LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org
-Todavía están frescas en la memoria el centenar y medio de detenciones
extrajudiciales efectuadas en Cuba antes y durante la visita del Papa
Benedicto XVI, en marzo último. En la mayoría de los casos, los
opositores fueron literalmente secuestrados y desaparecidos
temporalmente, provocando el terror y la angustia entre familiares y
amigos.
El método empleado por la Seguridad del Estado consistió en raptar a estas personas y ubicarlas en calabozos dentro de Estaciones de Policía, alejadas de sus zonas de residencia.
Es alarmante la impunidad con la cual los represores actuaron contra las leyes y el derecho internacional. No se sabe hasta qué punto esta ola de detenciones pudiera sentar un nefasto precedente que conlleve a otros actos de mayor gravedad, si las autoridades cubanas sintieran amenazada la gobernabilidad del país.
Sin embargo, este fenómeno no es nuevo y mucho menos excepcional. Desde los comienzos del castrismo, el asesinato y la anulación de la memoria colectiva han sido aplicados como formas expeditas de desaparición. Muchos yacen bajo el escarnio del silencio, sus nombres han sido borrados al punto que hoy sólo existen en la memoria aterrada de sus familiares.
Otros fueron fusilados por oficiales del ejército, en los juicios sumarios realizados en la Sierra del Escambray, durante la guerra civil de los años sesenta, en el pasado siglo. Sus cuerpos no han podido ser rescatados por sus allegados, ya que éstos sufrieron el triste destino de la deportación, a miles de kilómetros de distancia, exactamente a la zona más occidental de Pinardel Rio .
Durante décadas, las autoridades cubanas han practicado el método de los crímenes selectivos, empleando las más disimiles herramientas. Se incluye entre ellas la presión psicológica, dentro y fuera de las prisiones, y la muerte civil y profesional como mecanismos de coerción y desestabilización emocional, conminando al suicidio.
En buena medida, muchos de los que hoy conforman los núcleos de oposición a la dictadura castrista, son casi desconocidos para la mayoría de sus compatriotas. Este es uno de los resultados de otra modalidad de desaparición, la anulación mediante la insidia, la cual es practicada con total impunidad por las autoridades.
En tal sentido, bien vale la pena acotar un ejemplo: Durante los días posteriores a la muerte de Oswaldo Paya Sardiñas, quien esto escribe pudo corroborar el desconocimiento que existía entre la población cubana respecto a quien era realmente este opositor pacifico. Solamente gracias al tremendo impacto internacional de la noticia y las turbias circunstancias en que ocurrió el accidente, las autoridades cubanas se vieron obligadas a ofrecer mayores detalles.
Igual suerte pueden correr otros opositores. La “STASI Tropical” pudiera adoptar diversos métodos: envenenamiento gradual, supuesto asalto a manos de un “delincuente”, que incluiría el homicidio; implantación de micro elementos con el uso de la nanotecnología para matar lenta o instantáneamente…
El tristemente célebre Estrecho de la Florida ha sido y es la fosa común de varias generaciones de cubanos. Todavía yacen en tumbas sin paz las víctimas civiles del ametrallamiento, en 1980, de la embarcación denominada “XX Aniversario”, en la desembocadura del Rio Canímar, Matanzas. A pocas millas de la entrada de la bahía de La Habana, continúan desaparecidas las víctimas delcriminal hundimiento, en 1994, del remolcador “13 de Marzo”.
Por otra parte, el tortuoso camino hacia Estados Unidos, a través de Centroamérica, se ha convertido en la tumba anónima y sin paz de muchos compatriotas. Varios han perdido su nombre desde que desertaron de las tropas, durante las aventuras militares castristas en África. Otros han buscado ex profeso la invisibilidad de su paradero.
La incertidumbre y el sufrimiento son la única compañía de los familiares de un desaparecido en cualquiera de estas circunstancias.
En Cuba no existe ningún mecanismo institucional o registros oficiales sobre personas desaparecidas, que puedan ser consultados por los familiares o ciudadanos en general. El último intento, en ese sentido, lo llevaron a cabo la Iglesia Católica y algunas iglesias protestantes durante la denominada “crisis de los balseros”, en agosto de 1994.
El rescate de nuestra memoria histórica es el mejor conjuro contra la muerte del espíritu de la nación. Esta tarea no puede quedar solamente en las manos o la iniciativa de grupos como la Asociación de Familiares de Cubanos Desaparecidos, recientemente creada en La Habana, por iniciativa de José Alberto Álvarez Bravo. Es necesaria la voz de todos. Nuestro silencio es el más grande cómplice de los crímenes del desgobierno que padecemos.
