jueves, 8 de agosto de 2013

Lenguas más venenosas que el metanol


| Por José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -Una de las primeras bolas que rodó aquí, a propósito de las varias decenas de habaneros que recién se envenenaron con alcohol metano, aseguraba que el drama tuvo su origen en una fiesta de santería. El hecho de que la mayoría de los afectados sean negros o mestizos, disparó enseguida la especulación racista.
Es curiosa la manera en que últimamente se ha venido revigorizando entre nosotros una tendencia que arrastramos desde hace siglos –quizá en los genes, más que en la memoria-: ante un robo por asalto, un crimen o alguna otra ocurrencia aborrecible, indagamos casi mecánicamente por el color de la piel de los implicados, y si hay afrodescendientes, tendemos de inmediato a relacionar el suceso con las creencias y prácticas de religiones que les son comunes.
No sé si en este caso algunos de los envenenados hayan consumido el metanol en una fiesta de santos. Pero tampoco sería relevante. Lo esencial es que en verdad la mayoría son afrodescendientes, que todos viven en barrios marginales, y que apartando las especificidades del sitio en que cada cual contrajo la intoxicación, todos están marcados por una idéntica tragedia: el alcoholismo como escape ante el fracaso, la miseria y la falta de oportunidades.
Esta coincidencia resulta mucho menos accidental que el accidente mismo. Igual que tuvo su foco en La Lisa, pudo haberlo tenido en cualquier otro de los municipios habaneros (casi todos) con marcada incidencia marginal, y no hay duda de que los afectados seguirían siendo mayoritariamente negros y mestizos. Incluso, tanto si ocurre en La Habana como en cualquiera otra provincia del país. Dentro del cuadro de abatimiento y desesperanza que hoy sufren los pobres de Cuba, el color negro resalta como los ojos del sijú entre la espesura.
Es la lección más aplastante que se deriva de este suceso y además la más fácilmente comprobable. Sin embargo, por algún motivo (digamos) misterioso, aún son demasiados los que prefieren marear la perdiz mediante conjeturas y cavilaciones de signo racista, que no sirven sino para alimentar entre los de abajo históricas divisiones que los de arriba han sabido aprovechar para debilitarnos.
Al menos el metanol se limita a disolver su ponzoña únicamente en las tripas vacías de unos cuantos infelices alcohólicos. Peor efecto aún suelen provocar las malas lenguas, destinadas a inocular su veneno en el alma de las multitudes.
Y mientras, en la otra esquina, la de los intelectuales timoratos y pancistas, que, a partir de su propia condición de afrodescendientes dicen defender desde el oficialismo los derechos y reclamos de negros y mestizos, se hace caso omiso a la evidencia, sin que ninguno tenga lo que hay que tener para aceptar que un hecho como el de los envenenados con metanol en Novoa y en otros andurriales habaneros, desmiente del modo más triste toda la cascarita que ellos escriben en sus doctos libros, y toda la metatranca que excretan en congresos y en múltiples comparecencias para sustentar el mito de una revolución profundamente emancipadora, que sentó las bases para que todos los cubanos dispusieran de las mismas oportunidades para progresar en la vida.
“El mudo dice lo que mira el ciego”. Esta sentencia de nuestro refranero popular encaja tanto en la actitud de los racistas más y menos conscientes que se entretienen lanzando bolas perniciosas, en vez de ponerse a pensar con la cabeza, como en la de los supuestos antirracistas oficiales, gracias a cuya amistad -como reza otro dicho- los negros y mestizos cubanos no necesitan enemigos


Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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