ENTREVISTA
Las Tunas
| 08-09-2011 - 11:40 am.El Presidio Modelo de Isla de Pinos servía de encierro al comandante Huber Matos Benítez en octubre de 1962. Condenado a 20 años de prisión —el fiscal había solicitado pena de muerte—, tan sensible resultaba cuanto se dijera o actuara alrededor del exjefe militar de la provincia de Camagüey, que en la reunión del Consejo de Ministros efectuada el 27 de octubre de 1959, precisamente un día antes de la desaparición del comandante Camilo Cienfuegos, los ministros Manuel Ray, de Obras Públicas, y Faustino Pérez, de Recuperación de Bienes Malversados, de inmediato perdieron sus carteras cuando sostuvieron ante el primer ministro Fidel Castro que Huber Matos era inocente del delito de sedición que se le imputaba.
La custodia de cautivo tan notorio fue encomendada a un selecto grupo de militares, a quienes al producirse la Crisis de los Misiles, el 22 de octubre de 1962, Julio Tarráo Castillo, director del penal de máxima seguridad, reiteró la orden recibida del mando supremo: impedir por cualquier vía que el comandante Huber Matos escapara y se incorporara a las fuerzas del enemigo.
La connotación de tal orden resulta obvia. Con todo, en sus memorias Huber Matos recuerda al teniente Abilio González como el único guardián que lo trató correctamente en sus 20 años de encierro.
"Solo cumplí con mi deber y conciencia", dice el segundo jefe al mando de aquellos militares seleccionados.
Campesino que en 1957 abandonara los aperos de labranza para incendiar montes y detonar explosivos, vestido de uniforme, el pecho del primer teniente Abilio González semeja un cielo estrellado. Quizás dos docenas de condecoraciones brillan allí, algunas prendidas personalmente por los hermanos Castro Ruz.
Andariego, robusto, tostado por el sol, risueño y a la vez de expresiones enérgicas, a los 85 años González posee la salud de un caballo de carrera y la lucidez de un analista.
"No luchamos por prebendas, pero sí por el derecho de ser respetado y por el deber de respetar. Y aunque cumplimos con nuestro deber, entendemos que se están violando nuestros derechos", escribió González en noviembre de 2009 al general Raúl Castro.
"Pero el general Raúl Castro dice que sin cambiar la mentalidad el país no será capaz de acometer los cambios necesarios", comentamos, a propósito del tema, con Abilio González.
Con sombrero de yarey y la pinta de campesino que no han podido borrarle los uniformes y las condecoraciones, González, que recientemente tuvo la delicadeza de visitarnos, se puso de pie, exclamando: "¡No me digas, chico! ¿Así que quieren cambiarle la mentalidad a la gente ahora?".
"Eso dice el general".
"Sí, si yo lo leí en el Granma. Yo leo el periódico todos los días. Pero dime, ¿de verdad tú crees que a estas alturas es posible cambiar la mentalidad a los cubanos, a los dirigentes que viven como millonarios y a los que no tienen nada más que miedo?".
"En realidad, no sé. ¿Qué cree usted?"
"Eso se pudo hacer en 1959 o en 1960. Entonces la gente podía cambiar la mentalidad porque comenzaba una revolución, había qué ofertar, como se hizo, pero después se torció el camino".
"Entonces, ¿usted cree que ya no existen las condiciones para hacer que los cubanos piensen y actúen de otro modo?".
"Pues claro que existen, solo que debías preguntarle a las personas indicadas hasta qué punto están interesadas en que los cubanos cambien su mentalidad".
"La mentalidad es el estado de ánimo, la forma de pensar".
"Y en la forma que vivimos los cubanos como tú y como yo, cómo puede estar nuestro estado de ánimo y cuál puede ser nuestra forma de pensar".
"Supongo que estamos frustrados, ¿no?".
"Dicen que la juventud está corrupta. Puede que sea verdad. ¿Pero qué hizo a la gente, a los jóvenes, a todos los cubanos así? En mi época habían miles de necesidades, de injusticias, por eso me alcé; pero que a un muchacho no se le ocurriera llevar algo de procedencia mal habida a la casa porque, aunque estuvieran muriéndose de hambre allí, tenía que vérselas con un padre. Ahora, son los padres quienes con el dicho de 'resolver' cargan con cuanto se les ponga delante. Entonces… de mi padre lo aprendí".
"A su juicio, qué ha hecho que, si no toda, buena parte de la familia cubana, no importa si mejor o peor situada, actúe de ese modo".
"El miedo. La gente optó por robar en lugar de reclamar sus derechos. Nosotros hicimos la revolución para imponer nuestros derechos, pero tú lo sabes tan bien como yo, desde hace mucho tiempo prepararon a la gente para mantenerla callada o gritando consignas".
"Son tantas las consignas, que ya hasta al mismo Raúl Castro le parecen demasiadas".
"Bueno, para qué quejarse si cuando surgía alguien pensando diferente a las consignas era apartado, eliminado", dijo González, dándonos una palmada en la espalda a lo quebrantahuesos.
Cuando lo vimos marcharse, pensamos cuán hermoso sería que un día el cautivo y su carcelero se encontraran, no en el Presidio Modelo de Isla de Pinos, sino en cualquier calle de Cuba. Por el bien de la Isla, ojalá pudieran estrecharse las manos.
Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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