En un futuro democrático será imprescindible ofrecerle una ofrenda de justicia a tantos y tantos desaparecidos, y un nombre en la memoria colectiva a quienes yacen en las tumbas sin paz.
Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
El método empleado por la Seguridad del Estado consistió en raptar a estas personas y ubicarlas en calabozos dentro de Estaciones de Policía, alejadas de sus zonas de residencia.
Es alarmante la impunidad con la cual los represores actuaron contra las leyes y el derecho internacional. No se sabe hasta qué punto esta ola de detenciones pudiera sentar un nefasto precedente que conlleve a otros actos de mayor gravedad, si las autoridades cubanas sintieran amenazada la gobernabilidad del país.
Sin embargo, este fenómeno no es nuevo y mucho menos excepcional. Desde los comienzos del castrismo, el asesinato y la anulación de la memoria colectiva han sido aplicados como formas expeditas de desaparición. Muchos yacen bajo el escarnio del silencio, sus nombres han sido borrados al punto que hoy sólo existen en la memoria aterrada de sus familiares.
Otros fueron fusilados por oficiales del ejército, en los juicios sumarios realizados en la Sierra del Escambray, durante la guerra civil de los años sesenta, en el pasado siglo. Sus cuerpos no han podido ser rescatados por sus allegados, ya que éstos sufrieron el triste destino de la deportación, a miles de kilómetros de distancia, exactamente a la zona más occidental de Pinar
Durante décadas, las autoridades cubanas han practicado el método de los crímenes selectivos, empleando las más disimiles herramientas. Se incluye entre ellas la presión psicológica, dentro y fuera de las prisiones, y la muerte civil y profesional como mecanismos de coerción y desestabilización emocional, conminando al suicidio.
En buena medida, muchos de los que hoy conforman los núcleos de oposición a la dictadura castrista, son casi desconocidos para la mayoría de sus compatriotas. Este es uno de los resultados de otra modalidad de desaparición, la anulación mediante la insidia, la cual es practicada con total impunidad por las autoridades.
En tal sentido, bien vale la pena acotar un ejemplo: Durante los días posteriores a la muerte de Oswaldo Paya Sardiñas, quien esto escribe pudo corroborar el desconocimiento que existía entre la población cubana respecto a quien era realmente este opositor pacifico. Solamente gracias al tremendo impacto internacional de la noticia y las turbias circunstancias en que ocurrió el accidente, las autoridades cubanas se vieron obligadas a ofrecer mayores detalles.
Igual suerte pueden correr otros opositores. La “STASI Tropical” pudiera adoptar diversos métodos: envenenamiento gradual, supuesto asalto a manos de un “delincuente”, que incluiría el homicidio; implantación de micro elementos con el uso de la nanotecnología para matar lenta o instantáneamente…
El tristemente célebre Estrecho de la Florida ha sido y es la fosa común de varias generaciones de cubanos. Todavía yacen en tumbas sin paz las víctimas civiles del ametrallamiento, en 1980, de la embarcación denominada “XX Aniversario”, en la desembocadura del Rio Canímar, Matanzas. A pocas millas de la entrada de la bahía de La Habana, continúan desaparecidas las víctimas del
Por otra parte, el tortuoso camino hacia Estados Unidos, a través de Centroamérica, se ha convertido en la tumba anónima y sin paz de muchos compatriotas. Varios han perdido su nombre desde que desertaron de las tropas, durante las aventuras militares castristas en África. Otros han buscado ex profeso la invisibilidad de su paradero.
La incertidumbre y el sufrimiento son la única compañía de los familiares de un desaparecido en cualquiera de estas circunstancias.
En Cuba no existe ningún mecanismo institucional o registros oficiales sobre personas desaparecidas, que puedan ser consultados por los familiares o ciudadanos en general. El último intento, en ese sentido, lo llevaron a cabo la Iglesia Católica y algunas iglesias protestantes durante la denominada “crisis de los balseros”, en agosto de 1994.
El rescate de nuestra memoria histórica es el mejor conjuro contra la muerte del espíritu de la nación. Esta tarea no puede quedar solamente en las manos o la iniciativa de grupos como la Asociación de Familiares de Cubanos Desaparecidos, recientemente creada en La Habana, por iniciativa de José Alberto Álvarez Bravo. Es necesaria la voz de todos. Nuestro silencio es el más grande cómplice de los crímenes del desgobierno que padecemos.
En un futuro democrático será imprescindible ofrecerle una ofrenda de justicia a tantos y tantos desaparecidos, y un nombre en la memoria colectiva a quienes yacen en las tumbas sin paz.
Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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