LA BASE NAVAL DE GUANTANAMO (Capítulo IV) Continuación
(40)
Sobre las 6 de la tarde ,
viendo que la puerta continuaba abierta, decidí salir con Paquito, para
ver como andaban las cosas. Los muchachos, Tony, Sandra y Alexander lo
habían hecho entes, pero sin intervenir en las manifestaciones.
Por
el terraplén, miles de personas caminaban de un lado a otro. Nos
encaminamos hasta un poblado de unas 50 o 60 casas, donde había una
pequeña Iglesia y la cocina donde se elaboraban nuestros alimentos. Las
viviendas habían sido abandonadas por sus moradores antes de que los
balseros llegaran a la Base Naval de Guantánamo. Al parecer estos
habitantes que vivían aquí eran familiares de trabajadores y soldado del
enclave.
A
todo lo largo del terraplén y en el centro del pueblito se veían
improvisadas casitas hechas con frazadas y sábanas, y dentro personas
acostadas en catres, etc.
El
caos era total y no había quien pusiera orden. ¿Qué va a pasar aquí?
No se sabe lo que pueda suceder. De extenderse esta situación hasta la
ciudad, las consecuencias serían catastróficas.
En
el centro del pueblito, un grupito de personas se habían erigidos
“lideres” de la revuelta y habían dado de plazo hasta las 3 de la tarde
del siguiente día , para que se realizara el proceso de visas, de lo
contrario avanzarían hacia la ciudad y tomarían el Aeropuerto y puntos
vitales de la misma.
El
acceso a la ciudad se encontraba bloqueado por un fuerte cordón de
soldados, que impasibles observaban todo lo que sucedía a su alrededor,
sin intervenir.
Esa
tarde no en todos los campamentos se repartió comida y agua. El grupito
nuestro comió gracias a Odelito y Andrés, que trajeron un cubo con
comida y agua. Muchas personas se metieron al monte para cazar jutias e
iguanas y así poder comer algo, esto a pesar de que había carteles que
decían “Danger” (Peligro). Salían de la manigua con dos o tres jutias,
las cuales cazaban con pidras, etc. Luego, en improvisados fogones, se
cocinaban estos animalitos.
Esa
noche durmieron miles de personas a la intemperie o en improvisadas
carpas. Nosotros regresamos y dormimos dentro del campamento.
La mañana siguiente del día 10 de septiembre de 1994, la gente se encontraba fuera de los campos y estos continuaban abiertos.
No
dieron desayuno, ni almuerzo, por lo que la caza de jutias e iguanas se
intensificó. Hasta Tony, se metió a la manigua y cazó uno de estos
animalitos (Jutia) la cual pesaba como 10 libras. Se improvisó un fogón y
la asamos. ¡Estaba deliciosa!.
De
continuar con la caza indiscriminada de estos roedores la fauna del
área sufrirá un desequilibrio. La gente hacía caso omiso de los letreros
que prohibían la entrad al monte, y se metían a él como jauría humana.
Paralelo
a la caza de las jutias, personas inescrupulosas saqueaban
contenedores y almacenes, llevándose: cigarros, comida enlatada, azúcar,
manteca, medicina, etc., etc.
Se
originó un vandalismo sin precedentes. Muchas personas me pasaron
cerca, cargadas con cajas, sacos, latas, etc. La delincuencia que había
generado el sistema comunista se estaba haciendo presente en la Base
Naval de Guantánamo. Estos hechos le daban la “razón” a Fidel Castro,
para decir que los que huimos de su régimen éramos delincuentes.
Continuará
No hay comentarios:
Publicar un comentario