jueves, 20 de octubre de 2011

RECORRIDO EN BALSA (CAPITULO 1) Continuación



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Al acercarnos más, pudimos ver que eran Sandra y Tony, quienes venían a nuestro encuentro. Habían visto a los del tractor y éstos le dijeron que una pareja los estaban buscando. Nos abrazamos con una inmensa alegría, como si hiciera mucho tiempo que no nos veiamos. Fue un encuentro muy emotivo.
Nos llevó hasta donde está el resto del grupo. Nos presentó a Pascual, un personaje pintoresco. Era un hombre bajito y delgado. Sobre sus labios le caía un largo, espeso y grande bigote. Este sobresalía más, por pertenecer a una persona de rostro pequeño y delgado. Tenía unos 50 años de edad. Tony lo había conocido en el primer viaje que hizo a Gibara, en busca de una embarcación. Se pusieron de acuerdo y comenzaron a trabajar juntos en el proyecto del viaje. Luego de unos días de trabajo, habían logrado una  primera parte de sus propósitos, ahora les faltaba el más importante y peligroso de sus objetivos: Llegar a los Estados Unidos.
También me presentó a Paquito, un viejo amigo de la familia de Marina e íntimo amigo de Tony y Alexander. Este era un negro alto y flaco como una vara de tumbar gatos., de unos 43 años de edad, muy afable, dicharachero y elocuente, nos dijo:-¡Todo está listo para partir, a las 12 de la noche salimos como perro que tumbó la olla!- ¡Eso no hay quien lo pare por ahí paya! -Señalándonos para la balsa. Me acerqué más para verla mejor, pues la  oscuridad, que comenzaba a cubrirlo todo, no me permitía ver bien la embarcación desde donde me encontraba...La misma estaba anclada a unos 15 mts. De la orilla y las olas la balanceaban como papel en el agua, pero a pesar de esto se veía estable, fuerte, imponente y  majestuosa.
Una inmensa nostalgia invadió mi corazón, al recordar que 5 años atrás había estado preso por querer marcharme del país en algo parecido y no logré ni siquiera ver la embarcación dentro del agua. Fuimos sorprendidos por las tropas guardafronteras cubanas y condenados a 18 meses de cárcel. Las salidas hacia el norte, eran consideradas ilegales y debía pagar por este “delito”. Ahora se me presentaba esta magnífica ocasión, donde todo estaba hecho, no había temor a represalias, sólo tenía que decidirme a dar el paso. Por mi mente pasaron raudos los pensamientos, uno tras otro. Pensé en mis hijos, mi familia, mi esposa, mi edad, etc. No tenía familia en USA, que me pudiera auxiliar en los primeros momentos de mi llegada. Pensé en la azarosa vida que me tocó vivir, llena de necesidades y vicisitudes. Y.. ahora, casi al final de mi vida, no tenía nada, al menos algo a lo que todo ser humano desea y aspira a tener en la vida:  bienestar, salud y libertad.
En mi niñez, limpiaba patios, junto a mi querida madrecita,  y hacia de vendedor ambulante de  maní, cremita de leche, dulces,  etc.,  para ayudar en  los gastos de la casa, pues mi padre trabajaba tres meses en el central azucarero y el resto del año se encontraba desempleado. Rara vez  tuvimos un día de “Reyes Magos” Si lo teníamos se debía a la bondad de personas como la Sra. Maria Lola o  el Sr. Julio Verdote, los cuales se dedicaban a dar juguetes a los niños pobres en días como éstos.
 Mi juventud, fue, igualmente azarosa y llena de necesidades y limitaciones, debido a la escasez que caracterizaba al sistema comunista. Aprendí el oficio de “barbero” a los 16 años y hacía de barbero ambulante, cobrando 20cts. por el corte de cabello. La mayoría de las veces  el cobro los hacía los viernes, después del pago a los trabajadores.

Continuará

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