LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -Era lo que faltaba. Mariela Castro se suma a lo que parece ser hoy una tarea priorizada por el régimen cubano: la captación de emigrantes y exiliados dispuestos a participar en su farsa reformista, siempre que no pidan mucho a cambio.
Ahora la hija del padre se ha bajado con la historia de que muchos cubanos (sobre todo, LGTB: lesbianas, gays, transexuales y bisexuales) procedentes de Miami y de otras partes del mundo, están viniendo a La Habana para decirle “cosas preciosas” sobre su labor al frente del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX). “Me han dicho –puntualizó Mariela- ‘yo quiero verlo con mis ojos, por eso vine, yo estoy tan sorprendida, tan asombrada, qué maravilla’”.
Por cierto, también muy sorprendido quedó el Papa al enterarse de que la esposa de Fidel Castro es una persona devota y creyente de los dogmas de la Iglesia Católica. No digo yo, cualquiera se sorprende, menos los cubanos de a pie, que aunque tampoco lo sabíamos, estamos curados de espanto, muy en especial cuando se trata de las “sorpresas” que suele prodigar la sagrada familia.
Sorprendido Benedicto XVI con los secretos de la casa familiar del padre, sorprendidos muchos LGTB cubanos del exterior con las revelaciones de la hija, sólo queda por establecer cuál pudo ser la sorpresa del espíritu santo al comprobar que Cuba es el único país en la tierra donde el Papa, durante su visita, no tuvo el inconveniente de enfrentarse a la menor demanda de los defensores de los derechos de la mujer y de las lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, porque el Centro Nacional de Educación Sexual, que monopoliza tales reclamos, para uso y abuso exclusivo del régimen, prefirió guardar un cómplice silencio.
El sumo pontífice de la Iglesia Católica, enemiga confesa y jurada del derecho a la libre orientación sexual, opuesta al uso del condón -por más que éste resulte decisivo en el enfrentamiento contra el SIDA-, hostil en absoluto al matrimonio entre personas del mismo sexo, y, en general, homofóbica en su esencia y potencia, no ha visitado un solo rincón del planeta en el que no le llovieran los reclamos, las protestas y los abucheos por parte de millones de ciudadanos.
Su impavidez ante exigencias tan elementalmente
humanas no sólo ha sido bochornosa, también es indignante. Y más
todavía, inexplicable, si se tiene en cuenta que posiblemente la Iglesia
Católica sea la institución (no LGTB) con un mayor número de
homosexuales entre sus representantes formales, algo que, por supuesto,
no constituye un agravante, sino un simple dato para las estadísticas.
Resulta fácil suponer lo incómodo que debe haberse sentido Benedicto
XVI al tropezar con tanto vertical requerimiento y con tan justificada
irritación en México, España, Alemania o Reino Unido, entre otros sitios
visitados por él últimamente.Sin embargo, Dios aprieta pero no ahoga. Luego de tales contratiempos, debe haberse sentido muy cerquita del cielo al recorrer las calles de La Habana, o de Santiago de Cuba, sin ver un solo cartel, sin escuchar un grito o una sutil protesta de carácter privado, donde se le pidiera, por lo menos, un menudo voto de humildad y tolerancia en su postura frente a la libre orientación sexual y la identidad de género, o una leve dosis de racionalidad ante el imperativo de prevenir el VIH.
En fin, ya lo dijo el dicho: caimán no come caimán. El totalitarismo es la institucionalización del fanatismo. Y entre fanáticos totalitarios como los del régimen cubano y los del Vaticano no queda sino esperar que la cosa termine en vaselina mutua. Aun a riesgo de que los más sutiles instrumentos de ambos poderes queden al descubierto de un tirón. Llámense visita apostólica o CENESEX.
Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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