LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) – Por ironía de la historia, cuando el Arzobispo de La Habana se dirige hoy a nuestra comunidad católica, está hablándole a un conglomerado dentro del cual predominan los que quizá se acerquen al catolicismo por carambola, o sea, a través de la Regla de Ocha.
Asimismo, cuando en las calles habaneras se amontona la gente de a pie para pedir bendición, y bendecir a la vez, al paso de la Virgen de la Caridad del Cobre, recién llegada desde el oriente, lo que en general demuestran no es apego a la Iglesia Católica Apostólica y Romana. Es devoción por Ochún, la adorable deidad (muy particularmente venerada entre nosotros) de la santería cubana.
Cincuenta años de ateísmo impuesto por el poder político, si bien han dejado en Cuba sus secuelas, como todo atropello a los más elementales derechos de las personas, no consiguieron erradicar, ni reducir siquiera la innata tendencia de nuestros espíritus crédulos a mirar hacia arriba en procura del divino socorro.
Pero, eso sí, al igual que actúan en la geografía las fuerzas arrasadoras de la naturaleza (un ciclón, un rabo de nube), el ateísmo impuesto entre nosotros dejó muy mal paradas las expresiones convencionales de la fe, que al parecer eran aquí como los árboles sin raíces hondas. Y fue así como se produjo un fenómeno que los arrasadores no previeron y que, por supuesto, no estaba en sus planes:
Lejos de disolverse, la fe, junto a la innata proclividad de adoración hacia los poderes divinos, pasó entre nosotros (para decirlo con palabras de don Fernando Ortiz) de los altares de los dominadores al corazón de los humildes dominados.
No habría que repetir la consabida historia sobre el modo en que los esclavos africanos se vieron aquí obligados a ocultar sus dioses bajo disfraces católicos, víctimas de una opresión del espíritu no menos cruel que la del cuerpo, y mancornados a un sometimiento cultural que todavía hoy, con todo y el curso de los siglos, lleva a muchos a mirar por encima del hombro hacia las religiones cubanas de origen afro, considerándolas pintoresco folklor o invento bruto, surtidor de fanatismos, como si al final todas las religiones no lo fueran igualmente.
Pero de lo que se trata ahora no es de poner en solfa las emanaciones espirituales de nadie, ni dominados, ni dominadores. Que al fin ser o no religioso es un derecho humano tan respetable como otro cualquiera. Se trata sólo de refrendar esta curiosa ironía de la historia, según la cual la iglesia católica, dómine del alma nacional durante siglos, y hoy con su influencia hecha añicos por el poder político, necesita valerse de sus deidades disfrazadas por la santería a la hora de intentar un rescate de la inmensa parcela que le expropiaron.
De la hostia al coco seco y del coco seco a la hostia, mediante un curioso flujo y reflujo histórico que deberá dar muy buen trigo para los especialistas en el tema.
Pero es un proceso todavía prematuro. Y claro, están sin madurar sus más jugosos frutos. Pongamos por caso –para poner únicamente uno-, que falta por ver de qué manera y en qué medida la iglesia católica cubana lograría la hazaña de recuperar al menos la mitad de la cifra de sus antiguos feligreses en la Isla.
Algo sí parece seguro desde ahora mismo, y es que para su nueva tarea proselitista no estará dispuesta a pedir ni a distinguir públicamente la ayuda de los santeros; aun cuando éstos probablemente sí estén dispuestos a tirarle el cabo.
Todavía más, aunque la iglesia católica decidiera en rigor aprovechar la colaboración de la santería (de hecho, ya la aprovecha) difícilmente lo reconozca.
En cambio, parece evidente que sí han aceptado de buena gana la ayuda del poder político, el mismo que les llevó a la ruina. Entre dominadores anda otra vez el juego.
Sólo que puede ser un juego demasiado riesgoso para las autoridades eclesiásticas. Con mucho que perder y poco que ganar. De momento están invirtiendo su carta de triunfo para el futuro, que es el distanciamiento y la resuelta independencia que siempre mantuvieron ante el régimen, contra viento y marea.
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Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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