jueves, 27 de marzo de 2014

“Tristeza por quienes nos detuvieron”

Crónica de otro arresto ilegal, esta vez en las calles de Guantánamo
Un disidente es arrestado por agentes de la policía política en Cuba_foto de archivo_Adalberto Roque/AFP/Getty Images
Un disidente es arrestado por agentes de la policía política en Cuba_foto de archivo_Adalberto Roque/AFP/Getty Images
GUANTÁNAMO, Cuba.- Jueves 20 de marzo del 2014, 4.40 p.m. Salgo de mi casa, el cielo nublado quizás sea un presagio; solo advierto a varios hombres vestidos de civil y ajenos al barrio. Me subo en mi destartalada bicicleta y doblo a la izquierda. Antes, me percato de que un joven me mira con odio. Casi en la esquina, otro joven se me encima diciéndome que es el segundo jefe de la contrainteligencia en Guantánamo y quiere hablar conmigo. Me detengo. Dice que sabe hacia dónde voy y que no debo ir.
En ese instante, llega en bicicleta Niober García Fournier, del Movimiento Jóvenes por la Democracia, y pregunta qué pasa. Le explico. Suena el móvil del oficial que me interceptó y uno o dos minutos después se detiene frente a nosotros un Lada azul oscuro conducido por alguien que me mira con cara hosca, un hombre que se presenta como Ihosvany, jefe de la contrainteligencia en Guantánamo. Luego me dice que no van a permitir que llegue al lugar adonde me dirijo. Lo único que voy a hacer es impartir una clase sobre la Constitución de la República de Cuba y les muestro el interior de mi bolso, donde hay algunos libros de Derecho, pero me reiteran que no van a permitirme llegar. No estoy violando ninguna ley, ellos sí porque me coaccionan a hacer algo que no quiero y les digo que si me detienen lo van a hacer ilegalmente, que voy a seguir. Y sigo con Niober.
Cuba es un país donde la ley está secuestrada por el capricho de los mandantes, así que unos doscientos metros antes del lugar al que iba, el auto patrullero 612 nos adelanta y obstruye la vía. El agente 24 874 nos pide el carnet de identidad, Niober avisa de nuestra detención, nos quitan los celulares y nos obligan a entrar al patrullero. Les digo que están violando la Ley de Procedimiento Penal pero somos cubanos sin derechos.
Quince años después de haber sido sancionado injustamente vuelvo a la Unidad de Operaciones del MININT. Unas bellas oficiales observan mientras un guardia me lleva hacia un cuarto de interrogatorio y después de la humillante desnudez me devuelve la ropa. Dice que su nombre es Meriel. Comienza a interrogarme e intercambiamos opiniones divergentes. Le pregunto qué siente ante una detención ilegal como la mía y me responde que no estoy detenido. Entonces le pido mi carnet, cartera y teléfono para irme, y sonríe. Le digo, como quien le habla a un hijo, que aunque no me responda, aunque no lo reconozca, estoy seguro de que alguna vez recordará con pena esto que me hace y que seguramente le ha hecho a otros. Dejó de sonreír y de mirarme.
A las 10 y 15 pm aparece otro joven que no se identifica, junto con el segundo jefe de la C.I., quien ahora se presenta como Alejandro Ayala, aunque sé que ese nombre, como el de Meriel, pueden ser falsos. Me ofrecen sus razones, yo digo las mías. Percibo que están preocupados por el cariz que está tomando la lucha en las calles de Guantánamo. Casi al final de la conversación, me dicen que lo que quieren es evitar que haya muertos en las calles y les digo que yo tampoco quiero muertos, que sólo iba a hablar sobre la Constitución de la República. Aunque la conversación fue respetuosa, no coincidimos. Saben que el jueves es el día seleccionado para impartir el curso y me dicen que si cada jueves tienen que detenerme, lo harán, que me aparte de esos grupos.
A las 10.30 pm, aproximadamente, me llevan en un auto plateado con chapa particular hasta la puerta de mi casa y me entregan la bicicleta. Mi esposa me recibe preocupada y le cuento. Luego sufro su recuerdo de la cárcel y todo lo que significó para ella y para mi familia. Quiero explicarle pero me invade la tristeza. Tristeza por ella, porque la quiero. Tristeza por Niober que aún está detenido. Tristeza por tantos cubanos que cada día somos humillados, discriminados y arrestados sin cometer delito alguno; tristeza por quienes nos detuvieron y por Cuba, convertida en un objetivo económico por los apóstatas de la dignidad.
Me pregunto cuándo terminará tanto irrespeto a la ley por las autoridades del mismo gobierno que las dicta. Miro al Jesús colgado en la pared de mi cocina y él también me mira. Afuera la noche es un inmenso bloque de silencio.


Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Polítivcos Cubanos"

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