LA BASE NAVAL DE GUANTANAMO (Capítulo IV) Continuación
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3- Las condiciones de vida,
seguramente eran mejores que la de Guantánamo, lo que me permitiría una
estancia más agradable, hasta tanto se resuelva nuestra situación
migratoria.
Bajo estas consideraciones,
quizás un poco estrecha, decidí viajar a la República de Panamá, si es
que realmente se daba el viaje.
Los días transcurrieron algo monótonos y aburridos en este campo. No hubo situaciones dignas de resaltar.
La
comida seguía siendo la misma, excepto el cambio de cajitas, que ahora
eran carmelitas y muchas más sustanciosas. Esta se repartía de igual
forma que en el Campo “La Lima”
Nos entregaron short, calzoncillos, medias, chancletas y aseo personal.
Se hizo un ajedrez de cartón y me entretenía ejercitando el juego ciencia.
Las
normas de convivencia se ajustaban a los patrones de conductas
civilizadas, establecidas por la comunidad, por lo que no se observaban
conductas negativas que perjudicaran el ambiente familiar que se creó en
ese campamento.
El día 7 de octubre de
1994, a las 10am. fui llamado a la puerta del campo. Debía presentarme
con todas mis pertenencias. También fueron citados Tony, Sandra
Alexander, Paquito y cinco personas más. Supusimos que estaba
relacionado con el viaje para Panamá.
Pocos
minutos después, fuimos recogidos en un transporte militar y llevados
hasta un campamento de tránsito. Aquí abordamos otro vehiculo repleto de
balseros y nos trasladaron hasta el centro de procesamiento nuevamente.
Se nos pidió algunos datos personales, se nos vacunó y se nos dió
información sobre Panamá. Al parecer era una realidad lo del viaje hacia
ese país. Firmamos unas planillas, autorizando que nuestros nombres
fueran publicados en la prensa estadounidense, así como
comprometiéndonos a permanecer por 6 meses en suelo panameño; y que
nuestra decisión de marchar al Istmo era voluntariedad nuestra.
Después de realizar todos estos trámites, regresamos para el campo de tránsito.
A
las 5 de la madrugada del día 8 de octubre de 1994, fuimos llevados
para el centro de procesamiento. Se nos entregó cajitas, se nos cacheo
personalmente, así como nuestras pertenencias y nos trasladaron en
ómnibus hasta el Puerto de la Base. Aquí nos esperaba un “trasbordador”,
que nos llevó hasta el otro lado de la Bahia... Nos esperaba un
ómnibus, que nos trasladó hasta el Aeropuerto de la Base Naval de
Guantanamo. Fuimos bajando de la guagua en fila india y directamente
subiendo a la nave aérea, la cual esperaba por nosotros.
Se
iniciaba un incierto viaje hacia tierra extraña, con un futuro
igualmente incierto. ¿Se nos estaba cumpliendo el sueño de viajar a
Estados Unidos? ¡No sabemos! ¡Veremos!.
Continuará
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