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Se nos acercó el Capitán,
junto a su segundo y jocosamente le
recordé que le debía una fortuna a su subalterno, debido a la apuesta.
-¡Si la apuesta llega
a ser en serio me hubiese ido desnudo para mi casa!-
Nos habló de cómo
era la vida en USA, de los trabajos que pasó para salir de Cuba, la situación
que confrontó con un barco que se le incendió y le pedían 20 años de prisión
por ese motivo.
También nos dijo
que lo mas mal que hacían algunos cubanos que llegaban a Estados Unidos, era
meterse en problemas de drogas, que aquí se gana lo suficiente para vivir una
vida decente y decorosa. Que este era un país de oportunidades. Nos orientó y
nos aconsejó como debíamos comportarnos, una vez que llegáramos a Norteamérica. Nos dio su teléfono y
dirección para cuando llegáramos lo llamáramos. Enrique, es una persona
admirable, fluida y elocuente en el hablar. Todo un cubanazo.
Antes de irme a
dormir, le entregué una nota y el
teléfono de Chano, tío de mi esposa, el
cual vive en USA. En ella decía: “Chano,
llama a Marina y dile que Sandra, Tony, Alexander y Pedro están bien y que
estamos en la Base Naval de Guantánamo”.
Gracias. Pedro.
Le hice la
observación a Enrique, que debía llamar a Chano inmediatamente, para que
nuestros familiares en Cuba, supieran que estábamos vivos y tranquilizarlos.
El, por su parte, me aseguró que lo haría en cuanto llegara.
Enrique, me había
dicho que el Guarda Costa Americano, nos
recogería sobre las 5 am, por lo que me fui a dormir a la 1am. Algunos
compatriotas continuaron departiendo con la tripulación. Las mujeres durmieron
en camarotes, yo lo hice en la cubierta del “Carib Trade” Acomodé unos cartones
y me acosté encima de ellos. La noche estaba fresca y oscura. Me quedé dormido
pensando en mis seres queridos.
A las 5 de la
mañana me despertaron. Era el jueves primero de septiembre de 1994.
El guarda costa
americano se encontraba a unos 400 o 500
mts. del “Carib Trade”. Las luces del guarda costas me permitió ver como
bajaban una lancha rápida de salvamento, la cual vendría en nuestra búsqueda.
La lancha traía encendido un potente reflector que lo alumbraba todo. El mar
continuaba furioso y la lancha era bamboleada por las fuertes olas.
A los lejos se
veían unas luces, o mejor dicho un gran resplandor, como el de una gran ciudad.
Luego supimos que era Miami
Antes de
marcharme, subí a la cabina para despedirme de Enrique, su segundo y el
timonel. Me deseó suerte y éxito. Por mi parte
patenticé mi eterno agradecimiento y que nunca olvidaría lo que habían
hecho por nosotros. Le aseguré que desde el momento en que nos rescataron habían
pasado a formar parte de nuestra historia y que el mundo entero admiraría su
noble gesto. Nuestra despedida quedó sellada por un fuerte abrazo. Bajé a
cubierta. Ya el primer balsero se encontraba sentado en la lancha de rescate.
Esta se mantenía pegada al barco por medio de una soga y a pesar del fuerte oleaje se mantenía
firme.
A cada persona
que descendía del “Carib Trade”, se le proveía de un salvavidas.
Continuará
Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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