miércoles, 27 de febrero de 2013

Ángel Santiesteban ante las leyes del gobierno cubano


| Por Ernesto Santana Zaldívar
“Nuestras leyes no son conocidas por todos, en realidad son un secreto del pequeño grupo de aristócratas que nos gobierna. Estamos convencidos de que estas leyes se cumplen con rigor, pero no deja de ser algo bastante penoso que nos dominen leyes que no conocemos”: Franz Kafka, hace casi cien años.
LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org .- El hostigamiento de la policía política cubana contra el escritor Ángel Santiesteban no comenzó luego de la aparición de su blog Los hijos que nadie quiso (así se llama el libro de cuentos suyo que mereció el premio Alejo Carpentier en 2001), sino mucho antes, pero el nacimiento del blog significó que ese acoso se convirtiera en ensañamiento.
Y no han bastado palizas, ni amenazas de muerte, ni las más rocambolescas acusaciones, ni un proceso judicial desbordante de falsedades y procedimientos arbitrarios, ni una inaudita condena a cinco años de privación de libertad. Nada de eso ha sido suficiente. Los que manejan desde la oscuridad los hilos de esa conjura han precisado incluso del más grotesco desparpajo y de un absoluto irrespeto por las leyes a las que supuestamente se deben. No hay lugar para el imperio de la ley en el imperio de la contrainteligencia.
Ya llevaba Ángel Santiesteban varias semanas esperando ser llevado a prisión cuando, el 23 de febrero, volví a encontrarlo en el espacio de Estado de SATS, donde se efectuaba un encuentro para dar seguimiento a la Demanda Ciudadana por otra Cuba. Al final de la concurrida cita conversamos sobre el momento actual de la dilatada historia de su caso.
En diciembre se le había comunicado la sentencia de cinco años de cárcel. De inmediato su abogado hizo la apelación al Tribunal Supremo, que con prontitud, ya en enero, la declaró “sin lugar” y no dio explicación alguna. El letrado pidió entonces una respuesta detallada porque, cuenta Santiesteban, “el problema es que me sancionaron ilegalmente porque lo hicieron sobre un acápite que no era el debido, por una confusión, de manera que la sanción no está de acuerdo con la ley”.
Además de eso, en los próximos días, él y su abogado harán entrega de una petición de revisión de la causa: “En la apelación no se podía hablar más que sobre lo que sucedió en el juicio, solo acerca de la forma, porque se apela al Tribunal Supremo únicamente si hay una violación formal, que la hubo. Pero en la revisión de causa se puede hablar de forma y contenido, se puede ya cuestionar todo. Se le entrega a tres instancias, entre ellas la Fiscalía y al Tribunal Supremo, que no están obligadas a acoger la revisión. Es como ellos decidan. Y, mientras, seguimos esperando una respuesta explicada del Tribunal de por qué no hay lugar. ¿Cómo van a justificar ellos que se equivocaron en la sentencia? Declaran que la apelación es «sin lugar» porque no pueden justificar su error”.
A pesar de todos esos abusos con los que la policía política intenta, no encerrar a un delincuente peligroso, sino silenciar por completo a un escritor, a un ciudadano al que considera más peligroso aún, internacionalmente se ha levantado la voz de prestigiosas organizaciones y de personas que no aceptan que se cometa de manera impune tal atropello. Reporteros Sin Fronteras le envió una carta a Raúl Castro sobre su caso. Freedom House ha expresado su preocupación ante un castigo de clara índole política. Amnistía Internacional, por su parte, ha asegurado que, si por fin lo obligan a guardar prisión, incluirán su nombre en la lista de los que considera prisioneros de conciencia en nuestro país. Además, el Pen Club de Cuba ha hecho pública una carta en la que denuncia esta injusticia que se comete contra él. El 22 de febrero, el Pen Club Internacional hizo circular un documento con similar propósito. Escritores cubanos residentes en el extranjero, como Amir Valle y Carlos Espinosa, han recogido muchas firmas o han escrito textos en solidaridad con Ángel.
Como es natural, entre los escritores dentro de Cuba solo ha recibido el apoyo de unos pocos, de manera personal y privada, y Ángel Santiesteban está seguro de que no puede esperar ningún respaldo de los escritores de su generación, que fueron lastimados y humillados cuando eran jóvenes y que entonces no se defendieron ni ellos mismos. “¿Ahora de viejos van a defender a alguien?”, se pregunta. “Aguantaron callados a que el Dios de la Revolución los perdonara o los necesitara y les diera cargos y posiciones para cubrirse un poco”. Está convencido de que “esos que dudan sobre mi situación y dicen que hay ver lo que en realidad «está pasando ahí», sencillamente tienen miedo y no quieren aceptar la verdad. Si reconocen que lo que se comete conmigo es una injusticia, saben que ya se están marcando. Así que mejor dicen algo vago, que hay que tener cuidado, que no saben”.
