miércoles, 7 de agosto de 2013

Batista, el comodín para contrastar

| Por David Canela Piña
LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -Hace poco conversé con un hombre que aseguró que en el Período Especial no se pasó hambre. Se comía mal, pero el hambre es otra cosa, dijo. Hambre fue lo que pasó él cuando estuvo en el servicio militar, que tenía que buscar la comida en el monte, o encontrar la ubicación en donde habían lanzado unas pocas raciones. Que siete personas se comieran un pato, lagartijas, hierbas y frutos, durante más de un mes, eso sí era hambre.
La madre de este hombre, por su lado, añadió que hambre había pasado ella en la infancia (antes de 1959), cuando su mamá la obligaba a ir a la escuela del batey sin haber desayunado.
Amén de esa actitud narcisista, que descalifica las experiencias de las demás personas, y da como verdaderas las experiencias propias,  pregunto: si aquí no se pasó hambre en los 90, ¿qué hacía la gente matando gatos en la ciudad, comiendo auras tiñosas y cáscaras de plátano? ¿O es que para certificar que un pueblo está pasando hambre deben verse esqueléticas las figuras, como en las tribus africanas, o caer desplomados en la calle, al estilo de Ucrania durante la crisis del Holodomor?
En su ensayo Indagación del choteo, Jorge Mañach afirmaba que el cubano ve la realidad en dos dimensiones, pero le falta el sentido de profundidad. Esa carencia de no distinguir los objetos en perspectiva, induce a una percepción de lo real sólo a partir de los extremos. Las cosas son o no son, están o no están, sólo si existen en su mayor grado de intensidad, o tienen una sola forma. Por tanto, el espacio medio es irrelevante.
Lo mismo sucede con la idea de dictadura. “Dictadura había con Batista, porque amanecían los cadáveres de los jóvenes en las calles”, es uno de los argumentos más comunes, sobre todo de parte de los ancianos. Pero lo que define una dictadura no es el número de muertos que ocasiona, sino la imposibilidad de elegir: a otros gobernantes, otras leyes, otras formas de vida. En una dictadura, los gobernantes son inamovibles, las decisiones inapelables, y la vida se dicta desde “arriba”, o desde “afuera”.
Otro de los asuntos que suelen negar muchos cubanos es el de las torturas a lo largo de la Revolución. Y vuelven de nuevo a comparar con Batista. Torturas es que te saquen los ojos y las uñas y que los torturadores usen aparatos que dejen secuelas físicas. El resto, en el peor de los casos, son abusos, maltratos y castigos.
Eso me recuerda una comedia, en la cual un rey, mientras conversaba en el trono acerca de temas frívolos, era molestado constantemente por los guardias, que le traían algún preso para que decidiera su destino. El rey, desdeñoso, iba orientando los detalles de la ejecución que debía aplicarse sobre el condenado. A uno le decía “desuéllenlo”, a otro, “descuartícenlo”. Entonces llegó uno, y como el rey estaba entretenido en un asunto y no quería desviar su atención, lo despachó con un “cuélguenlo”. Al instante, el reo se inundó de alegría, y comenzó a darle las gracias, elogiando su misericordia.
¿Así deberían sentirse los presos cubanos cuando los muelen a golpes en una cárcel?


Posted by: "Comité Pro Libertad ded Presos Políticos Cubanos"

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