LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) – “Ahora todo se lo dejan a uno, para que uno se defienda solo, cuando no hay dinero ni para comer. Después que acabaron con todo, nos dejan la tarea de arreglarlo” -expresó una anciana de 80 años, con la amargura de quien habla de una condena a muerte, mientras nos tomábamos dos refrescos en una cafetería privada.
La publicación en la Gaceta de Cuba de la resolución que anuncia el arrendamiento de las barberías y peluquerías estatales a los empleados que trabajan en ellas me hizo recordar las palabras de la anciana.
El paso de ‘empleado estatal’ a ‘trabajador por cuenta propia’, se podría traducir como “ahí te dejo esto y arréglatelas como puedas, siempre pagándome lo mío’. Lo mismo sucedió con las casas. Cuando había un déficit de más de millón y las existentes se estaban cayendo a pedazos por la falta de reparación, y la imposibilidad de que sus moradores pudieran arreglarlas por las prohibiciones y la falta de dinero u materiales, concedieron un título de propiedad a todos, que equivalió a pasar la responsabilidad de la situación desastrosa a los dueños.
Ahora los gobernantes se dieron cuenta de que el Estado es incapaz de ocuparse de producir, controlar, gestionar y comercializar todo en el país; desde exportar el níquel que se extrae en Moa, hasta los cucuruchos de coco de Baracoa. Verdad de perogrullo, dirán algunos, pero como no hay peor ciego que el que no quiere ver, aquí estamos –y están ellos- todavía al cabo de más de medio siglo.
Que nadie se llame a engaño: las ‘reformas’ no resolverán la situación del país, porque, además de ser muy tímidas, hay una burocracia que retarda todo lo que los ‘de arriba’ -que casualmente son los mismos que la crearon y corrompieron- intentan cambiar, para supuestamente hacer al país salir del hueco en que nos ellos nos metieron.
Durante cincuenta años los mismos que ahora inventaron ‘los cambios’ nos cortaron las alas, se empeñaron en eliminar cualquier cosa que se pareciera a la iniciativa privada, motor indispensable para el progreso económico, algo más que demostrado.
Hoy, enfrentados a la magnitud del desastre que crearon, con un país descapitalizado social y materialmente, siguen siendo tan tercos y arrogantes que insisten en no dar su brazo a torcer; se niegan admitir sus disparates y su responsabilidad en la fabricación de esta catástrofe nacional y en hacer los verdaderos cambios necesarios.
Por el contrario, le pasan la cuenta, y la culpa, a sus víctimas, a los propios cubanos a quienes obligaron a depender del Estado para poder controlar minuciosamente cada aspecto de sus vidas. Un Estado que, a cambio del control absoluto de nuestras vidas, supuestamente nos garantizaría bienestar y, después de medio siglo, no es capaz de darnos ni un vaso de leche para el desayuno.
Quienes sostuvimos, y sostenemos todavía, al Estado y su ineficiente burocracia, condenada ahora por aquellos que la crearon, somos nosotros: Liborio, Vicente y toda nuestra gente. Con nuestro trabajo y nuestra miseria, todos hemos contribuido a que esa burocracia comunista, devoradora de todos los recursos del país exista.
Quizás algunos se dejen engañar con el cuento de las reformas, porque piensan que ahora sí podrán vivir bien, o al menos decentemente. Ni modo, porque mientras los de ‘arriba’ sigan siendo los mismos y sigan dictando órdenes, el Estado y su burocracia siempre estarán observándonos y controlando los límites hasta donde podemos llegar en los nuevos espacios privados, que controlarán según su conveniencia. Como a los papalotes, nos darán y nos recogerán la cuerda.
La misión fundamental de los nuevos trabajadores privados que hoy son autorizados a existir por decreto, será sostener al Estado pagando impuestos leoninos. Así garantiza ahora su supervivencia la burocracia reciclada: cobrando impuestos y limitado la función ‘benefactora’ del Estado al cada vez más reducido círculo de ‘los de arriba’.
Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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