viernes, 16 de agosto de 2013

La propiedad socialista es de los generales

| Por David Canela Piña
LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -Una vendedora de dulces del parque de 29 y 44, en el municipio Playa, dice estar preocupada por el jefe de sector, que puede llegar en cualquier momento de la noche –como ha hecho otras veces–, para expulsarla de su rincón, y hasta para decomisarle los dulces. Indignada, declara que los policías no les hacen nada a los que roban y matan. En cambio, a los que venden yogurt, queso, aguacates, los agreden como arañas “pelúas”, y al final, es para robarles todo lo que incautan.
Una joven vendedora de yogurt natural, que vive en el mismo reparto habanero, expresa que en un punto de control policial que hay entre Bauta y Caimito (provincia de Artemisa), los agentes requisan a todo el que pasa, y les bajan del transporte en que viajan hasta por llevar tres pomos de yogurt. Tienen potestad para incautar lo que estimen sospechoso de ser un tráfico de mercancías. Aunque la joven ha solicitado una licencia (en esta época de nuevos permisos al comercio minorista) no le permiten obtenerla, al igual que a los demás cuentapropistas, con el pretexto de que esos productos son deficitarios, y se necesitan en las escuelas y los hospitales.
Por su diseño totalitario, que traza toda la política económica a partir de intereses monopolizadores, el Estado cubano pudo haber escogido esta pobre manera para enfrentar la competencia de particulares, pues en las tiendas recaudadoras de divisas se venden los potes de yogurt, elaborados en las industrias de LABIOFAM, a más de 4 CUC, y a más de 5 el kilogramo de leche en polvo.
La persecución al comercio no-estatal de carne de res resulta proverbial (mucho más que las del pescado y langosta), ya que esa carne no abunda en las shoppings. Aquí se nota un círculo vicioso en decadencia: una de las justificaciones es que está prohibido el sacrificio de ganado vacuno, porque no hay suficiente cantidad de reses. Entonces, al no existir una industria nacional, y no poder los campesinos prosperar en ese renglón económico, van decreciendo las poblaciones vacunas. Pero el “ahorro” de vacas no trae per se un aumento de la densidad ganadera, sino la rentabilidad económica, que además de fomentar el sector, lo diversifica.
¿Alguien cree realmente que unos vendedores que traigan del campo unas pocas libras de queso o de carne de res, van a constituir una competencia sustancial para el Estado, o para los campesinos que venden sus camiones llenos de productos en el “Mercado de Abastos” de Marianao –para que luego sean trasladados a “El Trigal” de Boyeros, bajo la supervisión del Ejército? Es como si la Coca-Cola temiese la competencia de una cafetería que vende refresco de pipa.
El otro problema son los derechos económicos de las personas naturales, tanto productores como distribuidores. Un campesino, después de cumplir sus “contratos con el Estado”, no puede vender libremente el excedente de su producción, pues si la compra que le hacen los comerciantes privados es “ilegal”, se supone que la acción de venta del campesino también lo sea.
Al forzar a los campesinos a hacer contratos fijos, a modo de estanco, sobre una parte de su producción, el Estado les está menguando sus ganancias naturales, que no son muchas, y al cobrarles impuestos de licencia a los vendedores particulares (intermediarios), afecta también los ingresos de éstos. O sea, que si se lleva una “tajada” en cada uno de los segmentos del proceso económico (producción, distribución, y consumo), ¿no es suficiente, e incluso excesiva, su recaudación de impuestos?
Debe recordarse que todos los productos que se venden en las tiendas de divisa son gravados con un impuesto de más del 200 %, sobre la base del precio de compra en el mercado internacional. Y las mercancías de las industrias nacionales deben tener un impuesto aún mayor (estimando su valor real), ya que casi todas se venden a precios similares, como si fueran productos de importación.
En cuanto a los derechos de propiedad, si ya los cubanos pueden ser dueños de automóviles, cafeterías y restaurantes, ¿por qué no pueden ser dueños de un hato de vacas, con toda su carne, su leche, y su queso? ¿O es que la supuesta propiedad estatal, socialista y colectiva, es realmente propiedad de los generales?




Posted by: "Comité Pro Libertad de Pressos Políticos Cubanos"

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