Generación Y es un Blog inspirado en gente como yo, con
nombres que comienzan o contienen una "i griega". Nacidos en la Cuba de
los años 70s y los 80s, marcados por las escuelas al campo, los
muñequitos rusos, las salidas ilegales y la frustración. Así que invito
especialmente a Yanisleidi, Yoandri, Yusimí, Yuniesky y otros que
arrastran sus "i griegas" a que me lean y me escriban.
El sudor de aquellas tres mujeres que me
metieron en un auto policial aún lo tengo pegado en la piel y bien
adentro en las fosas nasales. Grandes, corpulentas, implacables, me
llevaron hacia aquel cuarto donde no había ventanas y el deshecho
ventilador sólo echaba fresco hacia ellas. Una me miraba con especial
sorna. A lo mejor mi rostro le recordaba a alguien en el pasado: una
adversaria en la escuela, una madre despótica, una amante perdida. No
sé. Lo que sí recuerdo es que, en la tarde del 5 de octubre, su mirada
quería destruirme. Fue ella la que hurgó bajo mi saya con mayor deleite,
mientras otras dos uniformadas me agarraban para hacerme la “requisa”.
Más que buscar algún objeto escondido, esa revisión perseguía el
objetivo de dejarme con una sensación de violación, de indefensión, de
estupro.
Cada seis horas cambiaban a mis
guardianas. En el turno de la medianoche se notaban menos estrictas,
pero yo me encerré en mi mutismo y nunca respondí a sus preguntas. Me
evadí en mí misma. Opté por decirme: “me han quitado todo, hasta la
hebilla para sujetarme la melena, pero –ridículos requisadores- no han
podido arrebatarme mi mundo interior”. Así que decidí refugiarme,
durante las largas horas de un encierro ilegal, en lo único que tenía:
mis recuerdos. La habitación quería parecer ordenada y limpia, pero cada
cosa llevaba su dosis de suciedad o rotura. El piso de losas de granito
claro venía cubierto de una buena dosis de mugre acumulada. Me quedé
mirando las figuras que conformaban las pequeñas piedrecitas fundidas en
cada baldosa y los pegotes de suciedad. Después de un rato, de aquella
constelación saltaban los rostros. Los personajes afloraban en el suelo
tosco de mi calabozo del Departamento de Instrucción de Bayamo.
Allá brotaba el larguirucho semblante
del Quijote, mientras en esta esquina alcancé a ver el sencillo perfil
del Bobo de Abela. Unos ojos oblicuos, formados con la argamasa y la
gravilla, se parecían increíblemente a los de la protagonista del filme
Avatar. Yo me reía y mis perennes vigilantes empezaban a creer que mi
negativa a probar alimentos o agua me estaba friendo literalmente el
cerebro. Atisbé en el irregular granito al Jorobado de Notre Dame y a la
esbelta figura de Gandalf, con báculo y todo. Pero por sobre todas
aquellas formas que brotaban de tan tosco pavimento había una –más
intensa- que parecía brincar y reírse frente a mis ojos. Quizás era el
efecto de la sed o el hambre, la verdad es que no sé. Un enano de barba
larga y mirada cínica se burlaba pícaramente.
Era Rumpelstiltskin,
el protagonista de un cuento infantil donde la reina está obligada a
adivinar su complicado nombre o de lo contrario deberá entregar al
despótico enano su posesión más preciada: su propio hijo. ¿Qué hacía
aquel personaje en medio de mi encierro temporal? ¿Por qué lo veía a él
por encima de otras tantas referencias visuales que he acumulado en mi
vida? La respuesta la intuí inmediatamente. “Eres Rumpelstiltskin”, le
dije en voz alta y mis cancerberas me miraron preocupadas. “Eres
Rumpelstiltskin –repetí- y sé cómo te llamas”. “Eres como las
dictaduras, que una vez que uno empieza a llamarlas por su nombre, es
como si comenzara a destruirlas”.
Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
|
Este blog está destinado a dar a conocer la realidad de los Presos Políticos Cubanos y clamar al mundo por su liberación, así como denunciar las arbitrariedades del desgobierno cubano.
sábado, 6 de octubre de 2012
Rupelstilskin
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