LA BASE NAVAL DE GUANTANAMO (Capítulo IV) Continuación
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El militar que estaba herido en la cabeza, sangraba profusamente y fue trasladado en una ambulancia, para el hospital.
Mientras
los “tira piedras” se deleitaban con su diabólica tarea, un batallón
de soldados avanzaba hacia nosotros, repitiendo lo mismo:
-Señores, por favor, todos a sus cabañas, el que no lo haga así, será considerado un enemigo-
Las pocas personas que se encontraban en el exterior del Campo, comenzaron a entrar.
Orienté
a los amigos, que estaban cerca, a estar atentos, para que en caso de
que los soldados entraran, salir de esa área. De tomarse alguna
represalia estábamos muy expuestos y debíamos estar preparados, para
alejarnos de allí.
Después que entraron los “revoltosos” las piedras cesaron, los soldados se dedicaron a poner la puerta, sin entrar al campo.
La noche se hizo presente y fuera se encontraban de 20 a 30 militares cuidando muestro sueño, custodiándonos.
A
la mañana siguiente, 12 de septiembre de 1994, entraron cerca de 50 a
60 militares antimotines, al campamento. Fuera, esperaba un ómnibus.
Entraron
carpa por carpa y sacaron uno a uno a todos los revoltosos que habían
participado en las agresiones de los días anteriores. Al parecer habían
tomado película de los acontecimientos, pues a todo el que sacaban,
realmente fueron partícipes de esta violencia. Se los llevaron esposados
y a empujones, corriendo hasta el ómnibus que los esperaba con los
“brazos abiertos”. Hubo uno de estos personajes que se resistió al
arresto y fue tirado al piso, boca abajo, esposado y sacado a empujones
del campo. En ningún de estos casos fueron golpeados o maltratados
físicamente.
La
esposa de este Sr. lloraba e imploraba a los soldados para que soltaran
al marido, pero todo fue inútil. También apresaron a 4 mujeres, que el
día anterior se habían robado detergente, jabón, cigarros, etc. El trato
con las mujeres fue diferente, las esposaron, pero no las empujaron. No
apresaron a todo el que participó en estas protestas, pues pienso que
es casi imposible detectar a unas 100 o 200 personas, en un grupo de
2400 personas en un tiempo de búsqueda tan corto Esto significaba una
alerta y una advertencia: No toleraremos violencias ni saqueos.
De
lo que si estoy seguro es que no se llevaron preso a ningún inocente,
con excepción de un Sr. rubio, de pelo largo que le decían el
“escritor”, al parecer lo confundieron. Posteriormente, este Sr. fue
liberado, no así el resto de los apresados, quienes, ulteriormente,
fueron deportados a Cuba. Vivimos en una democracia, pero existen leyes y
reglas que hay que respetar.
Para los residentes del Campamento “La Lima”, era evidente que todavía quedaban revoltosos dentro del campo.
Después
de haber sacado a los conflictivos, trajeron agua, repartieron cajitas y
poco a poco llegó la normalidad cotidiana y, al menos, durante el
tiempo que permanecí en este campo no se presentaron nuevos disturbios.
Los militares habían empleado, con éxito, el único lenguaje que entienden los delincuentes y facinerosos: “Represión”.
Continuará
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