Los Obispos, el Cardenal y la Pastoral de 1993
La Pastoral nunca se reprodujo en los periódicos nacionales, pero sí
se criticó fuertemente con editoriales enormes que hablaban de algo que
nadie (a no ser los feligreses y los oyentes de Radio Martí) conocía
En 1993 los obispos católicos de Cuba se atrevieron a manifestar, en
una pastoral leída y repartida en las Iglesias, su preocupación por la
situación moral y económica del país. La pastoral “El amor todo lo
espera” se leyó por la emisora Radio Martí, radicada en Washington.
Nunca se reprodujo en los periódicos nacionales pero sí se criticó
fuertemente, con editoriales enormes que hablaban de algo que nadie (a
no ser los feligreses y oyentes de Radio Martí) conocía.
Yo llegué a pensar que todos los Obispos —incluido el futuro Cardenal— irían derechitos a la cárcel.
En el periódico Trabajadores, del lunes 20 de septiembre, se decía: “en lo que constituye realmente una provocación deliberada, sin justificación posible, el llamado ‘amor’ de los Obispos resulta un hipócrita acción, una concertación contrarrevolucionaria, un puñal clavado por la espalda al pueblo revolucionario”.
En Granma, el 30 de septiembre, Félix Pita Astudillo, con un estilo vulgar, achacoso y viejo, en su artículo “Arsénico y encajes”, explicaba: “parapetados en una prosa anfibia (…) los Ilustrísimos once se sueltan la trenza con un manifiesto político contrarrevolucionario, que llama al desarme moral, a la desmovilización de los revolucionarios y a la constitución de un mundo a imagen y semejanza de ese magro cabildo episcopal” (todo el mundo conoce en Cuba las implicaciones homofóbicas que tiene la expresión “soltarse la trenza”).
Otra vez, Trabajadores, el 27 de octubre, refería que “los delegados al IV Congreso de los CDR acordaron manifestar la más enérgica condena a la Proclama de los Obispos de Cuba, por su carácter francamente contrarrevolucionario, oportunista y diversionista”.
Desde las páginas de Juventud Rebelde, Luis Báez Delgado, en un largo ensayo titulado “La cruz en que creemos” con fecha 10 de octubre, afirmaba: “los conocemos. La historia nos ha enseñado a descubrirlos. Estos once Obispos católicos cubanos son los mismos. Los que hoy invocan la fe para ‘salvar’ a nuestro pueblo, son los mismos que ayer la esgrimieron para masacrarlo”.
Y así, muchísimos más.
Lo más curioso de todo es que, cuando el actual Cardenal Jaime Ortega (uno de los Obispos firmantes de la Proclama —que por cierto, estuvo en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, UMAP, en 1964, por ser católico—) visitó meses después Miami, fue también amenazado por los extremistas de derecha por su oposición al embargo norteamericano a la Isla.
Y yo me pregunto, por un lado, ¿qué le pasó a Ortega?. Por otro, ¿los extremos, se juntan?
Yo llegué a pensar que todos los Obispos —incluido el futuro Cardenal— irían derechitos a la cárcel.
En el periódico Trabajadores, del lunes 20 de septiembre, se decía: “en lo que constituye realmente una provocación deliberada, sin justificación posible, el llamado ‘amor’ de los Obispos resulta un hipócrita acción, una concertación contrarrevolucionaria, un puñal clavado por la espalda al pueblo revolucionario”.
En Granma, el 30 de septiembre, Félix Pita Astudillo, con un estilo vulgar, achacoso y viejo, en su artículo “Arsénico y encajes”, explicaba: “parapetados en una prosa anfibia (…) los Ilustrísimos once se sueltan la trenza con un manifiesto político contrarrevolucionario, que llama al desarme moral, a la desmovilización de los revolucionarios y a la constitución de un mundo a imagen y semejanza de ese magro cabildo episcopal” (todo el mundo conoce en Cuba las implicaciones homofóbicas que tiene la expresión “soltarse la trenza”).
Otra vez, Trabajadores, el 27 de octubre, refería que “los delegados al IV Congreso de los CDR acordaron manifestar la más enérgica condena a la Proclama de los Obispos de Cuba, por su carácter francamente contrarrevolucionario, oportunista y diversionista”.
Desde las páginas de Juventud Rebelde, Luis Báez Delgado, en un largo ensayo titulado “La cruz en que creemos” con fecha 10 de octubre, afirmaba: “los conocemos. La historia nos ha enseñado a descubrirlos. Estos once Obispos católicos cubanos son los mismos. Los que hoy invocan la fe para ‘salvar’ a nuestro pueblo, son los mismos que ayer la esgrimieron para masacrarlo”.
Y así, muchísimos más.
Lo más curioso de todo es que, cuando el actual Cardenal Jaime Ortega (uno de los Obispos firmantes de la Proclama —que por cierto, estuvo en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, UMAP, en 1964, por ser católico—) visitó meses después Miami, fue también amenazado por los extremistas de derecha por su oposición al embargo norteamericano a la Isla.
Y yo me pregunto, por un lado, ¿qué le pasó a Ortega?. Por otro, ¿los extremos, se juntan?
© cubaencuentro.com
Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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