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La marcha del
Guardacostas, continuaba lenta debido, fundamentalmente, al mal tiempo. El
cielo estaba encapotado y las torrenciales lluvias no cesaban. Estas venían
acompañadas de fuertes tormentas eléctricas.
Un hermano masón
me reconoció por la sortija que traía puesta. Era de Pto. Padre. Salieron 12
personas en una lancha y permanecieron 48 horas en el mar, hasta que fueron
rescatados por nuestro “salvavidas”. Entre ellos venia un médico.
Sobre las 6 de la
tarde repartieron la cena, la cual resultó lo mismo del almuerzo.
La lluvia había
cesado y soplaba una fuerte y agradable
brisa.
Después de
escuchar algo de música me acosté. Eran sobre la 11pm.
Por la madrugada
vinieron buscando al médico. Una haitiana se encontraba de parto y había que socorrerla urgente. El
marino que fungía como Dr. no sabía nada de estas cosas. El parto salió bien,
dando a luz un varoncito.
Amaneció, era el
día 3 de septiembre de 1994. Llevaba 5 días en el mar, pero, por gracia de
Dios, vivo.
En el desayuno
repartieron la misma harina, yo no la pasaba, me estaba causando alergia nada
más de verla.
Sobre las 8:30am
se divisaban una amplia cordillera de montañas, que a todas luces parecía la
“Sierra Maestra”. Habíamos dado un rodeo a la Isla y pasamos de la costa norte
a la costa sur de Cuba.
El viaje había
sido lento, en primer lugar por el mal tiempo que tuvimos que afrontar durante
el recorrido y en segundo por el delicado estado de salud de la Sra. haitiana.
Sobre las 10 de
la mañana, nuestro coloso, hacía su entrada en la Bahía de Guantánamo. Era
amplia y en sus aguas se encontraban cientos de barcos anclados en el muelle de
la Bahía. En la cima de una loma se podía observar una “cúpula”, parecida a la
del Capitolio nacional, pero algo mas pequeña. Me dio la impresión de ser un
observatorio del tiempo.
Los barcos que se
encontraban atracados en el muelle eran de todo tipo y tamaños; desde barcos de
Guerras, Yates de turismo o barcos mercantes, hasta pequeñas embarcaciones
privadas. De uno de los buques de pasajeros, atracados en el muelle, bajaban
cientos de Balseros, que habían sido rescatados en el mar.
¡Al fín nuestra
nave atracó en el muelle! Momento muy
esperado por todos nosotros. No sabíamos lo que nos podía esperar en este
enclave militar, pero deseábamos cambiar de medio.
Después de 30
minutos subieron a bordo tres oficiales del ejército de los Estados Unidos.
Vestían uniforme verde olivo camuflado de campaña; también era la primera vez
en mi vida que veía a un soldado Norteamérica frente a mí.
Los tres eran
oficiales jóvenes, que no pasaban de 30 años de edad. Uno de ellos nos dirigió
la palabra en perfecto español:
-¡Señores,
bienvenidos a La Base Naval de Guantánamo!
Desde este momento ustedes están protegidos por el
Ejercito de los Estados Unidos de Norteamérica. Van a permanecer por
tiempo indefinido en este territorio, hasta tanto se resuelva su situación
migratoria.
Continuará
Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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