
Por su parte, las autoridades parecían estar tanto o más nerviosas que los aspirantes a la fuga de la isla-cárcel. Desde horas tempranas del propio día 14 se estableció un operativo policial con varios efectivos en las áreas aledañas a las sedes diplomáticas que, presuntamente, serían los puntos en que se podrían formar aglomeraciones para solicitar visados. El operativo era discreto, pero visible, con la evidente intención de desestimular cualquier posible irregularidad o alteración de la tranquilidad y el orden, y contaba además con el apoyo de combatientes de la policía política vestidos de civiles patrullando las aceras. Las oficinas de procesamiento de los pasaportes también estuvieron custodiadas de cerca por la policía. El ambiente se mantuvo tranquilo durante toda la jornada.

No son pocos los analistas que han señalado las innegables limitaciones de una reforma que, entre otras máculas, aún reserva a las autoridades el derecho de decidir en cada caso qué cubano puede acceder a un pasaporte para viajar. De hecho, la función discriminatoria de la llamada “tarjeta blanca” no ha desaparecido; simplemente se ha sustituido por la autorización para acceder al pasaporte y por el sello que imprime a éste el Ministerio del Interior. Esto determina la facultad que tienen las autoridades para –en el momento en que lo consideren pertinente– anular a cualquier cubano la posibilidad de salida de Cuba, sin que medien explicaciones.
De momento, hay signos que sugieren que las restricciones podrían ir cediendo paso a una situación menos rígida a la aplicada hasta ahora. Algunos disidentes a quienes se ha negado la salida del país han sido informados por las autoridades migratorias, a partir de la entrada en vigor de las nuevas regulaciones, que se les permitirá viajar; lo que se ofrece como un avance tomando como referencia la obstinada negativa a abrir los cerrojos que se venía aplicando para aquellos disidentes que manifestaban su voluntad de salir y regresar a Cuba. No obstante, muchos de estos habituales excluidos sienten motivos para recelar: ¿acaso no son también los funcionarios de las oficinas migratorias tan miembros del MININT como la policía política, por tanto parte integrante de los cuerpos represivos del régimen que los hostiga?¿Cómo se explica semejante cambio de actitud sin que se hayan producido cambios en las estrategias represivas que mantienen las detenciones y encarcelaciones? En estas circunstancias cada medida oficial deja la vía libre para cualquier maniobra de retroceso.

La experiencia nos ha demostrado que cada pequeño paso dado en los últimos años en materia de reformas oficiales responde esencialmente a razones de interés del gobierno y no al bienestar de los cubanos. Son las difíciles condiciones socioeconómicas actuales y la búsqueda desesperada de alternativas los factores que impulsan cualquier mínimo cambio en Cuba, solo que el beneficiario principal sigue siendo el gobierno.
De cualquier manera resulta muy cuestionable la cacareada soberanía que siempre proclama el régimen, cuando en el propio preámbulo de la reforma migratoria uno de los “por cuanto” del encabezado menciona la política hacia Cuba por parte del gobierno estadounidense como fundamento para introducir los cambios en la legislación migratoria de la Isla. Por décadas la Ley de Ajuste ha sido esgrimida por las autoridades cubanas como si ésta constituyera el motivo verdadero por el que emigran los cubanos, y no las condiciones económicas y políticas impuestas en Cuba como consecuencia de la prolongada dictadura.
Por tanto, la supuesta “apertura migratoria” no es tal ni constituye un rapto de benevolencia de las autoridades, sino que la coyuntura actual ha propiciado la ligera flexibilización que en alguna medida es un logro de todos los que antes y ahora, desde múltiples espacios, han clamado por el ejercicio del derecho a la libertad de movimiento de los cubanos. Sin dudas, quedan demasiados cerrojos por abrirse en materia de libertades, pero mientras el gobierno continúe utilizando el chantaje político como estrategia no se abolirán todas las restricciones que persisten. Nada impide que eventualmente la puerta entreabierta se vuelva a cerrar para algunos, y también habrá que comprobar en la práctica si no se oponen nuevos obstáculos y trampas que contradigan mañana lo que está permitido hoy. La reforma migratoria no nos hace más libres, como algunos quieren creer. Solo los cambios que dimanen de las exigencias de los propios cubanos y no de las dádivas oficiales que se otorguen a conveniencia desde el poder sentarán los cimientos de la libertad ciudadana en Cuba.
Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
No hay comentarios:
Publicar un comentario