domingo, 31 de marzo de 2013

Base Naval de Guantánamo: Testimonio de un éxodo



           (49)


                                                               CAPITULO  V

                                                    REPUBLICA DE   PANAMÁ

                                                                   Republica de Panamá 
El avión, un Boeing 727, perteneciente a una Aerolínea de Miami, y con capacidad para 163 pasajeros, esperaba con los motores encendidos. Fuimos acomodándonos en los asientos del aeroplano... Tres aeromozas, a lo largo del pasillo, daban instrucciones de cómo debíamos  usar los medios de seguridad y  protección, etc. en caso de alarma.

A los pocos minutos se escuchó, por el sistema de audio, una voz femenina suave y dulce dando las ultimas instrucciones y anunciaba que el viaje tendría una duración de 1 hora y 45 minutos hasta nuestra llegada a suelo panameño, y que saldríamos en cinco minutos.
A las 12 y 55 de la tarde del día 8 de octubre de 1994, el Boeing 727, se ubicó en la pista y  emprendió una vertiginosa carrera, hasta quedar suspendido en el aire. ¡Habíamos comenzado el  viaje hacia la Republica de Panamá!
Una enorme tristeza embargó todo mi ser. Atrás dejaba a mis seres queridos y la tierra que me vio nacer; mi cultura, mis amistades, todo, y sin saber si algún día regresaría a mis raíces. Emprendía un viaje hacia un futuro incierto y  desconocido, partiendo de cero y con 53 años en las costillas, sin nadie que me pudiera dar una mano en los inicios y sin saber qué tiempo demoraría este arbitrario encierro. Tenia la esperanza que esta situación no demorara mucho tiempo, pero eso no era una certeza. Y si mis cálculos me fallaban había la posibilidad se salir en silla de rueda o en un ataúd de todo esto.
Nunca consideré la posibilidad de regresar hacia Cuba, prefería morir en el intento o viajar a cualquier país de América Latina, pero el regresar derrotado no estaba contemplado en mis planes. Prefería estar encerrado, privado de mis hijos y nietos a seguir contemplando con impotencia tanta vesania y maldad...
Todos mis pensamientos fueron interrumpidos por la aeromoza, la cual nos trajo el almuerzo. No tenía apetito, por lo que mi comida se lo di a una pareja que venía sentada a mi lado. Tony, Sandra, Alexander y Paquito, saldrían en el vuelo de la tarde. Sólo me tomé el jugo. Mis ánimos estaban  por el piso.
Sobre las 2 y 30 de la tarde, se volvió a escuchar la dulce voz de la azafata:
-Señores pasajeros, favor de ajustarse los cinturones de seguridad, en breves minutos el avión tomará pista en el Aeropuerto de Howard, República de Panamá. ¡Les deseo una feliz estancia!  Gracias-

A la 2 y 35 de la tarde, nuestra nave tocaba suelo panameño.
Descendimos en fila india y nos dirigimos hasta un  Hangar cercano. Había 200 a 300 personas esperando nuestra llegada para darnos la bienvenida. Formaron dos hilaras paralelas y a la entrada de la puerta principal. Nos recibieron dando vivas a Cuba libre, vivan los balseros y agitando banderas cubanas y panameñas. Nos daban las manos y banderas de ambos países. El júbilo era inmenso. No esperaba algo como esto, teniendo en cuenta que estábamos en una base militar.

Continuará

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