Y claro está que él comprende por qué adoptan esa actitud. “Yo pasé por ahí”, reconoce, “todos pasamos por eso de concentrarse en escribir la obra de uno y no meterse en problemas”. Y piensa que, sin embargo, después puede llegarte la urgencia de algo más que esa escritura solitaria: “Te vas desarrollando, vas evolucionando y al final dices que eso no es suficiente y que necesitas hablar como ciudadano, no solo como escritor. Eso lo digo en un post reciente”.
Porque, sí, por suerte, no obstante todo este absurdo purgatorio, Santiesteban sigue haciendo lo que mejor sabe hacer. “Escribo en el blog por lo menos un post semanal, y hasta dos o tres. Precisamente hoy 23 se publica en internet Isla interior, un libro con una selección de posts míos para apoyar este encuentro sobre la Demanda Ciudadana por Otra Cuba en Estado de SATS”. También, en los próximos días, saldrá un dossier con textos —publicados ya o escritos especialmente para eso— de intelectuales que se han solidarizado conmigo y que luego Amir Valle va a repartir en Cuba”.
Y no solo el blog. Santiesteban sigue escribiendo, además, muchos cuentos sobre sus experiencias más recientes, sobre lo que ha vivido en los últimos tiempos, sobre la disidencia política cubana. De manera que ya ha acumulado varios libros inéditos, algunas novelas incluso, pero la novela es un género que necesita un aliento más largo y le resulta más trabajoso completar la redacción y dar el último acabado. Con los cuentos se siente mucho más cómodo, porque puede soltarlos a veces de un único tirón. Sin embargo, lo que más le piden sus editores en el extranjero son precisamente novelas, no cuentos, ya que este género tiene menos demanda. Afortunadamente, también pronto saldrá editado en Praga su libro de cuentos titulado Zona de silencio. Como está consciente de que en cualquier momento lo pueden llevar a prisión, dedica mucho tiempo a escribir, casi desesperadamente. Eso, por otra parte, lo ayuda mucho a soportar la tensión con que tiene que vivir. Hay gente que se asombra y le pregunta cómo es que puede estar “tan tranquilo”. “¿Pero qué voy a hacer?”, se encoge de hombros. “Sigo haciendo lo mismo de siempre. Me aconsejan que no venga a Estado de SATS, que me cuide, que eso puede perjudicarme más todavía, pero tengo que venir aunque sea como hice esta vez. Llegué a casa de Antonio Rodiles anoche y me quedé a dormir aquí, por si acaso hoy cercaban el lugar”.
Tienen razón quienes se asombran de que mantenga tal serenidad. Nadie puede estar seguro de cómo reaccionaría si le tocara la suerte de estar en su lugar con una condena de cinco años de prisión pendiendo sobre él. Pero mayor asombro se siente cuando uno se pone a imaginar hasta qué altura de la pirámide del poder llegan los hilos de este guiñol político. Todo induce a suponer que las manos que los mueven no están en ningún nivel judicial, ni siquiera en el Tribunal Supremo o la Fiscalía. ¿A qué altura se maneja el destino de este escritor si, como él mismo sospecha, se esperaba a la clausura de la Feria Internacional del Libro para lanzarlo por fin a la cárcel? ¿Cuál es esa autoridad que puede determinar y demorar a voluntad ese conteo regresivo? ¿En cuál alto escalón se halla? Lo que sí puede darse completamente por seguro es que se encuentra más allá del nivel de las instancias judiciales.
El abogado dijo, cuando anunciaron la condena: “En siete días te llevan preso. Eso es lo normal. A los siete días: Vaya, se están demorando, espera diez días. A los diez días: Ya yo no sé, Ángel. Eso es un muro. Tú tiras una piedra por encima, pero no sabes lo que hay del lado de allá del muro. Puedes tirar la piedra, pero te será imposible saber si del otro lado hay agua, si hay tierra, si cayó o no cayó la piedra, si recogieron la piedra o no, si hay gente, ni quiénes son. Tu única certeza es que tiraste la piedra. Así que no me preguntes más sobre tu caso, porque tu caso no es algo legal ni tiene nada que ver con las leyes. Tú mismo no tienes nada que ver con el Código Penal ni con ninguna ley”.
O sea, el “no hay lugar” significa que “no hay lugar” para la ley. No hay ley realmente. Una situación que parece imaginada por Kafka y que hace recordar otro texto suyo: “Ante la Ley se encuentra un guardián que protege la puerta de entrada. Un hombre procedente del camp,o se acerca a él y le pide permiso para acceder a la Ley. Pero el guardián dice que en ese momento no le puede permitir la entrada”. El hombre aguarda allí por el resto de su vida y, cuando está a punto de morir, le pregunta al guardián: “«Todos aspiran a la Ley. ¿Cómo es posible que durante años solo yo haya solicitado la entrada?» El guardián comprueba que el hombre ha llegado a su fin y, para que su débil oído pueda percibirlo, le grita: «Ningún otro podía haber recibido permiso para entrar por esta puerta, pues esta entrada estaba reservada solo para ti. Yo me voy ahora y cierro la puerta»”.
Nota: El 25 de febrero, después de haber escrito este texto, el autor recibió un e-mail de Ángel Santiesteban donde le informa que ha sido citado para presentarse mañana día 28 en el Tribunal Supremo para ser enviado a prisión, a cumplir su sentencia de cinco años


Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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