LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -En el teatro, suele denominarse Estado de SATS al instante de tensión síquico-emocional y física que experimenta un actor antes de salir a escena. La intención del actor es vencer el miedo y trascender la cuarta pared, ofrendando al público su apropiación del personaje que le ha tocado representar. La vida es una puesta en escena, donde el personaje más pequeño puede traer bajo la manga el giro dramático inesperado de la obra.
Por eso las tiranías insisten en apropiarse de las plazas y las tribunas. Estas son, para el totalitarismo, canales de legitimación y fórmulas permanentes para el ejercicio del poder y para la imposición de un credo político absoluto y excluyente. En ese entorno, el ciudadano común queda como un actor varado en el extremo del escenario, listo para salir pero impedido por la caprichosa y dictatorial re escritura de su papel por parte de un decrépito director.
En esa re escritura el actor perdió la posibilidad de darle un giro dramático a la obra. Pero sus pies siguen sobre el escenario y la monotonía de la obra en escena es tal que la voluntad y el amor al arte pueden más que el miedo de ser aplastado por el público o expulsado por el siniestro director. Entonces el actor sale sin previo aviso a escena y defiende su sagrado derecho a expresarse y existir.
Es justamente esa voluntad la que no le perdona la dictadura castrista a Antonio Rodiles y su proyecto Estado de SATS.
En los últimos días, la escalada represiva contra este proyecto, el cual ya suma dos años de existencia, ha ido en aumento. Los pasados días 1 y 2 de septiembre, la Seguridad del Estado realizó un operativo extremo, que incluyó el cierre de las vías de acceso al área donde se encuentra la residencia de Rodiles, sede de SATS. El método de secuestro temporal extrajudicial, empleando a la policía como ejecutora, fue utilizado nuevamente. Muchas personas fueron detenidas y a otras les fue mpedido el arribo al lugar.
Millones de cubanos vemos violados todos los días nuestros derechos más elementales, en especial el de informarnos y asociarnos libremente. Vale añadir que tenemos coartado también el derecho de asilo y obtención de salvoconducto, todo esto con la anuencia de los mismos gobiernos que han defendido ese derecho en el reciente caso de Julián Assange.
La existencia de una dictadura como la que rige en Cuba debería ser motivo de vergüenza y preocupación para la comunidad internacional. Sin embargo, tal parece que hay un sector de la “realpolitik” latinoamericana que está más preocupado por apuntalar su prestigio doméstico. Implementan para ello planes de asistencia en áreas como la salud pública o la educación, utilizando la colaboración del “generoso y solidario” gobierno cubano.
Para estos vecinos latinoamericanos, actos violatorios del derecho internacional, como las constantes detenciones arbitrarias a opositores pacíficos en Cuba, no tienen ninguna implicación. Se conforman con cerrar los ojos para no ver, y así continúan legitimando su ejecutoria política en sus respectivos países, a costa del sufrimiento del pueblo cubano.
En política, la diferencia entre hipocresía y crimen de lesa humanidad es una delgada línea alimentada por la conveniencia del momento. Esa hipocresía política que hoy exhiben varios gobiernos latinoamericanos será su escarnio para sus países en el futuro.
Este ha de ser el legado de los líderes que hoy miran impasibles como se pisotea en Cuba a quienes deciden hacer uso del sagrado derecho de oponerse a un régimen decadente y corrupto. Lo será de quienes desde una posición intelectual destacada han ofrecido su bendición mediática al régimen de La Habana. Lo será también de los líderes religiosos que contribuyen, con su desidia o su silencio, a la triste ausencia de conciencia cívica en el seno de una población cada vez más embrutecida y desvalida.
Ninguno podrá alegar que no sabía lo que estaba pasando. Los hechos están a la vista, y este es el momento de evitar otra “primavera negra” aún más oscura que la de marzo de 2003. Recuérdese que ese zarpazo del régimen fue su respuesta al Proyecto Varela. Del mismo modo, la historia pudiera repetirse, con variantes que se ajustan al momento actual, si finalmente la Demanda Ciudadana por Otra Cuba logra estremecer, despertar y movilizar al menos a una parte de la población.
El objetivo manifiesto de los órganos represivos del régimen es cercar a SATS, estrangularlo hasta la total parálisis y asfixia por falta de quórum. Es aterrorizar a quienes han apoyado este espacio o lo han puesto en el itinerario de su crecimiento como ciudadanos para una Cuba libre futura e inevitable.
La escena está servida para que cada uno de nosotros actúe, aportando al cambio y madurando el principio del fin de la dictadura.
Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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