viernes, 11 de noviembre de 2011

Hablando de leche

                                                                 Por: Alberto Méndez Castelló

PUERTO PADRE, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) – Si usted es de los turistas que viene a solearse por acá, cuando se incorpore a la carretera que va a Villa Covarrubias, deténgase poco después del anuncio del motel, justo al pasar el primer puente.
Al cruzar el río, y ya aparcado, observe a su derecha, pero no se le ocurra sacar una cámara y tomar fotografías. Según el artículo 97.3 del Código Penal puede ser acusado y enfrentar una sanción de 5 a 20 años de cárcel por espionaje, porque se encuentra en una zona militar. Sólo venga, mire, y trate de comprender.
Si al bajar de su auto ve un tanque o un cañón de largo alcance disparando no se asuste, que los artilleros se la pasan jugando a la guerra; y por supuesto ustedes, los  turistas, yendo y viniendo del aeropuerto a la playa y de la playa al aeropuerto.
Pero venga y mire. Se le perderá la mirada ante el verdor, no de un bosque, sino de los más tupidos matorrales que pueda imaginar. Son miles, millones de arbustos espinosos. Son tantos, que al otro lado, al final de lo verde, está el mar, y los barcos pasan sin peligro lejos de los blancos de los cañones.
Luego de observar el extenso matorral, le propongo hacer una abstracción: imagine ese terreno cubierto de pasto, y sobre él, el ganado pastando, en lugar de los soldados con su artillería correteando por entre los arbustos espinosos.
Hace 50 años, sobre esta extensión de tierra no había un solo arbusto espinoso, sino miles de hectáreas de pasto natural y artificial, en las que pastaban centenares de cabezas de ganado.
Justo después del otro lado del puente, desde donde se puede observar el extenso terreno baldío, comenzaba la propiedad del viejo Julio Queral; 50 caballerías donde pastaban mas de  mil reses y algunas vacas selectas importadas de Estados Unidos.
-Pasé tremenda pena con el viejo Julio -relata Luis Iglesias, septuagenario residente en la zona-. Estaba en el parque contando lo que producían las vacas que su hijo Mario había traído de Estados Unidos, y le dije: ¡Qué guayaba!, y el viejo se me encaró: “Mañana lo espero en la vaquería y no comienza el ordeño hasta que usted llegue”.  Oiga, ¡más de 30 litros daba cada vaca de aquellas! ¿Y sabe a dónde fueron a parar después que el gobierno las confiscó? A un matadero, porque dijeron que estaban enfermas.
Pero la ruina de la ganadería en Cuba data de una época posterior a las expropiaciones. Todo lo que se realiza en el país se basa en campañas de propaganda; y sí, las vacas como Ubre Blanca tuvieron su  época de esplendor socialista. Como la tuvo el azúcar cuando la zafra de los 10 millones, o la guerra en Angola, o la batalla por el niño Elián, o la de las ideas por el Socialismo del siglo XXI, con sus miles de tribunas y discursos.
Mire usted esos matorrales espinosos, y aunque el General Raúl Castro dice que aquí hay tierra para que las vacas pasten y produzcan leche para todo el que quiera tomarse un vaso, dígame usted, que viene a gastarse sus dólares en la isla, ¿qué cree del asunto?  ¿Aparecerá de verdad el vaso de leche en Cuba de entre esos matorrales, o será sólo la perorata de un General hablando de leche?

Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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