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Al salir del
perímetro urbano, nos desviamos por un terraplén polvoriento. Después de
recorrer 3 o 4 kms, comencé a ver cientos de casas de campañas a la derecha del camino. A partir de aquí se
verían miles de estas carpas de campañas en todo el trayecto. Muchas se veían
habitadas y todas estaban rodeadas con alambradas de púas, parecidas a las de
los campos de concentración Nazi o Rusos. Nos habíamos alejados de lo que
pudiera llamarse la parte urbana de la Base, y nos adentrábamos en la parte
rural, con la excepción que no habían ni
bohíos ni campesinos. Me llamó la atención lo ralo de la vegetación
campestre. No había arboledas altas, ni palmas reales. Sólo árboles pequeños,
como los que se dan a la orillas de los terrenos áridos que se encuentran cerca
de playas. Su vegetación era escasa y
bajita.
Después de haber
recorrido ½ hora, nos detuvimos frente a uno de estos campamentos llamado “La
Lima”. Descendimos en fila india, uno tras
otro y en silencio. Justo a la
entrada, nos fueron entregando una bolsa con ropa de cama, aseo personal
y una cajita amarilla para el almuerzo.
Antes de entrar
al campamento los soldados iban clasificando a los hombres solos y a los que venían
acompañados por sus familiares. A los primeros los enviaban para otro campamento
de hombres solos. También a los que tenían tatuajes visibles en el cuerpo.
Cuando estuvimos
frente al oficial que hacía esta clasificación nos preguntó:
-¿Cuantos son
ustedes y que parentesco tienen?-
-Somos cinco- le
dije-. El es mi hijastro- señale para Tony- ella es su esposa, este es primo de
mi hijastro-señalando para Alexander, - y este es primo del primo de mi
hijastro –señalando para Paquito- Esto parecía un trabalenguas. El soldado se
quedó anonadado y algo incrédulo al ver a Paquito tan prieto. No obstante
logramos pasar todos juntos como familia.
Lo hacíamos para mantenernos todos unidos y recordando siempre las palabras que
me había dicho Marina, antes de irme de Cuba: ¡Cuídame a los muchachos!.
Entramos al
campamento. Fuimos ubicados en el bloque “C”
y la carpa “C-1” Esta era la primera carpa del bloque y queda cerca de
la puerta principal del campamento. Habían 6 bloques en total, cada uno con 14 carpas y
cada carpa albergaban a 30 personas, lo que hacíamos un total de 2520 personas
en un área relativamente pequeña y limitada por las alambradas.
No habían áreas
de recreación o deportivas. Los servicios sanitarios constituían letrinas
sanitarias portátiles, que a su vez nos servían de baños.
La situación más
crítica era el agua. Esta era traída en camiones con “pipas”, las cuales dejaban
frente a los bloques. Sólo habían cinco de estas pipas para todo el campamento.
Cuando se agotaba la última “Pipa” demoraban 2 o 3
horas en traerlas llenas de nuevo. Un soldado se encargaba de repartir el
preciado líquido a un cubo por persona. En la medida que el campamento se fue
completando de personas, se fue entregando ½ cubo por personas. Permanecí,
cerca de 10 días sin poder bañarme. Había
“molotes” para poder ducharse.
Daban una cajita amarilla para el desayuno y el almuerzo y por la tarde
daban arroz amarillo con butifarra. La comida la repartían cubanos,
supervisados por los soldados. Esta la dejaban de la parte de afuera del
campamento, la servían en platos plásticos, que a su vez se ponían en una caja,
la cual era llevada Continuará
Posteado por :"Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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