REPUBLICA DE PANAMA CAPITULO V (Continuación)
(56)
Los militares comenzaron a
tirar bombas de gases lagrimógenos, pero éstas eran recogidas por osados
balseros y devueltas en contra de los soldados.
El
interior del campamento se había convertido en un infierno. Las llamas
amenazaban con destruirlo todo. Las mujeres y los niños se habían ido
hacia la parte trasera y los militares que se encontraban custodiando
esta área trataron de ayudarlas. Abrieron un hueco en la cerca de
alambre, pero era muy pequeño y se dificultaba la salida de una persona.
Un grupo de cubanos, que se encontraban cerca, agarraron una pipa y la
lanzaron en contra de la cerca, logrando abrir un gran boquete por donde
pudieron salir las mujeres, niños y todas las personas que se
encontraban al margen de estos acontecimientos.En la huida muchas
personas fueron atropelladas, tratando de salir primero.
Un
soldado que entró, para socorrer a una señora, fue apresado por un
hombre y dos mujeres. Lo apalearon, robándole las pertenencias y luego
fue arrastrado. Un acto de barbarie sin precedentes.
Cientos
de personas habían logrado escapar del infierno en que se había
convertido el Campamento # 1. Las carpas de los militares fueron
saqueadas, robándoles prendas de vestir, grabadoras, dinero y todo lo
que se pudiera aprovechar. Realmente era bochornoso lo que estaba
sucediendo. Estas mismas personas (10 o 12) salieron vestidos de
soldados antimotines, penetraron de nuevo al campo y se unieron a los
estupefactos revoltosos, quienes no entendían lo que estaba sucediendo,
pero más sorprendidos quedaron los soldados al ver que sus “supuestos”
compañeros le tiraban piedras.
Esto parecía una película de comedia, pero de corte macabro.
Otro
grupo, que se apoderaron de vehículos de construcción, que se
encontraban estacionados frente al terraplén, se dirigieron a la ciudad.
Soldados custodiaban la entrada que da acceso a la Ciudad e
interceptaron varios vehículos. Tres lograron romper el cerco, pero
fueron capturados antes de que llegaran a la urbe.
El
área era sobrevolada por helicópteros que informaban del rumbo de los
revoltosos que se habían apoderados de vehículos. Ninguno pudo salir
fuera del perímetro rural, todos fueron apresados.
Algunos
de los balseros que se encontraban en las márgenes del canal se
lanzaban al agua, tratando de alcanzar un buque de bandera canadiense
que por allí pasaba. Del barco le lanzaban chorros de agua para evitar
el abordaje.
La
mayoría, al ver que no podían salir para la ciudad, regresaron al campo
tristes y desconsoladas. Los bomberos apagaron el incendio.
Las
personas que habían sido arrestadas, fueron llevadas para el campo 5,
después de verificar su participación en los sucesos. Ninguno de los que
tuvo participación en las revueltas se les permitió entrar a los
Estados Unidos.
Todo volvió a la normalidad, al menos ese día.
Continuará
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