29 de abril de 2012
Expediente Judicial desaparecido
Por estos días he recorrido junto a mi abogado los “sistemas judiciales”
de Cuba. Los hermanos Castro, que son los dueños de la finca, antes de
su padre, llamada Birán, luego llevaron la cerca hasta el límite en las
aguas jurisdiccionales, y aquella finca la convirtieron en Birania, se
apoderaron del resto de la nación, y la han “gobernado” como se haría
con su latifundio, a puro capricho e intereses personales.
Allá en el año 1994, me apresaron por acompañar a mi hermana a la costa
para despedirla, luego de catorce meses en la prisión La Cabaña (el
infierno), fui absuelto y retiraron el cargo de “encubrimiento”, pues me
enteré en el juicio que entre hermanos y padres ese delito no se
aplica. Lo cierto es que padecí aquel año y dos meses, con sus días,
horas, minutos y segundos. Les debo agradecer que me hicieran saltar el
tiempo, madurar antes de lo planificado por mi naturaleza, educación y
entorno. Siempre digo que si Dios existe, él me envió allí, pues gracias
a ello pude constatar las penurias, el sufrimiento de la juventud
cubana, y de tantas lágrimas que vi caer en aquellas galeras, descubrí
que mi vocación es la del escritor.
Me dediqué a la escritura en cuerpo y alma, y con una literatura que
resalta los sufrimientos de los cubanos a través de los avatares que la
“revolución” nos ha hecho padecer, aparecieron mis personajes, que
fueron conformando las historias, los libros. Esos volúmenes fueron
alcanzando los premios más codiciados, a pesar de la oficialidad que a
veces no veía la manera de contener mi ascenso como escritor. Por
supuesto, padecí que en el año 1992 me quitaran el premio Casa de las
Américas, según testimonio de los propios jurados; que en el año 1994
sucediera algo parecido, y que finalmente para no correr riesgo,
decidieran sacar mis volúmenes de relatos de los eventos que discutían
premios. También me sacaron de los dosier, antologías y eventos
literarios. Ese fue mi padecer, el pago por escribir una narrativa
crítica, agresiva por los cánones de la dictadura. Sinceramente nunca me
importó, estaba consciente que era mi deber, y es imposible
contrarrestar la naturaleza del ser.
Fui visitado por varios intelectuales para que desistiera.
No oculto que siempre tuve la necesidad de escribir mi criterio, mi
punto de vista, sobre mi entorno, sobre la gente que conocía, sus
frustraciones, anhelos, dilemas, miedos, horizontes, y todo lo que
aconteciera al ser humano. Soñaba con escribir en un periódico, en una
esquina de la última página, pero también sabía que eso era imposible,
que con el sistema cubano jamás podría, pues en su totalidad todos los
periódicos son subvencionados por el gobierno, y cualquier intento de
crear uno independiente es sancionado con las leyes más severas. En una
visita que hiciera a la Feria del Libro en República Dominicana, supe
que existía algo llamado blog, y fue lo más parecido a esa esquinita de
un periódico, por intrascendente que fuera, que yo soñaba para publicar.
A mi regreso abrí mi blog. De inmediato fui visitado por varios
intelectuales para que desistiera, era mi primer aviso. Persistí. Por
ende, me fue retirado el correo cubarte, el cual pagaba mensualmente,
para evitar mi enlace con el resto del mundo. Resistí.
A los dos meses fui asaltado por miembros de la Seguridad del Estado,
los que me ocasionaron una fractura en el brazo. Pensaron que con esa
represalia sería suficiente. Nunca estuvieron más equivocados, para ese
entonces, con mi yeso a cuesta, necesitaba duplicar mi esfuerzo,
escribir más en el blog y salir a encontrarme con los otros blogueros
cubanos que me brindaban su apoyo. En la puerta de mi casa hicieron
varios mítines de repudio. A veces pasaba y saludaba pensando que eran
reuniones del CDR. Luego me enteraba que era en mi contra, y los vecinos
buscaban la manera, sin ser vistos, que ellos estaban allí pero no
tenían nada contra mí y que me apoyaban, y siempre se justificaban con
la familia, la represalia, etc.
La petición Fiscal ascendía a la risible suma de 54 años de cárcel.
