martes, 2 de abril de 2013

Disputándole el almuerzo a las auras


| Por Reinaldo Emilio Cosano Alén
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -La mágica aparición de dos bueyes muertos y abandonados puso en acción inmediata a grandes y chicos, hombres y mujeres del Barrio Hidropónico, en Campo Florido, Habana del Este. Al parecer, falló a los cuatreros el cómplice del vehículo para transportar las reses y tuvieron que dejarlas abandonadas.
Rigoberto Sobrado Ramos, residente en el Hidropónico, próximo a la presa La Coca, explica:
“Cinco oficiales de Operaciones Especiales del Departamento Técnico de Investigaciones, del Ministerio del Interior, se presentaron e hicieron preguntas a los vecinos. Buscaban pistas del delito. Dieron candela a los bueyes, como hacen en los casos de hurto y sacrifico de ganado. Mientras ardían los animales, la policía se retiró. El vecindario rápidamente apagó la candela y cuchillos en manos descuartizaron los bueyes.
Operaciones supo de alguna manera lo que ocurría y regresó. Detuvo a veinticuatro, entre estos a mí. Nos condujeron a la estación de policía de Campo Florido para interrogatorios. Trataban de descubrir quiénes mataron los bueyes, quiénes los descuartizaron y quiénes se llevaron la carne. No obtuvieron resultados en las pesquisas. Nos llevaron de regreso y requisaron casa por casa, patio por patio. Lograron recuperar seis sacos de carne, de unas cien libras cada uno”.
Añade Sobrado Ramos que uno de los oficiales que ejecutaron las pesquisas, de nombre Osmani, preguntó a su jefe: “¿Qué hacemos con esta carne?”  Ya la carne tenía mal olor, pero la respuesta del jefe fue: “Llévenla para la estación de Guanabo”. Luego no se supo destino final de la carne.
El hurto y sacrificio de ganado es el delito más extendido e incontrolado en el campo, a pesar de las durísimas leyes, debido a su carencia absoluta entre la población. El gobierno, que controla la masa ganadera, es incapaz de satisfacer las mínimas necesidades de ese alimento.
“Nos adelantamos a las aves carroñeras para disputarle el almuerzo. Con sus vuelos circulares, nos indicaron el lugar donde estaban los bueyes muertos, pero tuvimos mala suerte: la policía se nos adelantó, tronchó el festín, aunque pienso que todavía se estarán preguntando dónde rayos la gente escondió la carne que nos faltó recuperar”, concluye Rigoberto Sobrado.


Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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