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CAPITULO I
RECORRIDO EN BALSA.
Ante la
convulsa situación por la que atravesaba
el país, donde la comunicación telefónica y viajar en ómnibus se hacía prácticamente imposible, mi esposa Marina y yo
decidimos ir a Holguín, provincia
situada al norte del Oriente cubano.
Mi esposa estaba
preocupada, porque su hijo Tony y la
esposa de éste llevaban unos 10 días por
esos lares y no se tenían noticias de ambos.
Desde el día 12
de agosto de 1994, el tirano de Cuba, Fidel Castro, había retirado los
guardafronteras de las costas cubanas, dando luz verde para todo el que
quisiera abandonar la Isla. En esos días,
Cuba era un hervidero de “balseros”.
No me encontraba
en condiciones de hacer el viaje, pues era sospechoso de poner carteles
antigubernamentales en el Central
Chaparra, la Tunas. (De donde soy originario) y económicamente no estaba
preparado para acometer tan improvisada empresa. Mientras tanto el éxodo hacia
el “Norte Revuelto y Brutal que nos
Desprecia” continuaba imperturbable. Todos los cubanos deseaban marchar al “Paraíso Prohibido”
Desde el día 18
de agosto, comenzamos a hacer gestiones para trasladarnos a Holguín, pero no
fue hasta el día 22 de agosto que
logramos partir en una rastra (Camión) hacia nuestro destino. Salimos a las 9
de la noche con mucho calor, pero con un anochecer tranquilo y calmado, el cielo se encontraba
despejado y lleno de estrellas.
Íbamos sentados
en el piso de la rastra. Nos acompañó Magaly, hermana de mi esposa, la cual se
encontraba de visita en la Habana.
El amanecer del día
23 nos sorprendió a la altura de Ciego
de Ávila. A estas horas de la mañana se veían
pocos pobladores y la localidad parecía
un pueblo fantasma. Sus casas y edificios con falta de pintura y apuntalados.
Cuando salimos
del centro del poblado, pude observar, a ambos lados de la carretera, campos
llenos de “Marabú” y escaso ganado vacuno. Nuestra bella campiña cubana, otrora
fuente de inspiración de poetas y escritores, estaba destruida, nada había
logrado salvarse del “huracán comunista”. Los hermanos Castro, son peores que el Marabú
Llegamos sobre la
1pm a las Tunas. El recorrido fue lento e incómodo. En todo el trayecto no
hicimos escala alguna, solamente para hacer nuestras necesidades básicas. Se le
pagó al chofer del camión 450.oo pesos por hacernos este “favor” En las Tunas pudimos “atrapar” un taxi, para
que nos llevara a nuestro destino final: “Holguín” Se le pagó al chofer del
Taxi 300.oo pesos. Llegamos a la casa de la familia de mi esposa sobre las 5pm.
El viaje había sido una experiencia inolvidable.
Ni Tony, ni su
esposa se encontraban en la casa. Habían salido 5 días antes con rumbo a Gibara, pueblito situado a 32 Km.
De Holguín y no habían regresado. Pensamos que estaban de “Farra”
Sobre la 9pm
recibimos una agradable sorpresa: Llegó Tony. Estaba solo. Su esposa Sandra y
un amigo llamado Paquito se habían quedado en casa de unas amistades.
(Continuará)
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