jueves, 29 de noviembre de 2012

Crónica de una conspiración

| Por Juan Antonio Madrazo Luna


LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org – La protesta armada organizada por un grupo de hombres anónimos en la víspera del 27 de noviembre de 1871, frente al inminente fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina, continúa formando parte de la conspiración del silencio.
Los  nombres de los que iban al rescate de los jóvenes son aún desconocidos, pero se sabe que eran negros y ñáñigos. Este hecho ocurrió hace 141 años. En este nuevo aniversario ningún medio oficial se hizo eco de este doloroso capítulo de la historia de Cuba. Se oculta además por parte de la llamada historiografía revolucionaria que uno de los estudiantes que sería asesinado ese día formaba parte de uno de los juegos de la potencia abakuá, Bakoko Efó.
Los hombres negros  -aún desconocidos- que intentaron rescatar a sus hermanos blancos, murieron asesinados a tiros y bayonetazos y sus cuerpos fueron tirados en varios sitios en los alrededores del Paseo del Prado y la Avenida de las Misiones, como escarmiento de las autoridades coloniales.
Desde el año 2006, sin esperar permiso, un grupo de jóvenes, nucleados alrededor de  la plataforma Observatorio Crítico de la Cátedra Haydee Santamaría de la oficialista Asociación Hermanos Saiz, decidió organizar el homenaje que tan justamente se pedía. A este homenaje se incorporaría en 2007 la Cofradía de la Negritud junto a un reducido número de  jóvenes artistas e intelectuales negros y blancos, interesado en que se hiciera justicia.
Como cada año, en la esquina de Morro y Colón, frente al Departamento Nacional de Identificación (DNI) del Ministerio del Interior, en La Habana Vieja, bajo la presencia de la ceiba y grafitis, junto a simbólicas firmas propias de la ya no tan secreta Sociedad Abakuá, y a golpe del tambor enchemiyá,  se les rendía justo homenaje a estos héroes ignorados, pasando por el Paseo del Prado hasta el mausoleo ubicado en Prado y Malecón.
En esta ocasión la jornada fue diferente, para las 2 de la tarde estaba prevista la ceremonia. La ausencia de plazas y juegos (1), así como la visible presencia de agentes de la Seguridad del Estado, hizo a muchos sospechar que algo raro se había cocinado.
Directivos del oficial Buró Abakuá de Cuba, líderes masónicos y sacerdotes de Ifá de la Sociedad Cultural Yoruba de Cuba, representantes de las Fundaciones Nicolás Guillén y Fernando Ortiz, Observatorio Crítico y los muchachos de la plataforma poética Chekendeke dieron inicio al acto patriótico, que a muchos les pareció un “acto de reafirmación revolucionaria”. Después del mismo, la intención era llegar al mausoleo, depositar las ofrendas florales y como cada ocasión, a través de un enlloro, homenajear a los hermanos mártires.
El silencio que había en la caminata por el Paseo del Prado, la ausencia del toque del tambor y de iremes, y la aún más débil distancia de juegos me hizo confirmar lo que me había dicho unos minutos antes mi hermano Leonardo Calvo quien se marchó de inmediato: “Aquí la jugada está cantada”.
Efectivamente, en el lujoso edificio ubicado en Prado 20, estaba montado el puesto de mando de la Seguridad del Estado, tan pronto vieron pasar la comisión abanderada, discretamente comenzaron a incorporarse a la misma los agentes, de forma intercalada. Al llegar al mausoleo, allí se encontraba un grupo de estudiantes de medicina haciendo una vigilia, y en el fondo cadetes de los institutos de Ciencias Penales y Contrainteligencia, ambos del Minint. En el lugar y en la cercanía muchos de los testigos pudieron advertir la presencia de agentes de infantería, patrullas de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y ambulancias. La designada maestra de ceremonia del lugar, que no quiso ser identificada, le salió al paso a la comitiva y les preguntó quienes eran ellos y cuál era su intención, pues en unos minutos los cadetes del Instituto de Ciencias Penales Hermanos Tamayo, del Ministerio del Interior comenzarían su larga vigilia.
Los ñáñigos y kiñongo que no forman parte del patronato se sintieron traicionados, al igual que muchos que tradicionalmente asistían todos los años. Después de rogar un permiso para depositar las ofrendas florales, los directivos del Consejo Abakuá de Cuba y líderes masónicos ajustaron su guion al de los institutos represivos, con consignas y loas al régimen, secundados por el actor Jorge Ryan, en los rostros de las jóvenes cadetes, que no entendían nada,  se veía la indiferencia.
Para el veterano periodista Félix Sautie lo que estaba pasando era un escándalo, un atentado a la iniciativa ciudadana y una deslealtad y traición a los códigos éticos de sociedades como la Abakuá y Masónica, por parte de sus directivos.
Según el ingeniero Norberto Mesa Carbonell, gestor de la Cofradía de la Negritud: “A partir del alistamiento del llamado Buró Abakuá a esta ceremonia de la cual somos fundadores, comencé a mirar con sospecha su incorporación, pues ellos responden a los intereses de lo más ortodoxo y reaccionario del Partido Comunista y no pongo en duda que muchos sean ‘segurosos’. Lo que ha pasado hoy lo confirma, y así mismo quieren destruir a la Cofradía, pues en todo esto pesa el miedo al negro”.
Al igual que en la era colonial, el miedo al negro continúa siendo una tecnología de poder, un mapa de las relaciones de poder entre gobernantes y gobernados, un mecanismo de control que en la Cuba de hoy está muy bien acomodado junto al racismo. Es evidente ahora mismo con el proyecto Sicklemia, coordinado por los artistas plásticos Luis Lamothe y Ulises Lamadrid, en el cual El Consejo Nacional de las Artes Plástica (CNAP) y el Departamento 3 de la Seguridad del Estado, no le conceden el permiso a un grupo de  jóvenes artistas negros para expresarse a través de su arte y le han confiscado y desmontando la iniciativa de articular su descontento público desde el lienzo, denunciando el racismo cotidiano.
La posibilidad de manifestarse la percusión abakuá, la oportunidad de los ecobios para hablar a través del tambor y comunicarse con sus hermanos mártires fue dinamitada. El lenguaje de las victimas continúa anclado en el silencio. El tributo a la memoria afectiva fue desmontado en una operación de complicidad entre el oficialista Buró Abakuá de Cuba, y los órganos represivos del Minint. Se desactivo el lenguaje de la memoria desde un poder que rechaza cualquier expresión diferente, que pueda perturbar su orden, mientras tantos muchos dignos hermanos abakuás esperan por tiempos mejores para cantar su historia.


Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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