Por: José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) -Émulos de aquel necio que se entretenía tratando de pisar su propia sombra, los caciques de Cuba ilegalizaron oficios, costumbres y prácticas sociales bien comunes y de arraigada tradición en el pueblo, para volver a legalizarlas después de mucho tiempo, cuando ya no resulta posible seguir justificando la necedad.
El colmo es que este ejercicio de pisadores de sombras sea presentado hoy por los voceros del régimen -y aun por la mismísima prensa extranjera- como novedad reformista, e incluso como pasos hacia el perfeccionamiento de un sistema al que, quizá por falta de otro nombre más aturdidor, insisten en llamar socialismo.
Es como si caminaran de espaldas para hacernos creer que se acercan mientras se alejan.
Dentro de esa esperpéntica tendencia se incluyen por igual la recién aprobada ley de compra-venta de casas, o la de automóviles, y la liberación –dicen- del trabajo particular, todas variantes pobres y amañadas para descongelar la tradición, pero que, extrañamente, conquistan elogios y crean falsas expectativas por allá lejos, en el mundo real, cuando debieran ser objetos de rechifla.
Más aún si comprobamos –y es comprobable a ojos vista- que a la hora de devolverle al pueblo esas prácticas, menudas y corrientes en su tradicional cotidiano de vida, ni siquiera se las devuelven tal como eran hace medio siglo, sino pasadas por el filtro de su totalitarismo y su manía soberbia de no ceder ni cediendo.
Pero como cada pecador lleva dentro de sí el propio infierno, precisamente en esa postura de pisadores de sombras vuelven a encontrar hoy los caciques su hándicap.
El ejemplo más aplastante se aprecia en el trabajo particular. Extienden con bombo y platillo la existencia de timbiriches diminutos, vendedores ambulantes y mesas de merolicos, sin ningún peso para el desarrollo económico del país, a la vez que intentan apartar la atención de la inexplicable ausencia de empresas privadas pequeñas y medianas, o de otras variantes, como las cooperativas de profesionales y de productores de bienes y servicios, que no sólo ayudarían a enfrentar la crisis económica, sino que también son considerables fuentes de empleo.
Sin embargo, el hecho cierto es que tales empresas privadas se están formando ya, sin la aprobación ni el concurso de los caciques, desde luego, sino entre las sombras de la ilegalidad, como es de ley que suceda, dadas las circunstancias.
Tal vez resulte inconveniente abundar en detalles, aunque no sea más que por no darle luz a la policía, pero algo sí podríamos afirmar, convencidos de que es verdad tan grande como el Capitolio: De la misma manera que ahora se han visto obligados a tragarse el buche amargo de la legalización del trabajo por cuenta propia, más temprano que tarde tendrán que abrir espacios a la pequeña y media empresa privada, así como al cooperativismo creador, no el demagogo.
Y por supuesto que lo harán como lo hacen todo: regularizando con leyes “reformistas” lo que ya existe en la concreta, o sea, siempre detrás del palo, pisando sombras.
Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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