
Sobre la marcha, los políticos de la RDA post- Honecker, comprendieron que el proceso de unificación de las “dos Alemania”, significaba la desaparición del sistema político en una de ellas. Pero les tocó dar el paso, que quedaría simbolizado para la historia con el derrumbe del tristemente célebre muro divisorio de Berlín.
En Cuba, cuando el escenario económico ha estado a punto de generar una situación comprometida para la estabilidad social, los dirigentes propician una crisis migratoria. Esta crisis puede ser más evidente o más encubierta, según las circunstancias.
Entre las dos mitades de la capital alemana se interponía un muro salpicado con la sangre y las lágrimas de miles de seres humanos. Entre las costas cubanas y las de Miami, se halla un estrecho marítimo convertido en cementerio sin tumbas, donde no han podido ser registrados los nombres de miles de víctimas.
Lo que va a suceder aquí, a partir del 14 de enero próximo, es una especie de versión “light” de lo acaecido en noviembre de 1989 en Berlín oriental. Es el típico intento de “poner el parche antes de que salga el hueco”.
En su tentativa de improvisar un bodrio económico, rara combinación de capitalismo sin dinero y mentalidad medieval de partido único, el gobierno cubano va a derribar a golpe de mandarria los últimos vestigios de la legislación laboral de corte soviético. Esto puede generar las condiciones necesarias para propiciar una nueva ola de despidos, más tensa que la realizada en el recién concluido año 2012.
A ello se añade la superposición de una combinación de privatización económica y amarre político en casi todas las empresas estatales. En suma, este año que comienza pudiera ser el de la aplicación de políticas de choque. El intento de reanimación a un moribundo mediante cargas eléctricas.
Raúl Castro y su séquito parecen dispuestos a quemar por dentro al cuerpo debilitado de la economía nacional antes que reconocer su muerte clínica. De reconocer dicha muerte, tendrían que enterrar o incinerar el cadáver y retirarse del poder.
Con estos truenos de aviso, los cubanos en la isla están atentos a cómo serán las cosas a partir de la implementación de las nuevas leyes migratorias. El emergente y precario mercado inmobiliario está en tensión y los corredores de compraventa de casas están a la expectativa. El cabildeo en la búsqueda de opciones laborales hacia el exterior se mantiene en ebullición, a pesar de que los efectos de la crisis económica se hacen sentir todavía en los potenciales países de destino.
Para un cubano de la isla es preferible trabajar por un salario ínfimo en un país X, durante unos meses, teniendo la opción de regresar. Es el anhelo de cierta bonanza personal y familiar que puede hacerse realidad…o no. Quien ha estado en prisión suele soñar con otra vida muy diferente cuando termina de cumplir su condena y sale a la calle. Los cubanos hemos estado presos en esta Isla, una generación tras otra, durante más de medio siglo. Muchos aquí tienen una idea demasiado ilusa sobre cómo son las cosas en el extranjero. Otros están predispuestos como consecuencia de años de bombardeo de la propaganda oficial, que pinta al mundo sólo como un piélago de calamidades.
A partir de mediados de este mes de enero, todos los cubanos seremos amnistiados. Será esta una amnistía de la cual muchos no podremos disfrutar. Ahí están, por ejemplo, Yoani Sanchez y otros objetores de conciencia. Por otra parte, muchos tendrán que vender su casa para pagarse los trámites y el pasaje de avión. Mientras tanto, los señores dueños de la prisión seguirán inventando el modo menos complicado para salir ilesos del inevitable colapso que se avecina.
Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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