viernes, 25 de enero de 2013

El regreso de las pelotas esclavas

 | Por Leonardo Calvo Cardenas 

LA HABANA, Cuba, enero, www.cubanet.org -La tarde noche del domingo 20 de enero pasado puede calificarse de histórica para la sexagenaria televisión cubana (totalmente estatal desde más de hace cinco décadas) y la afición deportiva nacional. La inauguración de dos programas del canal Tele Rebelde en los horarios estelares de 6 y 8 de la noche abrió por fin una ventana al basquetbol y el beisbol profesional de diversas latitudes, en especial de los Estados Unidos, por cierto el más encumbrado escenario para estos apasionantes deportes.
Durante muchos años el deporte profesional, principalmente el de los Estados Unidos ha sido en Cuba una especie de fantasma terrible y satanizado por las autoridades, empeñadas en reafirmar la superioridad del falso deporte aficionado que patrocina y controla el estado y donde los atletas, con su talento y esfuerzo, se convierten en meros instrumentos de manipulación y propaganda para el régimen.
A lo largo de las primeras décadas del siglo pasado muchos atletas cubanos −principalmente peloteros y boxeadores− escribieron páginas de gloria en los escenarios profesionales de varios países del continente. Nombres como Adolfo Luque, Martin Dihigo, Conrado Marrero, Orestes Miñoso, Kid Chocolate, Kid Gavilán son solo algunos de los más renombrados peloteros y boxeadores cubanos de renombre universal. Solo en la década de los cincuenta Cuba consagró a varios campeones mundiales de boxeo profesional.
Pero entre las transformaciones destinadas a barrer con las libertades, la memoria, los sueños y las esperanzas de los cubanos destacó la eliminación del deporte profesional. Al inaugurarse la Primera Serie Nacional de beisbol aquel lejano 14 de enero de 1962 el propio Fidel Castro sentenció que el acontecimiento significaba “El triunfo de la pelota libre sobre la pelota esclava.”
Con la ruptura, Cuba dio la espalda por muchos años a esos espacios de alta competición deportiva. Nuestro país era por ejemplo una de las principales plazas de competición y desarrollo de la más espectacular modalidad de la pelota vasca, la cesta punta. Muchos años después de haber sido suprimida del panorama deportivo nacional tuvimos que reencontrarnos con lo que ya se había convertido en pasión y tradición.
Con la eliminación del deporte profesional solo los atletas que decidieron terminar sus carreras para permanecer en la Isla podían aspirar a no ser borrados de la memoria como despreciables fantasmas de un indeseable pasado. A tal punto llegó la demencial cruzada antiprofesional que –créalo o no lo crea el lector- durante muchos años los ex jugadores de la extinta Liga Profesional Cubana que brindaban sus experiencias como entrenadores y directores técnicos en la nueva pelota tenían prohibido entrar al terreno de juego mientras se desarrollaban los partidos oficiales. Es muy posible que esa haya sido la primera determinación del gobierno cubano que no atinaba a comprender el niño que yo fui.
Durante medio siglo los aficionados cubanos hemos vivido de espaldas a los éxitos de  los cientos de deportistas nuestros que se han visto obligados a  dejar atrás su tierra y familias para buscar triunfos y renombre en otras latitudes. Los amantes del beisbol nos conformamos con una falsa hegemonía en el ámbito del beisbol amateur, siempre muy por debajo de nuestro nivel tradicional.
Así nos enteramos de que la “pelota esclava” es aquella donde los jugadores gozan de las mejores condiciones materiales para su labor, obtienen millonarios contratos con todos los requerimientos y garantías legales aseguradas, tienen poderosos sindicatos y derecho a huelga –tal vez las únicas huelgas de millonarios contra multimillonarios de la historia− y una jubilación decorosamente remunerada. Por su parte la “pelota libre” de que habló el máximo líder es ésta donde los atletas están amarrados a absurdas trabas territoriales y burocráticas, deben jurar y demostrar fidelidad política a la dictadura, tienen que jugar cuando y donde se les indique y a veces incluso retirarse en contra de su voluntad, siempre con pésimos resultados materiales para el pelotero.
En los últimos años varios factores han puesto en crisis el deporte cubano, y el beisbol en particular. La irrupción de los profesionales en los escenarios competitivos olímpicos, la indetenible estampida de atletas y entrenadores que escapan del “deporte libre hacia el deporte esclavo” y el avance de nuevas potencias emergentes que aprovechan muy bien las bondades de la interrelación moderna, han hecho desaparecer a la representaciones cubanas de la élite mundial de varios deportes. Los antiguos éxitos del deporte socialista son solo recuerdos de glorias pasadas.
En el beisbol, máximo pasatiempo nacional, Cuba ha hilvanado una cadena de sonados fracasos en la arena internacional, mientras nuestras estrellas y prospectos se establecen con éxito en las más diversas ligas extranjeras. Las inferioridad de los mejores peloteros cubanos con relación a sus adversarios más enconados ha generado la alarma de los funcionarios del deporte, especialistas y aficionados; porque incluso la popularidad del beisbol pierde terreno frente al futbol, sobre todo entre los jóvenes.
Las autoridades cubanas parecen haberse dado cuenta, un poco tarde por cierto, de que a estas alturas los tímidos cambios en la estructura del torneo elite resultan insuficientes y lo que es más importante: no se puede aspirar a mantener un lugar y resultados relevantes si el mejor beisbol del mundo es un tabú para los aficionados y atletas cubanos.
Así, al menos a través de la televisión, han regresado a Cuba las “pelotas esclavas” de la mano de los sufridos multi millonarios siervos de Los Ángeles’ Lakers y el San Antonio Spurs, de la NBA, y de los rollizos jugadores de la Liga Venezolana de Beisbol.
El paso, que ojalá sea irreversible, es todavía insuficiente para elevar el techo del deporte cubano. Los aficionados que vieron el citado programan sospechan con certeza que la selección de jugadas espectaculares trasmitidas comenzó en la 19 y paso a la 16 para omitir la presentación de peloteros cubanos que brillan en la Gran carpa.
Solo nos queda esperar que más temprano que tarde sean reconocidos los cientos de atletas del patio cuyos éxitos deben ser orgullo de todos los cubanos y sobre todo que nuestras atletas puedan demostrar su talento en cualquier escenario y seguir representando sin condicionamientos a todo el país, no al gobierno.


Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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