martes, 22 de noviembre de 2011

LA BASE NAVAL DE GUANTANAMO (Capítulo IV) Continuación


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Al salir del perímetro urbano, nos desviamos por un terraplén polvoriento. Después de recorrer 3 o 4 kms, comencé a ver cientos de casas de campañas  a la derecha del camino. A partir de aquí se verían miles de estas carpas de campañas en todo el trayecto. Muchas se veían habitadas y todas estaban rodeadas con alambradas de púas, parecidas a las de los campos de concentración Nazi o Rusos. Nos habíamos alejados de lo que pudiera llamarse la parte urbana de la Base, y nos adentrábamos en la parte rural, con la excepción que no habían ni  bohíos ni campesinos. Me llamó la atención lo ralo de la vegetación campestre. No había arboledas altas, ni palmas reales. Sólo árboles pequeños, como los que se dan a la orillas de los terrenos áridos que se encuentran cerca de playas.  Su vegetación era escasa y bajita.
Después de haber recorrido ½ hora, nos detuvimos frente a uno de estos campamentos llamado “La Lima”. Descendimos en fila india, uno tras  otro y en silencio. Justo a la  entrada, nos fueron entregando una bolsa con ropa de cama, aseo personal y una cajita amarilla para el almuerzo.
Antes de entrar al campamento los soldados iban clasificando a los hombres solos y a los que venían acompañados por sus familiares. A los primeros los enviaban para otro campamento de hombres solos. También a los que tenían tatuajes visibles en el cuerpo.
Cuando estuvimos frente al oficial que hacía esta clasificación nos preguntó:
-¿Cuantos son ustedes y que parentesco tienen?-
-Somos cinco- le dije-. El es mi hijastro- señale para Tony- ella es su esposa, este es primo de mi hijastro-señalando para Alexander, - y este es primo del primo de mi hijastro –señalando para Paquito- Esto parecía un trabalenguas. El soldado se quedó anonadado y algo incrédulo al ver a Paquito tan prieto. No obstante logramos pasar todos juntos  como familia. Lo hacíamos para mantenernos todos unidos y recordando siempre las palabras que me había dicho Marina, antes de irme de Cuba: ¡Cuídame a los muchachos!.
Entramos al campamento. Fuimos ubicados en el bloque “C”  y la carpa “C-1” Esta era la primera carpa del bloque y queda cerca de la puerta principal del campamento. Habían  6 bloques en total, cada uno con 14 carpas y cada carpa albergaban a 30 personas, lo que hacíamos un total de 2520 personas en un área relativamente pequeña y limitada por las alambradas.
No habían áreas de recreación o deportivas. Los servicios sanitarios constituían letrinas sanitarias portátiles, que a su vez nos servían de baños.
La situación más crítica era el agua. Esta era traída en camiones con “pipas”, las cuales dejaban frente  a los bloques. Sólo habían  cinco de estas pipas para todo el campamento. Cuando se agotaba la última “Pipa” demoraban  2  o 3 horas en traerlas llenas de nuevo. Un soldado se encargaba de repartir el preciado líquido a un cubo por persona. En la medida que el campamento se fue completando de personas, se fue entregando ½ cubo por personas. Permanecí, cerca de  10 días sin poder bañarme. Había “molotes” para poder ducharse.
Daban una cajita amarilla para el desayuno y el almuerzo y por la tarde daban arroz amarillo con butifarra. La comida la repartían cubanos, supervisados por los soldados. Esta la dejaban de la parte de afuera del campamento, la servían en platos plásticos, que a su vez se ponían en una caja, la cual era llevada 


Continuará


Posteado por :"Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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