas se desplazaban autos nuevos y de diferentes modelos;
había una buena afluencia de carros a esa hora de la mañana.
Las
casas, en su mayoría, eran de dos plantas y fabricadas de zinc y
madera, cercadas con cerca “perlees”a dos metros de altura. El césped de
todas se encontraba podado impecablemente y sus jardines bien cuidados.
Todo
se encontraba limpio y ordenado. Una limpieza y pulcritud dignas de
admirar, al menos para nosotros los cubanos que veníamos de uno de los
países más abandonados y pobres del mundo. Tuve la impresión que me
encontraba en otro pais y no en la tierra que me vio nacer.
Muy
en contrastante con nuestra realidad, donde las calles y avenidas están
destruidas; el poco asfalto que tienen no garantiza el mantenerse en
buen estado de tránsito, por lo que los “baches” son muchos y profundos;
Las señales de tráficos son pocas y los semáforos, en su mayoría no
trabajan; los edificios se encuentran con falta de pintura y
mantenimiento. Un gran número de éstos se encuentran apuntalados o
derrumbados. En cualquier parte céntrica de la ciudad donde se vea un
parque, indica que ahí hubo una vez un edificio. Los autos que se ven
transitando son de los años 40-50. Se mantienen funcionados gracias a
las inventivas de nuestros mecánicos. Mientras muchos autos estatales
permanecen tirados en un rincón del cementerio de autos del gobierno.
Sólo
los autos y residencias de los “Pinchos” se mantienen impecables,
prueba inequívoca del nivel de vida de estos bandidos; así como la de
los diplomáticos y extranjeros acreditados en la Isla. Todos ellos gozan
de los privilegios que les brinda el sistema comunista, mientras el
pueblo vive en la mayor miseria, marginación y discriminación.
Continuará
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