Cuando comprendieron que los golpes no serían la vía para hacerme
claudicar, llegaron las acusaciones. La primera fue cuando comencé los
trámites para acudir al Festival de la Palabra en Puerto Rico. Tenían
que evitar a toda costa que asistiera, y la única forma de hacerlo era
con la artimaña que aparentara un proceso judicial por lo civil, para
ocultar el castigo por mi punto de vista. Comenzaron a detenerme porque
había atropellado en mi auto a un niño y me diera a la fuga. El niño,
como he dicho en varias ocasiones, por suerte nunca apareció, y las
acusaciones tampoco. Pero el tiempo de detención sí existió. Finalmente
manipularon a mi ex, de la cual llevaba separado más de dos años. Me
acusaron, sin ninguna prueba ni testigo, de tantas acusaciones como se
le fueron ocurriendo, quizá pensando que en algún momento de tormento
pediría clemencia y prometiera claudicar. Lo cierto es que sumando todos
esos años de cárcel, según la petición fiscal, ascendía a la risible
suma de 54 años de cárcel (sin incluir las tantas que comenzaron y luego
desistieron). La Fiscalía previendo lo poco verosímil que lucirían ante
la opinión internacional, decidieron hacer una “conjunta” y llevaron la
petición final a 15 años de cárcel. Para ello inventaron un supuesto
“testigo” (con agudos problemas neurológicos y una carrera delincuencial
con más de treinta condenas, entre ellas: robo, estafa, asedio a
extranjeros, etc.), y que gracias a una cámara oculta dijera la verdad y
enseñara las prendas de vestir que le regalaron y dijera las demás
regalos que le prometieron, e invitaciones a piscinas y cenas, todo a
cambio que declarara en mi contra.
Cuando supieron del video, pues lo entregué a la Fiscalía, intentaron
acusarme de “Atentado”, porque le hicieron declarar que hizo el video
amenazado. Finalmente el peritaje arrojó que el hombre en el video decía
la verdad, por lo que supongo que la denuncia no se erradicó, pues
nunca fui citado para tal declaración.
Se afanaron de manera enfermiza en doblegarme.
A partir de entonces vivo a la espera del proceso. Después de tres años
de citaciones a la estación Picota y 100 y Aldabó, puedo entender que se
hayan cansado, aburrido de esperar mi claudicación, de mi incorporación
al redil. Consejos no les faltaron, siempre les advertí que no
ocurriría, pero tienen tan poca capacidad, que se afanaron de manera
enfermiza en doblegarme. Finalmente de mis primeras declaraciones a las
que están hoy, hay diferencias, las cambiaron, pero lo que no
imaginaron, es que desde la primera vez que entregaron el expediente le
hice fotos a cada página, y se puede apreciar el burdo trabajo de
falsificación para incriminarme. Ahora se conforman con tenerme a la
espera. Mi caso está en el limbo jurídico.
Cuando por estos días acudí con mi abogado a la Fiscalía Provincial, que
es la encargada de llevar mi caso, nos informaron que mi expediente fue
enviado a la Fiscalía General de la República. Fuimos a esa instancia
que radica en Miramar. Nos dijeron que se envió de vuelta a la Fiscalía
Provincial. Salimos del edificio y para evitarnos el viaje, pues
sospechábamos la respuesta, llamamos por teléfono y nos volvieron a
asegurar que el expediente no había retornado. Quince minutos después mi
abogado regresaba a la misma oficina pidiedo que se pusieran de
acuerdo, entonces no hubo más remedio que informarle que mi expediente
se le había entregado al oficial Ribeiro de Villa Marista (Sede de la
Seguridad del Estado cubano).
Visita a Villa Marista.
Después de la información nos enrumbamos hacia la Víbora. Permanecimos
dos horas de espera en el salón de atención, nos informaron que allí no
se encontraba el expediente. Y no tuvimos otra opción que regresar y
continuar la espera. De hecho las “leyes jurídicas” exigen que cualquier
movimiento que se haga con el expediente tiene que ser avisado,
informado el abogado de la defensa. Trámite que jamás se ha cumplido.
En estos tres años he tenido que rechazar veintisiete invitaciones por
Universidades, Festivales, presentaciones de libros y Ferias. En estos
momentos se están publicando en diferentes países cinco de mis libros.
Creo que esa es la verdadera sanción.
De todas formas, siempre lo repito, somos la generación de los hijos que
nadie quiso, y si me dieran la oportunidad de regresar al tiempo que
abrí el blog y me causara tantos incidentes, sin pensarlo volvería a
hacerlo, solo que con más énfasis.
Ángel Santiesteban-Prats
Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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