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La lluvia estaba haciendo un alto en su copiosa caída, una
pertinaz llovizna continuaba cayendo, lo que aprovechamos para darle una vuelta
a la balsa... Dos jóvenes subidos en élla
la cuidaban, para evitar que se soltaran los cabos (amarres) y se alejara de la
orilla.
Hicimos una breve
reunión con el grupo, (13 en total), y se acordó salir en cuanto escampara.
Existe la creencia que después de un fuerte aguacero el mar queda en calma
total., aunque en esos momentos una fuerte marejada balanceaba el inmenso
océano...
Dada que la hora de
partida estaba en dependencia de la lluvia y ésta no cesaba, decidimos llevar a
mi esposa Marina, hasta Caletones, para que se quedara a dormir en casa de unas
amistades. En el trayecto hacia Caletones, vimos venir un auto, que al parecer
iba rumbo a Holguín. Le himos señas y nos paró. Tony, habló con el chofer y le
ofreció 100 pesos para que llevara a la madre hasta Holguín. El hombre aceptó,
pero sin cobrar un centavo.
Antes de subir al
auto, Marina le dio un beso a su hijo, de igual forma lo hizo con Sandra,
Alexander y Paquito. Vino hacia mí y me abrazó fuertemente, con lágrimas en los
ojos me dijo:- Papi, nunca te olvidaré y
te esperaré todo el tiempo que sea necesario, cuida bien a los muchachos- Me
entregó un abrigo que traía puesto. Yo reciproqué mis sentimientos hacia ella.
Subió al auto y partió.
Sentí que el mundo se me venia encima. Un cruel presentimiento se apoderó de
mí, pensé que jamás volveríamos a
encontrarnos, que nuestras vidas se separaban para siempre. Tuve grandes deseos
de correr tras élla, pero algo más fuerte que mis sentimientos me lo impidió.
Se marchaba la mujer que despertó en mí la esperanza de ser feliz por primera
vez en mi vida... Se alejaba una de las pocas mujeres buenas que habían pasado
por mi vida de errante y bohemio Hacia dos años que la había conocido en la
Habana, iniciando una relación un 25 de julio de 1992, la cual estuvo
matizada por un mutuo amor , cariño y
respeto. Realmente me sentí feliz a su lado. Si por una mala jugada del destino
no volviéramos a vernos, pienso que nadie más llenará
este hondo vacío
que deja su ausencia en mi vida.
Regresamos de
nuevo al lugar donde se encontraba el resto del grupo. De las 13 personas que haríamos
el viaje, dos eran mujeres.
La lluvia
continuaba cayendo y la noche estaba oscura, como la boca de un Lobo. Se
prendieron mechones, para ubicar las cosas que se llevarían en el viaje, es decir: azúcar, agua, pan,
petróleo para encender mechones y algunas golosinas.
Muchas mas
personas que las que haríamos el viaje se encontraban en el lugar, pues
familiares fueron a despedirse de sus seres queridos. Cerca, se encontraban
otras personas, que también se marchaban en una segunda balsa.
Algunos
compañeros se habían refugiado en una casa y Tony y yo salimos a buscarlos. El agua continuaba
cayendo.
Salimos por todo
el camino gritando el nombre de Paquito
y Pascual, para ver si nos escuchaban, pues no sabíamos en cual de las casas se
encontraban.
A lo lejos del camino, escuchamos una voz que decía: -¡aquí!,
¡aquí!- Nos desviamos a la derecha del camino, en dirección de dónde escuchábamos
los gritos.
Continuará
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