
LA HABANA, Cuba, octubre,
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-¿En qué estaría pensando Raúl Castro cuando, en días atrás, en una
reunión del Consejo de Ministros, dijo que hay que “hacer los
experimentos que correspondan” para atajar los efectos del
envejecimiento de la población cubana? No es que uno quiera ejercer de
francotirador contra todo cuanto expresan nuestros caciques, pero serán
fáciles de comprender las razones por las que nos ponemos a temblar tan
pronto escuchamos en sus labios la palabra “experimento”.

Pongamos
por caso, ¿qué podría ocurrírseles experimentar con los ancianos
abandonados que ahora mismo están convirtiendo el boulevard habanero de
San Rafael en una vitrina de la inutilidad, la desatención y la desidia
del régimen?
Basta con recorrer las pocas cuadras sobre las que se extiende este
tan populoso paseo, para formarse una opinión, más o menos aproximada,
del drama de los viejos tirados a su suerte en las calles de La Habana,
sin amparo familiar y sin el menor auspicio gubernamental, como no sea
el que de vez en cuando les brinda la policía, apilándolos dentro de sus
jaulas como a perros sarnosos.

“A
los viejitos hay que atenderlos como a los niños después que
cumplieron, sobre todo a los que han estado trabajando”, dijo también
Raúl Castro en la reunión de marras, con lo cual volvió a asustarnos, no
sólo ante el temor de lo que podría sucederle a los niños si las
autoridades se atienen literalmente a sus palabras, sino por la
excepción que hace con respecto a “los que han estado trabajando”.
¿Quiso decir que quienes no han trabajado con el Estado, no tienen
derecho a ser atendidos en la vejez? ¿Y cómo se las arreglarán los
burócratas para clasificar a esos ancianos, que no poseen expediente ni
identificación ni más propiedad que los harapos que llevan puestos, a
fin de sacar en claro los que merecen o no ser atendidos, según sus
antiguas ocupaciones?

Aunque
los caciques fingen no darse por enterados, tan descorazonador como el
creciente envejecimiento que hoy sufre la sociedad cubana, es el
envejecimiento del sistema fidelista, no sólo en lo referido a la edad
de sus principales representantes. También, y sobre todo, al montón de
años que han permanecido imperturbablemente con la sartén por el mango,
anclados en el mismo discurso y en las mismos experimentos aberrantes y
retrógrados de antaño.
De tal modo, no veo que les quede otra cosa por hacer sino
experimentar con ellos mismos, jubilándose todos juntos, ahora que
todavía están a tiempo, como única salida para frenar la tragedia de
nuestros ancianos desamparados, así como tantas otras de las que fueron
causa y hoy son el impedimento para la solución.
Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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