lunes, 18 de marzo de 2013

Base Naval de Guantánamo: Testimonio de un éxodo



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                                                           CAPITULO IV

                                        LA BASE NAVAL DE GUANTANAMO

Antes de subir al ómnibus que nos esperaba, se nos registró las poquitas pertenencias que llevábamos con nosotros. Posteriormente se nos “cacheo” todo el cuerpo con un detector de metales. Con estas medidas estaban evitando que alguien pudiera entrar con armas a los campamentos.
Nos acomodamos 48 personas en la guagua. El ambiente era agradable: aire acondicionado, música americana suave, chicles  y  caramelos.
Se dió la orden de partida para los campamentos. Ni el chofer, ni el custodio hablaban español. El único que se defendía algo con el inglés era Paquito, pero no para sostener uan conversación.
Salimos del área del Aeropuerto y nos adentramos en el centro del poblado (a mi me pareció una ciudad desarrollada). Por supuesto se notaba una enorme diferencia entre esta parte de Cuba y  la parte que  habíamos dejado atrás.
Las calles se encontraban limpias y ordenadas, además de asfaltadas impecablemente. Las señales del tránsito estaban recientemente pintadas con pintura fosforescente y los semáforos funcionaban 100%
Por calles y avenidas se desplazaban autos nuevos y de diferentes modelos; había una buena afluencia de carros a esa hora de la mañana.
Las casas, en su mayoría, eran de dos plantas y fabricadas de zinc y madera, cercadas con cerca “perlees”a dos metros de altura. El césped de todas se encontraba podado impecablemente y sus jardines bien cuidados.
Todo se encontraba limpio y ordenado. Una limpieza y pulcritud dignas de admirar, al menos para nosotros los cubanos que veníamos de uno de los países más abandonados y pobres del mundo.  Tuve la impresión que me encontraba en otro pais y no en la tierra que me vio nacer.
 Muy en contrastante con nuestra realidad, donde las calles y avenidas están destruidas; el poco asfalto que tienen no garantiza el mantenerse en buen estado de tránsito, por lo que los “baches” son muchos y profundos; Las señales de tráficos son pocas y los semáforos, en su mayoría no trabajan; los edificios se encuentran con falta de pintura y mantenimiento. Un gran número de éstos se encuentran apuntalados o derrumbados. En cualquier parte céntrica de la ciudad donde se vea un parque, indica que ahí hubo una vez un edificio. Los autos que se ven transitando son de los años 40-50. Se mantienen funcionados gracias a las inventivas de nuestros mecánicos. Mientras muchos autos estatales permanecen  tirados en un rincón del cementerio de autos del gobierno.
Sólo los autos y  residencias de los “Pinchos” se mantienen impecables, prueba inequívoca del nivel de vida de estos bandidos; así como la de los diplomáticos y extranjeros acreditados en la Isla. Todos ellos gozan de los privilegios que les brinda el  sistema comunista, mientras el pueblo vive en la mayor miseria, marginación y discriminación.

Continuará

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