lunes, 20 de mayo de 2013

Daltonianos, ¿a sueldo?


| Por José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -No es atinado referirse en términos generales a la disidencia cubana, ni siquiera es exacto hablar de un movimiento disidente, como cuerpo monolítico, puesto que la diversidad de enfoques y de presupuestos ideológicos entre sus cientos de integrantes es conocida por todo el que quiera conocerla. Claro, no es atinado si la referencia se proyecta desde una buena intención, o desde una perspectiva de imparcialidad política. Pero cuando tal proyección busca que nuestros disidentes sean vistos, en su conjunto, a partir de la posible conducta de un individuo (o tres o cuatro) en particular, entonces resulta burdamente manipuladora.
De tal manera, no puede haber buena intención en un texto que afirma que en los últimos 25 años, el movimiento disidente cubano ha estado promovido y pagado por los gobiernos de Estados Unidos. Y aún más que mal intencionado, el autor del texto es calumniador al asegurar que nuestros “disidentes suministran información a la SINA (Sección de Intereses de EEUU), una nación que no puede caracterizarse exactamente como amistosa hacia el gobierno cubano…”.
Si quien lo expresa es un promotor de la opinión pública, con capacidad para influir mediáticamente sobre cientos de miles de personas, está incurriendo en un acto de absoluta irresponsabilidad profesional o es un farsante de la peor calaña.
A Domingo Amuchástegui Álvarez, quien escribe desde Miami, le queda mirarse por dentro y determinar en cuál de los dos perfiles encaja. Por más que yo personalmente no guardo dudas al respecto, teniendo en cuenta que no es la primera vez que me tropiezo con opiniones suyas que resultan, cuando menos, complacientes con la dictadura de nuestro país.
Los infundios que cité antes fueron regurgitados por Amuchástegui en un artículo del pasado día 7, bajo el ambivalente título “Yoani Sánchez: la última esperanza”, aparecido en Cubaencuentro. Sí, porque la coartada de este escribidor consiste en hacerse pasar (ante los despistados con respecto a la realidad cubana) por analista neutral, dado a poner en la balanza los progresos del régimen hacia la democracia.
En ese empeño, la prioridad que le han dictado parece ser procurar el desprestigio de nuestra disidencia interna a través de medios internacionales. Y vaya si se lo ha tomado en serio. Tanto que no escatima mentiras ni bajezas, por ridículas que puedan sonar en los oídos de cualquier persona con dos dedos de frente. Por ejemplo, en el artículo de marras acusa al honrado y valiente sacerdote católico José Conrado como soplón al servicio de la SINA, para lo cual se basa en una relectura viciada y deshonesta de unos informes de Wikileaks.
Si no estuviéramos como estamos, sería de esperar que la Iglesia Católica Cubana ordenara una investigación en torno a la integridad moral del padre Conrado, y una vez que haya comprobado su inocencia, como seguramente la comprobará, abriera una demanda judicial contra el mequetrefe que intenta estigmatizarlo.
Amuchástegui dice haber caminado por la Quinta Avenida junto a las Damas de Blanco (¿en qué andaría?), por lo que se considera competente para testificar que ningún ciudadano habanero se detiene a saludarlas y apoyarlas, cuando pasan. Pero no dice por qué, lo cual lo descubre como cómplice de los esbirros del régimen que no le pierden pie ni pisada a estas nobles mujeres, siempre dispuestos en zafarrancho de combate para apabullarlas, a ellas y a sus simpatizantes.
Verdaderamente, para sopesar la decadencia de nuestra dictadura ya no se necesita siquiera insistir en el aluvión de sus fracasos políticos o de sus arrasadores desmadres económicos o de sus tenebrosas acciones represivas. Basta con evaluar la pericia profesional y la catadura cívica de quienes la defienden. Particularmente de aquellos que, sin dejar de vivir como Carmelina en Miami, abusan de las leyes de libertad de expresión y del acceso a los más modernos medios mediáticos, para ejercer el papel de daltonianos, que ven en Cuba el dominio de un solo color. Sabe Dios si del color de la paga que cobran por hacerlo.


Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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